Geograf¨ªa Matute
Para los que comenzamos a abrir los ojos en los a?os sesenta, Ignacio Aldecoa y Ana Mar¨ªa Matute eran titanes, semidioses. No nos hac¨ªan falta escritores americanos: Aldecoa le daba sopas con honda a Hemingway y la Matute era como Flannery O'Connor y Carson McCullers juntas, y adem¨¢s m¨¢s guapa. Aldecoa merodeaba por los bajos fondos o se enrolaba en mercantes para escribir sus historias. Y la Matute... ?d¨®nde estaba la loba esteparia, en qu¨¦ caba?a de troncos, con qu¨¦ ginebras? Buena pregunta. Poco a poco fuimos rastreando sus huellas, sus escondrijos, sus lugares sagrados. Ni?a burguesa, en la Barcelona de antes de la guerra. Luego, Madrid, la calle de Abascal, porque su madre quer¨ªa volver al Foro. Cre¨ªamos, por Primera memoria, que hab¨ªa pasado la guerra en Mallorca, pero no: la pas¨® en Barcelona, de nuevo. Lugar sagrado: la finca de los abuelos, La Fundici¨®n, en Mansilla de la Sierra, Logro?o. Sagrado y perdido: el pueblo se lo comi¨® un pantano.
Sus lugares sagrados: Barcelona, Madrid, la finca de sus abuelos en Logro?o, Sitges...
Me dijo: "Seg¨²n usted mis cuentos son salvajes. No: la vida es salvaje"
Posguerra barcelonesa, primeros libros, primeros premios. En el 52 se casa con Ram¨®n Ignacio de Goicoechea, al que siempre llamar¨¢ El Malo ("No es que fuera malo, es que era peor", dec¨ªa). Aquellos a?os en Madrid (un rosario de casas de alquiler, en Vel¨¢zquez, en B¨¢rbara de Braganza, en Marqu¨¦s de Urquijo, en Bret¨®n de los Herreros) est¨¢n perdidos en una niebla de extra?eza, de desamor, de trabajo esclavista: ella era la que llevaba el dinero a casa y lleg¨® a escribir un cuento al d¨ªa. Empe?aba ropa, joyas, todo lo que ten¨ªa. ?nicos salvavidas: Aldecoa y Ferlosio y Carmen Mart¨ªn Gaite. Y su hijo, Juan Pablo, siempre. Y Azcona, y Manolo Pilares. Iban a la tertulia del Gambrinus ("La Universidad Libre de Gambrinus"), un restaurante de la calle de Zorrilla, donde ahora est¨¢ La Ancha. Y a las tabernas de Colmenadores y Libertad y Augusto Figueroa. "Aquellas tabernas", dec¨ªa, "con barras de zinc y azulejos en las paredes y vino en frascas y tapas de aceitunas por toda comida". En el 57 pidi¨® la separaci¨®n, algo escandaloso en aquella ¨¦poca, y le quitaron la custodia de su hijo. Cela y Charo, su mujer, la acogieron en Mallorca, en Son Armadans.
Volvi¨® a Barcelona, la Barcelona cada vez menos gris de mediados de los sesenta. Nuevas amistades: Barral, Gil de Biedma, la joven Ana Mar¨ªa Moix. Y un nuevo amor: Julio, su segundo marido. Una nueva vida: recuper¨® a su hijo, le ofrecieron clases en una universidad americana y se fueron los tres juntos. De repente, a la vuelta, en la casa de Sitges, cay¨® en el pozo de la depresi¨®n: 20 a?os de silencio, sin apenas escribir una l¨ªnea. Cuando logr¨® alzarse, se fue a vivir al mundo medieval de Olvidado rey Gud¨², aquel libro legendario en el doble sentido del t¨¦rmino, que crec¨ªa y crec¨ªa y que lleg¨® a transportar en una mezcla de maleta y caja de madera, con ruedecitas. En 1990, el d¨ªa de su cumplea?os, muri¨® Julio. En la puerta de su casa y a la misma hora en que ella hab¨ªa nacido.
Me dijo un d¨ªa, muchos a?os despu¨¦s: "En la vida uno aguanta mucho m¨¢s de lo que cree. La vida nos empuja, por muy mal que estemos. Dice usted que muchos de mis cuentos son salvajes. No: la gente es salvaje. La vida es salvaje".
Entre el realismo y la imaginaci¨®n
- Novela
Los Abel, 1948.
Luci¨¦rnagas, 1949 (censurado y publicado como En esta tierra en 1955)
Fiesta al Noroeste, 1953
Peque?o teatro, 1954
El tiempo, 1956
Los hijos muertos, 1958
Primera memoria, 1960
Los soldados lloran de noche, 1964
La trampa, 1969
La torre vig¨ªa, 1971
Los mercaderes, 1977
Olvidado rey Gud¨², 1996
Aranmanoth, 2000
Para¨ªso inhabitado, 2008
- Cuentos
La peque?a vida, 1953
El tiempo, 1954
El pa¨ªs de la pizarra, 1956
Los ni?os tontos, 1956
Los cuentos vagabundos, 1956
A la mitad del camino, 1961
El arrepentido, 1961
El saltamontes verde, 1961
El r¨ªo, 1963
El poliz¨®n de Ulises, 1965
Algunos muchachos y otros cuentos, 1972
El ¨¢rbol de oro y otros relatos, 1991
Cuaderno para cuentas, 1996
Los de la tienda, El maestro; La brutalidad del mundo, 1998
Cuentos del mar, 1998
Todos mis cuentos, 2000
Cuentos de infancia, 2002
- Ensayo
Suiza y la migraci¨®n: una mirada desde Espa?a, 2004
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.