Geograf¨ªa de un narrador global
El autor de 'El para¨ªso en la otra esquina' es un met¨®dico trotamundos
Mario Vargas Llosa suele decir que tuvo que llegar a Par¨ªs con 23 a?os para descubrir que era latinoamericano: "Hasta entonces no era m¨¢s que un peruano que le¨ªa autores europeos y norteamericanos. All¨ª descubr¨ª a Julio Cort¨¢zar, a Carlos Fuentes, a Garc¨ªa M¨¢rquez. En Lima no se sab¨ªa lo que se hac¨ªa en Bogot¨¢. Cada uno viv¨ªa en su mundito, en islas que ten¨ªan la misma lengua".
A orillas del Sena aprendi¨® que era algo m¨¢s que un peruano encantado de serlo, pero fue en Per¨² donde hizo un descubrimiento igual de decisivo: que los ni?os no vienen de Par¨ªs. Lo record¨® ¨¦l mismo en Historia secreta de una novela, un ensayo de 1971 en el que el escritor, con casa en Per¨², Espa?a, Francia y Reino Unido, contaba que ning¨²n lugar del mundo le marc¨® tanto como Piura, en el Pac¨ªfico peruano, una ciudad "asediada" por grandes arenales. Si, como dec¨ªa el cl¨¢sico, la patria de un escritor es su infancia, en el caso de Vargas Llosa, la capital de esa patria es Piura. El futuro Nobel ten¨ªa 10 a?os y all¨ª vio por primera vez el mar, descubri¨® lo de Par¨ªs y los ni?os y se obsesion¨® -de lejos- con un prost¨ªbulo al que ¨¦l y sus amigos bautizaron como La Casa Verde.
Ha vivido en Par¨ªs y Londres, pero ning¨²n lugar le marc¨® tanto como Piura
Viaj¨® a Congo antes de cerrar 'El sue?o del celta', su pr¨®xima novela
Veinte a?os despu¨¦s, aquel lugar y aquella obsesi¨®n dar¨ªan lugar a una novela entera, un libro cuyo segundo escenario era literalmente verde, Santa Mar¨ªa de Nieva, en la Amazonia. All¨ª hab¨ªa viajado el escritor en 1957 cuando era un estudiante para el que la selva era cosa de Tarz¨¢n: "Descubr¨ª que el Per¨² no solo era un pa¨ªs del siglo XX, con abundantes problemas, desde luego, pero que participaba, aunque fuera de manera ca¨®tica y desigual, de los adelantos sociales, cient¨ªficos y t¨¦cnicos de nuestro tiempo, como puede uno creerlo si no se mueve de Lima o de la costa, sino que el Per¨² era tambi¨¦n la Edad Media y la Edad de Piedra". Tres d¨¦cadas despu¨¦s, la infancia del escritor y todos los per¨²s posibles volvieron a cruzarse en El pez en el agua (1993), que saltaba en el tiempo para mezclar los recuerdos de un ni?o con el d¨ªa a d¨ªa de un candidato presidencial.
Desde que, con apenas unos meses, su familia se lo llev¨® a Cochabamba (Bolivia) hasta que el jueves pasado recibi¨® la noticia del Premio Nobel en Nueva York, Vargas Llosa no ha dejado de a?adir ciudades al mapa de su vida y de su literatura. Si la obra del escritor nacido en Arequipa en 1936 es un mapa mundi escrito en espa?ol, su biograf¨ªa es tambi¨¦n un libro de geograf¨ªa.
Despu¨¦s de ocupar las tardes escribiendo los primeros cap¨ªtulos de La ciudad y los perros en una tasca de Madrid cercana al parque del Retiro, el novelista desembarc¨® en Par¨ªs en 1959, la ciudad m¨¢s americana del viejo continente, la meca de generaciones -varias de ellas perdidas- de escritores. Tiempo despu¨¦s, su periplo europeo le llevar¨ªa a vivir en Londres antes de instalarse en Barcelona. Eran los a?os gloriosos del boom de la literatura latinoamericana.
Desde entonces, la met¨®dica vida de Vargas Llosa ha transcurrido en una casa transoce¨¢nica con ventanas a Par¨ªs, Londres, Lima y Madrid. A esta ciudad volvi¨®, si es que se hab¨ªa ido, a principios de la decada actual. El azar quiso que se instalase en la calle Flora poco antes de publicar El para¨ªso en la otra esquina, la novela que dedic¨® a Flora Trist¨¢n, feminista de padre peruano, y a su nieto, el pintor Paul Gauguin. Hasta la tumba del artista, en las islas Marquesas, viaj¨® el novelista para documentarse. Ya lo hab¨ªa hecho en Brasil para La guerra del fin del mundo (1981) y volvi¨® a hacerlo en la Rep¨²blica Dominicana para La Fiesta del Chivo (2000). Adem¨¢s de escritor cosmopolita con doble nacionalidad, peruana y espa?ola, y profesor en las universidades con m¨¢s pedigr¨ª del mundo (Cambridge, Harvard, Princeton), Vargas Llosa es un trotamundos de 74 a?os que no ha olvidado las lecciones de realismo de los grandes autores franceses del siglo XIX ni sus propios or¨ªgenes como periodista.
Del inter¨¦s inagotable por conocer sobre el terreno los conflictos a los que dedica sus reflexiones como columnista surgieron los viajes que dieron lugar a t¨ªtulos como Diario de Irak (2003) o Israel-Palestina, paz o guerra santa (2006). De la necesidad de que la imaginaci¨®n no pierda el paso de la realidad surgi¨® el viaje que le llev¨® a Congo antes de dar por cerrada su pr¨®xima novela, El sue?o del celta.
En enero pasado, durante un coloquio en Cartagena (Colombia), le preguntaron de d¨®nde saca la energ¨ªa para viajar, estudiar y entrevistar gente preparando sus libros. "De que en el fondo quiero ser un buen escritor", dijo. Por si cab¨ªa alguna duda, los suecos llamaron a Manhattan. Pr¨®xima parada: Estocolmo.
Babelia
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