Est¨¢bamos so?ando
Lo que parec¨ªan dos noticias bomba en octubre de 2008 se han demostrado a¨²n prematuras. El fin del capitalismo arrastrado por su crisis interna y la llegada a la Casa Blanca del primer presidente negro, para cambiar el rumbo de Estados Unidos y, so?¨¢bamos, de rebote el del mundo. El sistema, rescatado por los perdedores, sigue mostrando una resistencia superior a la pol¨ªtica para se?alar la hoja de ruta de la gobernanza mundial.
Barack Obama, y con ¨¦l la esperanza y el cambio que encarnaban su triunfo electoral el 4 de noviembre, han quedado laminados por la recesi¨®n. Su insospechada vulnerabilidad dom¨¦stica ha tenido un correlato evidente en la posici¨®n global de EE UU. En un mundo definido por el ascenso de los otros, los emergentes, la antigua superpotencia, sin dejar todav¨ªa de serlo, lo es menos, y ya no puede dictar sus condiciones. Sean estas econ¨®micas, pol¨ªticas o militares. Por virtud o por necesidad, Obama ha tendido su mano a los adversarios, sobre todo al mundo musulm¨¢n. Sin resultados por el momento. A Obama le ha ocurrido lo que al ¨²ltimo l¨ªder sovi¨¦tico Mija¨ªl Gorbachov: su popularidad internacional supera la obtenida dentro de su pa¨ªs.
El Tea Party, mezcla difusa de furia y frustraciones, ha potenciado la tormenta perfecta sobre Obama
Por el contrario, otra noticia bomba s¨ª puede confirmarse: la consolidaci¨®n de China como poder mundial en un pr¨¢ctico tuteo con Estados Unidos, a quien sirve adem¨¢s de banquero prestamista. El triunfo de su capitalismo de Estado con el monopolio pol¨ªtico del partido comunista. Segunda econom¨ªa mundial, capaz de sacar de la pobreza a centenares de millones de chinos, y que protagoniza la salida de la gran recesi¨®n. Acabamos de conocer que el superordenador m¨¢s r¨¢pido del mundo es chino y puede realizar 2.500 billones de operaciones por segundo.
Obama no se presenta a las elecciones legislativas del pr¨®ximo martes (renovaci¨®n total de la C¨¢mara de Representantes y de un tercio del Senado), pero los comicios se plantean como un refer¨¦ndum sobre su presidencia justo en el ecuador de medio mandato. Un mal resultado es previsible: perder la C¨¢mara y, quiz¨¢s, conservar el control del Senado. El presidente todav¨ªa entona el "s¨ª, podemos", pero con un matiz, "no de la noche a la ma?ana". No desde luego en sus primeros 21 meses en la Casa Blanca.
No le ha bastado el poder de su palabra desde el p¨²lpito que ofrece la presidencia; ni siquiera la amplia mayor¨ªa dem¨®crata de la que ha disfrutado en el Congreso. Ha defraudado a izquierda y derecha. A un sector de los dem¨®cratas, por moderado y no atreverse a realizar una verdadera transformaci¨®n social. Le ha faltado empat¨ªa con los ciudadanos, algo que salv¨® la presidencia de Bill Clinton, y le ha sobrado frialdad y distancia ante la amplitud de la ansiedad provocada por la crisis. Perdi¨® su magia inicial nada m¨¢s traspasar las puertas de la Casa Blanca. La ciudadan¨ªa est¨¢ quemada: un 10% de paro, no puede pagar sus hipotecas, y solo ve el horizonte de vivir peor que sus padres. El cambio es volver al crecimiento que traiga empleos dignos y estables. Este es el sue?o americano, un t¨¦rmino acu?ado en plena Depresi¨®n de los a?os veinte.
El presidente que ven¨ªa a unir al pa¨ªs y a cambiar la manera de hacer pol¨ªtica en Washington ha pinchado en los dos objetivos. La polarizaci¨®n pol¨ªtica ha aumentado, gracias en gran medida a la labor del movimiento conservador del Tea Party, mezcla difusa de furia y frustraciones, que ha potenciado los elementos de la tormenta perfecta desatada sobre Obama.
Cunde la idea de que el Gobierno ha abandonado a la clase media y solo ayuda a los m¨¢s ricos. Las elecciones del martes son de alguna manera la revancha de un pa¨ªs airado, del miedo a un futuro incierto, que quiere menos gasto p¨²blico, y recuperar una Am¨¦rica pr¨ªstina inexistente. Es tambi¨¦n una cruzada antielitista: "Yo no he ido a Yale", en la que la ignorancia constituye un valor. Los sondeos reflejan que Obama ha perdido el apoyo de la clase trabajadora blanca, de las mujeres y los independientes.
La furia llevar¨¢ a los norteamericanos el martes a castigar a un partido, el dem¨®crata, con el que est¨¢n furiosos, para dar m¨¢s poder a otro, el republicano, al que no pueden aguantar y que est¨¢ abducido por un movimiento extremista, incapaz de gobernar. "Una opci¨®n pat¨¦tica", seg¨²n Matt Miller, del Centro para el Progreso Americano. La presidencia de Obama sufrir¨¢ una correcci¨®n necesaria y deber¨¢ pulsar la tecla de reinicio. La campa?a presidencial de 2012 comienza el mi¨¦rcoles, pero en los resultados de las elecciones no estar¨¢ escrito que Obama es un presidente de un solo mandato. Quiz¨¢s, como le ocurri¨® a Mark Twain, "las noticias sobre su muerte son muy exageradas." fgbasterra@gmail.com
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