Picoteo dublin¨¦s

Suena a Bono, al irland¨¦s. Mediod¨ªa en Grafton Street. Junto a la estatua de Phil Lynott, l¨ªder de los m¨ªticos Thin Lizzy, dos j¨®venes versionan a U2. A 10 minutos, en Temple Bar, se escucha tambi¨¦n al popular cuarteto. Un hilo de m¨²sica une las arterias de la jovial Dubl¨ªn (m¨¢s del 50% de su mill¨®n de habitantes tiene menos de 28 a?os) y sirve de melod¨ªa a una ciudad que es, sin embargo, mucho m¨¢s que pubs, m¨²sica y cerveza. Puertas adentro, la ciudad, partida por el r¨ªo Liffey, invita a entrometerse en sus bares, plateas del roce social entre dublineses; puertas afuera, ofrece un paseo desde los jardines del Dubl¨ªn georgiano de Trinity College hasta el distrito medieval, pasando por la bulliciosa O'Connell Street y picando en los iconos m¨¢s vanguardistas, como el puente de James Joyce de Santiago Calatrava.

01 Trinity College

Es f¨¢cil pensar: "Hasta yo estudiar¨ªa aqu¨ª". La solemnidad de una universidad con m¨¢s de 400 a?os de historia provoca, al menos, la reflexi¨®n. Por all¨ª pasaron Oscar Wilde y Bram Stoker. La atracci¨®n: el Libro de Kells, un c¨®dice de origen escoc¨¦s del a?o 806. Si bien el encanto de este college se esconde en el interior de sus aulas, donde, con suerte, el viajero puede toparse con un exquisito debate universitario; o en su exterior, en los campos, con olor a deporte amateur y asociaci¨®n.

02 St. Stephen's Green

Siguiendo los pasos de Wilde, en una de las esquinas de Merrion Street, la casa del escritor y su estatua kitsch sirven de descanso hasta St. Stephen's Green. Al estilo del londinense St. James's Park, el verde esparce el murmullo de la urbe y da un respiro al Dubl¨ªn m¨¢s cosmopolita. Otrora lugar de ajusticiamiento, el parque fue tambi¨¦n punto de encuentro de la crucial revuelta de 1916.

03 Barrotes de pel¨ªcula

A buena distancia -en autob¨²s-, en el este menos tur¨ªstico, se levanta la prisi¨®n de Kilmainham, escenario de filmes como En el nombre del padre o Michael Collins. La humedad de las celdas y el rigor del patio cuentan la historia de ladrones y h¨¦roes presos hasta su cierre en 1924. Al t¨¦rmino de la visita, el pared¨®n de fusilamiento recuerda la muerte de l¨ªderes rebeldes como el m¨ªtico James Connolly.

04 Desayuno en Bewleys

El escote de Molly Malone, a la que cantan los dublineses en su himno oficioso, estimula al inicio de Grafton Street, bot¨®n de muestra de la vida de la capital irlandesa. Firmas de dise?o, tenderos, hombres anuncio, pasacalles y cantautores recorren una de las v¨ªas m¨¢s tur¨ªsticas de Dubl¨ªn. Si toca desayunar, un full irish breakfast en el Bewleys Caf¨¦. Si es hora de merendar, pubs no faltan. Y si se disputa el Seis Naciones de rugby, codo con codo a la barra.

05 Entre catedrales

Al este de Grafton se elevan los dos s¨ªmbolos religiosos de la ciudad: la catedral de Cristo y la catedral de San Patricio. Pese a que en la primera es donde el arzobispado alza hoy su p¨²lpito, la segunda, en honor a St. Patrick, santo bien conocido allende los mares, es la catedral por excelencia del pa¨ªs. Y aunque las dos hacen gala de una llamativa arquitectura medieval, la de St. Patrick, arropada por sus jardines, merece un vistazo reposado.

06 Una tostada

Como reposada se disfruta la m¨¢s venerada entre las joyas irlandesas, la cerveza Guinness. M¨¢s de 300 a?os de vida la han aupado a s¨ªmbolo nacional. No hay pub sin negra ni barman que ignore los secretos de la tostada. Pero si la curiosidad manda, un recorrido por la Guinness Store saciar¨¢ seguro la sed. ?ltima estaci¨®n -¨²nica para algunos-, el Gravity Bar, donde la tapa so?ada se convierte en una vista excepcional de la ciudad.

07 Y si desapareciese...

James Joyce dec¨ªa que leyendo Ulises podr¨ªa uno reconstruir Dubl¨ªn. No ha hecho falta a¨²n echar mano del mapa de la ciudad que patearon Leopold Bloom y Stephen Dedalus un 16 de junio de 1904 salvo para guiar cada a?o ese mismo d¨ªa a sus fan¨¢ticos en el Bloomsday. Aunque cualquier d¨ªa es bueno para recorrer el Ulises al hilo de los fragmentos de la obra repartidos en placas como la que vela la estatua del escritor en O'Connell Street.

08 Al norte del r¨ªo

Antigua zona reservada a la clase m¨¢s pudiente, hoy a la zaga de Grafton, O'Connell Street sigue siendo el centro hist¨®rico de Dubl¨ªn y uno de los puntos ¨¢lgidos del ajetreo urbano. Caf¨¦s, restaurantes, pubs y tiendas de souvenirs recorren una avenida que escupe a lo ancho a sus paseantes. A mitad de camino, el Spire de Dubl¨ªn, el llamado monumento de la luz, tira hacia el cielo de forma espectacular 120 metros de acero en forma de esbelto cono.

09 El ritual irland¨¦s

Al sur del r¨ªo Liffey fermenta uno de los s¨ªmbolos, junto a Joyce y la Guinness, que llevan a Dubl¨ªn m¨¢s all¨¢ de sus fronteras: The Temple Bar. Merece, por el d¨ªa o por la noche, echar un vistazo dentro del pub que da nombre a la zona a las decenas de variedades que pueden llenar una pinta. Como merece la pena seguir un concierto en uno de los pubs m¨¢s veteranos, The Brazen Head; o en uno de los m¨¢s grandes y modernos, The Porter House. Visto The Temple Bar, eso s¨ª, se bebe m¨¢s barato al norte.

10 El curso del Liffey

Al este de O'Connell, el r¨ªo Liffey no escatima en lanzar puentes entre sus orillas. El puente Ha'Penny (medio penique), conocido as¨ª por su peaje en el siglo XIX, sirve de inicio a un paseo largo de contrastes entre el Dubl¨ªn de anta?o y el m¨¢s vanguardista firmado por el arquitecto espa?ol Santiago Calatrava. Obras suyas -saltan a la vista para quien conozca su estilo- son los puentes de James Joyce (2003) y de Samuel Beckett (2009).