Puritanismos primitivos
Tal vez lo m¨¢s grave y lamentable de los actuales puritanismos de derechas e izquierdas sea lo que tienen de regresi¨®n al primitivismo, y esto se percibe con especial claridad en la manera de entender y juzgar las ficciones por parte de cada vez m¨¢s gente, y de lo m¨¢s variada. Puede que todo comenzara hace ya bastantes a?os, cuando, primero en los pa¨ªses anglosajones y despu¨¦s en el imitativo resto, se criticaron, pusieron en tela de juicio y finalmente censuraron muchos cuentos infantiles tradicionales. Unos daban miedo a los ni?os, arg¨¹¨ªan los puritanos, como si el miedo no existiera en la vida y a los cr¨ªos no les conviniera aprenderlo vicariamente, a trav¨¦s de los personajes con los que se identificaban, y sin peligro real para ellos, sino s¨®lo imaginario; otros conten¨ªan elementos er¨®ticos que deb¨ªan desterrarse; otros no eran lo bastante respetuosos con los animales, empezando por el pobre Lobo Feroz; otros daban una imagen de la mujer "inadecuada" y "poco acorde" con nuestros tiempos, como si ya no hubiera mujeres que s¨®lo aspiran a encontrar marido (nos guste o no, a¨²n las hay) o lo escrito en remotas ¨¦pocas hubiera tenido la obligaci¨®n de prever evoluciones inimaginables en el momento de su creaci¨®n. De ah¨ª se pas¨® a cuestionar la "moralidad" o "correcci¨®n" de obras adultas, y, desde ese punto de vista "edificante" -id¨¦ntico al que la Iglesia adopt¨® durante siglos para dar o negar su placet a los libros y prohibirlos o no-, casi ninguna estaba libre de delito: El mercader de Venecia resultaba antisemita, en el Quijote hab¨ªa demasiadas violencia y crueldad, los protagonistas de Macbeth eran un matrimonio asesino, Tristram Shandy y Moll Flanders conten¨ªan picard¨ªas sin fin, Madame Bovary presentaba a una idiota que s¨®lo pensaba en el amor, Lolita mostraba el enamoramiento de un hombre maduro y una preadolescente. A estos puritanos les habr¨ªa gustado verlas desaparecer, que no se volvieran a reimprimir.
"S¨®lo los malos novelistas juzgan a sus personajes como si estuvieran en un tribunal"
A continuaci¨®n ciertos colectivos y minor¨ªas se pusieron quisquillosos hasta extremos grotescos de elementalidad: si en una novela o en una pel¨ªcula hab¨ªa un asesino gay, los homosexuales m¨¢s tiquismiquis lo interpretaban como un ataque global a su opci¨®n; si los malvados eran negros, o coreanos, o ¨¢rabes, se ve¨ªa en ello una actitud racista, como si no pudiera haber algunos negros, coreanos o ¨¢rabes con muy malas pulgas. Todo esto denota, m¨¢s que nada, una manera en verdad primitiva de entender la ficci¨®n y el arte en general, a saber: como si ¨¦stos fueran meros veh¨ªculos de ideas o de ideolog¨ªas, como si encerraran siempre moralejas y ejemplos, como si cada elemento existente en ellos fuera simb¨®lico y poseyera un significado trasladable a la realidad, como si las novelas y las pel¨ªculas fueran par¨¢bolas en las que por fuerza hubiera un mensaje o una lecci¨®n. El colmo de este puritanismo reaccionario son las ocasionales declaraciones de cargos p¨²blicos que se atreven a decir c¨®mo deber¨ªan ser, por ejemplo, las series de televisi¨®n, esto es, qu¨¦ valores deber¨ªan reflejar o ensalzar, qu¨¦ "roles" (la palabra no es m¨ªa, por favor) deber¨ªan atribuirse a la mujer, de qu¨¦ "problem¨¢tica" (tampoco palabra m¨ªa, jam¨¢s) deber¨ªan ocuparse. Esas voces son eco de una visi¨®n del mundo tan simplista como dictatorial: la imaginaci¨®n deber¨ªa estar al servicio de la sociedad deseada; el arte deber¨ªa ser propagand¨ªstico y favorecer los valores que nosotros propugnamos. Son ecos (por suerte d¨¦biles) de la Inquisici¨®n, del nazismo y del stalinismo, por mencionar tres instituciones con las que estamos familiarizados. Qui¨¦nes sean "nosotros" resulta enteramente secundario.
Leo, en cr¨®nica de Lucia Magi, que la ¨²ltima novela de Umberto Eco, Il cimitero di Praga, est¨¢ siendo acusada en este tipo de t¨¦rminos. No la he le¨ªdo, pero en todo caso es c¨®mico encontrarse, a estas alturas, con reproches como los que la cronista citaba, de L'Osservatore Romano (no pod¨ªa faltar): "Cuando se evoca el mal, es necesario enfrentarlo al bien, para que sirva de contraste. La reconstrucci¨®n del mal sin condena, sin h¨¦roes positivos, adquiere una apariencia de voyeurismo amoral". No dejar¨ªa de ser una opini¨®n pintoresca sin importancia si fuera la ¨²nica. Pero las reconvenciones a la novela de Eco han partido de diferentes instancias, y todas ellas, en principio, reflejan la extendid¨ªsima confusi¨®n de la que vengo hablando, esa regresi¨®n al primitivismo. ?No hab¨ªa quedado como algo de tiempos lejanos, felizmente superados, la idea de que las artes hubieran de tener un componente "moral" y "edificante"? M¨¢s de una vez he dicho que las novelas, precisamente las novelas, son lo contrario de los juicios. En ¨¦stos se dirimen unos hechos y nada m¨¢s que unos hechos; no se atiende (o apenas) a lo que pas¨® antes, ni a la historia, la psicolog¨ªa o los motivos del reo, que suelen resultar irrelevantes; se juzga conforme a unas leyes establecidas, que determinan qu¨¦ es delito y qu¨¦ no; finalmente, se condena o se absuelve. En una novela es al rev¨¦s: no hay leyes establecidas que valgan, ni ha lugar a condenas ni a absoluciones; se asiste a los hechos y a su condensaci¨®n, se muestran y explican, a veces se entienden (lo cual tampoco significa que se justifiquen ni exculpen), se ve c¨®mo han podido ocurrir. Y s¨®lo los malos novelistas carecen de cierto "voyeurismo amoral" y se aplican a juzgar a sus personajes como si estuvieran en un tribunal. S¨®lo los rudimentarios, los justicieros, los predicadores, los que se han equivocado de profesi¨®n.
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