El sindicalista al que no domaron
En los a?os finales del franquismo apenas disfrut¨® de la libertad - Fue el primer secretario general de la organizaci¨®n, hasta 1987
La primera vez que Marcelino Camacho pronunci¨® su lema sal¨ªa de la c¨¢rcel de Carabanchel. "Ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar", clam¨®. La ¨²ltima vez fue en p¨²blico, al cumplir los 90 a?os, en un homenaje en 2007. Es una frase -es decir, palabras- pero a poco que se hurgue en la biograf¨ªa del fundador de Comisiones Obreras, fallecido ayer en el hospital Puerta de Hierro de Madrid, se aprecia la coherencia entre ella y sus acciones, coherencia que le cost¨® 13 a?os de exilio, un rosario de detenciones y varias estancias en la c¨¢rcel.
Pronto lo demostr¨®. Hab¨ªa nacido en Osma La Rasa (Soria) en 1918. Y fue all¨ª, en su pueblo, donde al comenzar la Guerra Civil particip¨® con su padre -afiliado de UGT- en el sabotaje de la locomotora 531. Lo hizo un a?o despu¨¦s de afiliarse al Partido Comunista y dos despu¨¦s de organizar su primer sindicato, con 16 a?os.
Acciones como esta le llevaron a la c¨¢rcel al acabar la guerra. Escap¨® en 1943 al pasar al Marruecos franc¨¦s y despu¨¦s a Argelia, donde conoci¨® a su inseparable Josefina, la mujer con la que ha vivido m¨¢s de medio siglo y tuvo dos hijos (Marcel y Yenia).
Hasta 1957 Camacho no pudo volver a Espa?a. Al regresar comenz¨® a trabajar como tornero en Perkins Hispania, una empresa, que como la mina asturiana de La Camocha, est¨¢ en el ADN fundacional de las Comisiones Obreras -en femenino plural, como llaman al sindicato sus afiliados-. All¨ª fue elegido por primera vez representante de los trabajadores; y all¨ª conoci¨® a otro hist¨®rico de CC OO, Juli¨¢n Ariza.
La lucha por los derechos de los trabajadores le trajo constantes enfrentamientos con las autoridades franquistas. Pero hasta 1966 no volvi¨® a la c¨¢rcel. En verano de ese a?o, ¨¦l, junto a otros 6.000 trabajadores, acudi¨® al Ministerio de Trabajo a entregar el manifiesto Ante el futuro del sindicalismo, g¨¦nesis ideol¨®gica de CC OO, con m¨¢s de 25.000 firmas. La manifestaci¨®n fue disuelta; y Camacho, detenido.
Sali¨® pronto de la c¨¢rcel, justo a tiempo para recoger el gran triunfo de CC OO en las elecciones sindicales de ese a?o. No pudo disfrutarlo. En 1967 regres¨® a la c¨¢rcel. Al final del franquismo disfrut¨® de la libertad con cuentagotas. El mismo a?o que volvi¨® a pisar la calle, 1972, fue v¨ªctima del proceso 1.001, que llev¨® a prisi¨®n a la c¨²pula del sindicato.
Con la democracia, CC OO sali¨® de la clandestinidad y Marcelino fue su primer secretario general. El empuje de la socialdemocracia le llev¨® a luchar con UGT para lograr la hegemon¨ªa del movimiento obrero. "Mientes Marcelino, y t¨² lo sabes", tuvo que o¨ªr de boca del otro gran l¨ªder sindical de la democracia, Nicol¨¢s Redondo, de UGT. Pero pronto, entre ambos, construyeron el germen de lo que hoy es la unidad de acci¨®n sindical.
Ocup¨® la secretar¨ªa general de CC OO hasta 1987, cuando la dej¨® en manos de Antonio Guti¨¦rrez. Fue nombrado presidente honor¨ªfico, pero no por ello se mantuvo neutral en la vida interna de la organizaci¨®n. Se aline¨® con el sector cr¨ªtico, el m¨¢s pr¨®ximo al PCE, y perdi¨® su puesto honor¨ªfico. Ni el deterioro f¨ªsico de los ¨²ltimos a?os, le apart¨® de la vida org¨¢nica. En la ¨²ltima batalla del sindicato, en la pugna por el liderazgo entre Ignacio Fern¨¢ndez Toxo y Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, apost¨® por el primero y esta vez gan¨®.
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