Prohibido prohibir
Acaba la primera d¨¦cada del siglo XXI, que comenz¨® con el p¨¢nico milenario de la cuenta atr¨¢s al apocalipsis que provocar¨ªa el hecho de que internet no fuera capaz de reconocer el inicio de la centuria, colapsando infraestructuras, aeropuertos, bancos y centrales nucleares. Fuese la nochevieja de 1999, amaneci¨® el nuevo a?o y no hubo nada. De nuevo internet domina el debate a trav¨¦s del sitio Wikileaks con la diseminaci¨®n instant¨¢nea de enormes cantidades de datos, los cables del Departamento de Estado de EE UU, que ha provocado reacciones contradictorias. Estupor y malestar en Gobiernos de todo el mundo, en los poderes establecidos en general, y satisfacci¨®n entre muchos ciudadanos, sobre todo en la inmensa comunidad que vive ya en red, que presenta el caso como el triunfo, sin matices, de la transparencia como principal contrapeso democr¨¢tico. "La primera infoguerra ha comenzado. El campo de batalla es Wikileaks. Vosotros sois las tropas". Con este llamamiento han sido llamados al combate digital los activistas de internet; para algunos, piratas a los que habr¨ªa que aplicar la m¨¢xima dureza legal, o simplemente "una conciencia viva online", como los define Anonymous, su brazo ejecutor en la revancha contra el establishment.
Asistimos a una apasionante batalla por el control de Internet y de la informaci¨®n
Asistimos a una apasionante batalla por el control de internet, por el dominio de la informaci¨®n, de la que se consideran propietarios los Gobiernos, por la libertad total en la red, y a una redefinici¨®n de la diplomacia, del concepto de secreto y de la privacidad. Las comunicaciones del Gobierno norteamericano son un queso de Gruyere. En el ¨²ltimo n¨²mero de Foreign Affairs, el vicesecretario de Defensa, William Lynn, cuenta que cada d¨ªa las redes civiles y militares de EE UU son probadas miles de veces y escaneadas millones de veces para detectar fugas. A pesar de ello, la diplomacia estadounidense sufri¨® una ins¨®lita penetraci¨®n a¨²n no explicada.
Las filtraciones de Wikileaks demuestran c¨®mo est¨¢ cambiando el mundo. Con el nacimiento de organizaciones universales, como el sitio web subversivo de Assange, "capaz de trastornar, de revolver, de destruir, m¨¢s en sentido moral" (DRAE), replicado en varios continentes por cientos de espejos clones, impidiendo as¨ª su control por Estados nacionales, sin direcci¨®n centralizada, blindado para asegurar la confidencialidad a los filtradores que depositan en ¨¦l informaci¨®n reservada de Gobiernos, bancos, empresas y organizaciones de todo tipo. Esta batalla de tintes libertarios la est¨¢n dando, sobre todo, los j¨®venes y se desarrolla en la red. La prensa escrita de referencia mundial, con EL PA?S en primera l¨ªnea, act¨²a como dique de desag¨¹e y puesta en contexto y explicaci¨®n del tsunami de los datos en bruto obtenidos, de manera alegal, por Wikileaks. Es fascinante asomarse a la red y a las redes sociales para seguir al instante esta lucha emprendida por miembros de una generaci¨®n enganchada al ciberespacio. Los mismos j¨®venes que se manifiestan en Londres contra la subida de las tasas universitarias, organizados y convocados con rapidez y extrema eficacia a trav¨¦s de la red. Nuevos tipos de protesta acordes con la nueva ¨¦poca, que hacen viejas las huelgas generales de los sindicatos tradicionales, sus silbatos, meg¨¢fonos y pancartas. Puede que estos movimientos sean una respuesta de las nuevas generaciones a la crisis econ¨®mica. Coldblood, uno de los instigadores del castigo digital a los que tratan de asfixiar a Wikileaks, describe a los activistas como "una fuerza por el bien ca¨®tico". Es de nuevo el "prohibido prohibir" del revolucionario Mayo franc¨¦s del 68. Bandadas de p¨¢jaros individuales, sin conexiones pol¨ªticas convencionales, que solo se pueden identificar por lo que hacen juntos.
Nos sorprende el nacimiento de una esfera p¨²blica global, a la que EE UU, por motivos de seguridad nacional, quiere controlar. La Biblioteca del Congreso de EE UU bloquea el acceso a Wikileaks. Hillary Clinton, en un discurso el pasado enero, alababa la libertad de internet, pero precisaba que "algunos Gobiernos est¨¢n identificando como blancos a pensadores independientes que usan estas herramientas". Pensaba en Ir¨¢n y China, reg¨ªmenes represores que ahora pueden devolver por pasiva a Occidente la frase de la secretaria de Estado. Julian Assange, el fundador de Wikileaks, es para Washington el enemigo p¨²blico n¨²mero uno. Lo que no impide, grandeza democr¨¢tica de un pa¨ªs libre, que la revista TIME le sit¨²e como el segundo mejor colocado para ser la Persona del a?o, detr¨¢s del primer ministro turco, Erdogan, y por delante de Steve Jobs, Obama o el fundador de Facebook. No sabemos a¨²n c¨®mo acabar¨¢ esta guerra. De momento, Wikileaks ha evitado el cierre. El diario The Guardian cuestiona en un editorial si la detenci¨®n de Assange en Londres es el principio o el final, y recuerda que esta fue la pregunta que se hizo Oscar Wilde al ser detenido en 1895, acusado de homosexualidad.
fgbasterra@gmail.com
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