Prohibido echar libros al retretre
El gran periodista sovi¨¦tico Ilia Ehrenburg lleg¨® a Mosc¨² desde la Guerra Civil espa?ola donde estaba como corresponsal, y se asombr¨® al encontrar en el ascensor de su casa un cartel que dec¨ªa: "Prohibido echar libros al retrete. Los infractores ser¨¢n descubiertos y castigados". Como aquellos forasteros que tanto irritaban a Pasternak, y a?os despu¨¦s a Joseph Brodski, aquellos forasteros que llegaban a la Rusia sovi¨¦tica y lo contemplaban todo con ojos maravillados y sin entender lo que estaba pasando, y a menudo sin quererlo entender, a Ehrenburg el cartel le choc¨® como una extravagancia y le cost¨® comprender lo que significaba: que la posesi¨®n de ciertos libros era peligros¨ªsima y hab¨ªa que desembarazarse de ellos por cualquier procedimiento, aunque fuera a costa de atascar las ca?er¨ªas. Lo cuenta en sus memorias Gentes, a?os, vida (Planeta).
Es la primera novela que cuenta desde dentro el desenga?o de la Revoluci¨®n
Bor¨ªs Pasternak sobrevivi¨® a aquellos a?os en que les toc¨® a los escritores e intelectuales el turno de ser aniquilados, y hasta le permitieron "vivir tranquilamente en su dacha", como rese?a odiosamente Simone de Beauvoir, notoria turista del ideal. Pasternak sobrevivi¨®, a diferencia de todos los dem¨¢s, empezando por Maiakovski; continuando por su protector Bujarin, por Babel, Pilniak, su amiga Marina Tsetaieva a la que ¨¦l personalmente hab¨ªa recomendado, en Par¨ªs, donde particip¨® en el Congreso Antifascista en defensa de la Cultura de 1935, que se quedara en el exilio: "No regrese usted a Rusia; hace fr¨ªo, hay corrientes constantes"; por Mandelstam... Mandelstam hab¨ªa recitado a Pasternak su famoso poema contra Stalin (...para ¨¦l toda ejecuci¨®n es una fiesta...) y la respuesta del escritor fue, aproximadamente: "Ni yo he o¨ªdo estos versos ni usted debe recit¨¢rselos a nadie nunca m¨¢s".
?Por qu¨¦ sobrevivi¨® a las purgas, siendo notorio su desafecto por el r¨¦gimen? Probablemente se libr¨® gracias a su buena suerte, porque hac¨ªa ya mucho que se limitaba a traducir a poetas extranjeros, y porque en ciertos c¨ªrculos oficiales ten¨ªa reputaci¨®n de no estar totalmente en sus cabales, como ¨¦l mismo lleg¨® a comentar a Isaiah Berlin. En cualquier caso, en aquellos a?os naci¨® la idea de El doctor Zhivago, el primer libro en contar desde dentro el desenga?o de la Revoluci¨®n, y cuya primera traducci¨®n directa del ruso al espa?ol llega ahora a las librer¨ªas en la edici¨®n fijada por el hijo del autor (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores).
Dos d¨¦cadas despu¨¦s, cuando Pasternak se dispon¨ªa a intentar su publicaci¨®n escribi¨® en la dedicatoria de sus Poes¨ªas a una amiga: "Hace veinte a?os, cuando comenzaron aquellos terribles juicios, algo se rompi¨® en mi interior y, de estar unido a los acontecimientos de mi tiempo, pas¨¦ a la oposici¨®n". Dedic¨® diez a?os a escribir El doctor Zhivago ("algo nuevo, novedoso, luminoso, elegante, bien proporcionado, de una pureza y simplicidad cl¨¢sicas, y este ser¨¢ mi legado al mundo", dijo a Berlin), y en 1956, muerto ya Stalin y creyendo poder beneficiarse del deshielo de Kruschev, envi¨® copias del manuscrito a tres revistas de Mosc¨² e inform¨® de que una cuarta copia la hab¨ªa hecho llegar a un editor comunista italiano, Feltrinelli.
1956 fue el a?o del levantamiento y aplastamiento de Budapest. La novela de Pasternak, que circulaba en numerosas copias samizdat por la URSS, no se publicar¨ªa all¨ª (hasta 1998) y el autor fue amenazado en vano para que retirase el permiso de publicaci¨®n a Feltrinelli. Este sufri¨® tantas presiones y chantajes para que no publicase El doctor Zhivago que acab¨® saltando del PC italiano. Dos a?os despu¨¦s la academia sueca concedi¨® a Pasternak el premio Nobel "por sus grandes logros en la poes¨ªa l¨ªrica contempor¨¢nea y por proseguir las nobles tradiciones de la gran prosa rusa", en alusi¨®n a la herencia tolstoiana. Pasternak envi¨® a Estocolmo una nota de agradecimiento, pero al cabo de una semana fue convencido de rechazarlo. En todo el mundo, la novela obtuvo un ¨¦xito inmediato y clamoroso, y en la URSS se desat¨® contra su autor una campa?a de difamaci¨®n: el mismo Kruschev, la Uni¨®n de Escritores y hasta tribus siberianas y asociaciones de orde?adores de vacas que nunca hab¨ªan o¨ªdo el nombre de Pasternak descubrieron que aborrec¨ªan a aquel difamador del pueblo sovi¨¦tico. Se le retiraron los trabajos de traducci¨®n, se le confiscaron los royalties por las traducciones y de hecho se le redujo a la indigencia.
Olga Ivinskaia, su amante desde 1946, inspiradora del personaje de Lara y autora de Reh¨¦n de la eternidad (Grijalbo), la memoria de su vida con el poeta, ya en 1949 hab¨ªa sido torturada, interrogada por el mismo ministro de Seguridad del Estado, el brutal V¨ªctor Abak¨²mov ("tu Bor¨ªs nos detesta, ?no?") y encarcelada durante cinco a?os para minar la combatividad del escritor. En 1960 la condenaron de nuevo al Gulag por "tr¨¢fico de divisas" (llevar a Bor¨ªs el dinero de los editores extranjeros). Ese mismo a?o el autor de El doctor Zhivago falleci¨® de una r¨¢pida enfermedad.
Babelia
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