Un protagonista odioso
Umberto Eco se desmarca del antisemitismo del personaje central de su nueva novela, 'El cementerio de Praga'
Umberto Eco (Alessandria, 1932) parece absorto. Escruta rostros y c¨¢maras mientras su editora espa?ola, Silvia Querini, destaca que su nueva novela, El cementerio de Praga (Lumen), se publica 30 a?os despu¨¦s de su primera y laureada incursi¨®n en la ficci¨®n, El nombre de la rosa. Se acaricia la barbilla, apoya las yemas sobre la mesa y mira con ojillos entrecerrados a sus potenciales interlocutores. De repente, la editora cita a Helena Lozano, la traductora, y Eco rompe a aplaudir, lo que de s¨²bito desvela dos aspectos del escritor. Es generoso y est¨¢ atento aun pareciendo en las nubes.
"Ya saben cu¨¢nto odio a mis lectores. Les hice leer lat¨ªn en El nombre de la rosa y un lenguaje inventado en Baudolino, as¨ª que me dije por qu¨¦ no terminar un libro con el personaje m¨¢s antip¨¢tico de la historia", explic¨®. El tipejo de marras es Simone Simonini, un fabricante de documentos falsos que odia visceralmente a los jud¨ªos, trapichea con hostias consagradas para misas negras y se codea con seres hist¨®ricos reales del siglo XIX como Freud, Garibaldi o Dreyfuss. Simonini es un protagonista inventado, aunque su ocupaci¨®n es bien actual. Eco record¨® los papeles falsos que justificaron la guerra de Irak, en los que solo parece creer Bush. "Vivimos rodeados de falsificaciones de los servicios secretos y los Gobiernos", dijo el ensayista.
"Vivimos rodeados de falsificaciones de los servicios secretos y los Gobiernos"
La furibunda militancia antisemita de Simonini desat¨® las cr¨ªticas de la comunidad jud¨ªa y de los jerarcas del Vaticano. En¨¦simo cap¨ªtulo de la batalla de la ficci¨®n contra la realidad. Ayer, en el C¨ªrculo de Bellas Artes, Umberto Eco minimiz¨® ambas con socarroner¨ªa. Los reproches de L'Osservatore Romano [peri¨®dico del Vaticano] ayudaron a vender "100.000 ejemplares m¨¢s". Y tras alg¨²n reproche -tal vez tras haber le¨ªdo la novela- ha recibido la invitaci¨®n de tres comunidades hebreas para llevar la obra a Jerusal¨¦n. "Son muy inteligentes", opin¨® antes de recordar lo obvio: "No se puede atribuir a los autores lo que piensan los personajes".
En Italia, ayudada o no por cat¨®licos ac¨¦rrimos, la novela va como un tiro: 600.000 ejemplares en un mes. "No entiendo por qu¨¦, es posible que se hayan vuelto todos locos. Es posible porque votan todos a Berlusconi", bromea.
A Eco no le gusta Berlusconi. Nada nuevo. Ayer le preguntaron si lo considera un cad¨¢ver pol¨ªtico. Su respuesta fue escueta: "Entre el cad¨¢ver y el vivo hay zombis, muertos vivientes muy peligrosos". Con cierta desgana, habl¨® de pol¨ªtica italiana. Sobre los recortes en Cultura: "El ministro de Finanzas dice que de la cultura no se come. Es falso. Que vaya al Louvre. Hay un sector de la derecha en mi pa¨ªs que odia a la cultura. Est¨¢ surgiendo un populismo en el que el Parlamento pierde sus funciones y una sola persona tiene todo el control medi¨¢tico". Y entonces parecieron chispearle los ojillos y avis¨® a la galer¨ªa: "Pero les recomendar¨ªa que en lugar de mirar tanto a Italia miren a su pa¨ªs, porque les puede pasar lo mismo".
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