Paradoja escolar en Corea del Sur
El rapid¨ªsimo avance del pa¨ªs en la clasificaci¨®n de PISA choca con el estr¨¦s y la insatisfacci¨®n de los alumnos, obligados a ir a clase hasta 11 horas al d¨ªa
Cada vez que se publica el informe PISA de la OCDE (Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico), los ojos se vuelven con asombro hacia Corea del Sur, cuyos alumnos se sit¨²an habitualmente entre los primeros puestos del mundo en este estudio trienal que registra los conocimientos de los j¨®venes de 15 a?os en matem¨¢ticas, ciencias y lectura. Medido por PISA, el pa¨ªs asi¨¢tico tiene uno de los mejores sistemas educativos del mundo, y los surcoreanos est¨¢n orgullosos de ¨¦l. Pero al mismo tiempo nadie en Corea del Sur parece estar contento. Es lo que algunos especialistas denominan la paradoja de la educaci¨®n surcoreana, donde el gran ¨¦xito en los resultados va ligado a una insatisfacci¨®n generalizada.
En 1945, el 22% de adultos sab¨ªa leer; hoy, el 58% tiene formaci¨®n superior
Solo la mitad de los ni?os dice que es feliz; uno de cada seis se siente solo
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, el pa¨ªs asi¨¢tico ha hecho una fuerte inversi¨®n en educaci¨®n, ya que considera los estudios una garant¨ªa esencial de su futuro econ¨®mico. La formaci¨®n es vista en Corea del Sur como la v¨ªa imprescindible para el progreso individual y nacional, lo que desemboca en una dedicaci¨®n exhaustiva de los alumnos y una gran competitividad para, llegado el momento, acceder a las mejores universidades, y, luego, a un buen matrimonio. Matem¨¢ticas, ciencias, lengua coreana e ingl¨¦s son consideradas las asignaturas m¨¢s importantes.
En 1945, cuando la pen¨ªnsula coreana se liber¨® de 40 a?os de colonialismo japon¨¦s, solo el 22% de los adultos sab¨ªa leer y escribir. En las d¨¦cadas de 1950, 1960 y 1970, los sucesivos Gobiernos surcoreanos -la pen¨ªnsula fue partida en el Norte y el Sur en 1948- dieron gran importancia a la educaci¨®n, conscientes de que hab¨ªa que compensar la falta de recursos naturales con capital humano. En los sesenta, la riqueza media de Corea del Sur era comparable a la de Afganist¨¢n. Pero para finales de los ochenta, uno de cada tres surcoreanos que finalizaba el colegio prosegu¨ªa estudios superiores, m¨¢s que en Reino Unido en aquel momento, seg¨²n Aidan Foster-Carter, soci¨®logo experto en el pa¨ªs asi¨¢tico en la Universidad brit¨¢nica de Leeds.
Unos cuantos datos ayudan a comprender la situaci¨®n. Casi la totalidad (el 98%) de los surcoreanos de 25 a 34 a?os ha finalizado la educaci¨®n secundaria, mientras que entre sus compatriotas 20 a?os mayores la cifra es del 55%, seg¨²n datos de la OCDE. El 58%, adem¨¢s, ha recibido alg¨²n tipo de formaci¨®n superior; un cambio extraordinario en tan solo una generaci¨®n, ya que Corea del Sur tiene una de las proporciones m¨¢s bajas en la OCDE de gente entre 55 y 64 a?os con estudios superiores.
Aunque Corea del Sur invierte mucho en educaci¨®n, gran parte proviene de las familias. El gasto en educaci¨®n p¨²blica por estudiante es inferior a la media de los pa¨ªses de la OCDE, seg¨²n el ¨²ltimo informe Panorama de la educaci¨®n. En el caso de la Secundaria, es de 7.860 d¨®lares por alumno en paridad de poder de compra, frente a la media de 8.267 d¨®lares en la OCDE.
Parte del ¨¦xito del sistema se debe a la calidad de los profesores, que son contratados entre los mejores de cada promoci¨®n. Pero, sobre todo se debe, seg¨²n algunos especialistas, a las largas jornadas escolares. Los ni?os van a clase hasta 11 horas cada d¨ªa, y, luego, presionados por los padres, tienen que dedicar m¨¢s horas en casa a los libros. No es raro que estudiantes en los a?os previos a la entrada en la universidad regresen a casa a medianoche, tras sesiones extras de estudio. Gran parte de los alumnos asiste a academias privadas tras el colegio -las llamadas hagwon- para mejorar sus resultados acad¨¦micos. En muchos casos, acuden a varias al mismo tiempo, en funci¨®n de la asignatura. En la sociedad coreana, si un joven no va a una buena universidad es natural que no encuentre trabajo.
El precio que pagan los chicos por el ¨¦xito del sistema es alto. Su nivel de estr¨¦s es el mayor de la OCDE, y son los menos felices. Los ni?os estudian 49,4 horas a la semana, frente a una media en los diferentes pa¨ªses de 33,9 horas, y su ¨ªndice de felicidad es de 65,1 respecto a un valor medio de 100. Tienen poco tiempo para jugar y dormir. Seg¨²n un informe hecho p¨²blico en agosto pasado por el Ministerio de Educaci¨®n surcoreano, solo uno de cada dos ni?os contesta que s¨ª cuando se le pregunta si es feliz, y uno de cada seis dice que se siente solo.
El resultado es un gran n¨²mero de suicidios entre los estudiantes de Primaria, Secundaria y Bachillerato: super¨® los 200 el a?o pasado, un 47% m¨¢s que en 2008. En parte, por no haber logrado puntuaciones suficientes en los ex¨¢menes escolares.
Y luego est¨¢ el coste. La educaci¨®n primaria es gratis, pero no a partir de ah¨ª, lo que somete a las familias a una gran presi¨®n financiera. En Se¨²l, gastaron el a?o pasado una media de 522 d¨®lares (unos 395 euros) al mes en educaci¨®n privada, casi el 16% de sus ingresos. Entre los profesores, tambi¨¦n existe descontento, aunque est¨¢n bien pagados. Se sienten infravalorados, y dicen que las clases est¨¢n masificadas y los estudiantes est¨¢n, a menudo, agotados por las clases extras. La memorizaci¨®n, el aprendizaje orientado a los hechos, la ense?anza autoritaria y una falta de ¨¦nfasis en la creatividad son caracter¨ªsticas del sistema.
Corea del Sur es una de las superpotencias en educaci¨®n. Como la industrializaci¨®n, es otro de sus grandes ¨¦xitos. Pero es un ¨¦xito agridulce, en el que los distintos actores est¨¢n enzarzados debatiendo c¨®mo mejorar el sistema.
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