Un manantial de m¨²sica in¨¦dita
Prol¨ªfico y generoso, el cantaor deja centenares de horas de grabaciones
Hacia 1987, Borja Casani convoc¨® una mesa redonda sobre presente y futuro del flamenco, en la redacci¨®n de Sur Expr¨¦s. Solt¨¦ all¨ª una provocaci¨®n: que los mejores artistas deber¨ªan probar a emanciparse de productores y decidir por s¨ª mismos la envoltura de su m¨²sica, como Prince hab¨ªa exigido (y logrado) 10 a?os antes. Zumb¨®n, Morente pon¨ªa reparos a mi boutade: "seg¨²n eso, tambi¨¦n tendr¨ªa que salir a vender mis discos por los mercadillos".
Con o sin productores, Morente resultaba un artista tan inconmensurable como prol¨ªfico. A su muerte y debido a un modus operandi perfeccionista y un tanto particular, el legado in¨¦dito alojado en los discos duros del cantaor arroja cifras de mareo: hace siete a?os, ¨¦l mismo calculaba que ten¨ªa "unas 400 canciones por terminar". Fernando Crespo, su contacto en Universal, cree que se quedaba corto: "no me extra?ar¨ªa nada que, a d¨ªa de hoy, acumulara m¨¢s de mil horas de m¨²sica".
Algunos hablan del 's¨ªndrome Orson Welles'; le costaba rematar una obra
A?os despu¨¦s de la reuni¨®n de Sur Expr¨¦s se pas¨® a la autoproducci¨®n: cre¨® un sello, Discos Probeticos, que inicialmente le dio m¨¢s disgustos que satisfacciones. Ven¨ªa Morente de la era preindustrial del negocio discogr¨¢fico: "cuesta creer que se grabara tan buen flamenco en aquellas condiciones... te citaban a las once de la ma?ana y te pon¨ªan un guitarrista. Se pod¨ªa grabar un elep¨¦ de un tir¨®n, en un d¨ªa. Las compa?¨ªas no sab¨ªan nada de flamenco. Su ¨²nica aportaci¨®n era el dise?o. Al menos, ten¨ªan buenos fot¨®grafos en n¨®mina".
Muchos flamencos ni registraban los temas en la SGAE: "como los ingresos que generaban eran una risa, pasaban. Prefer¨ªan cobrar un fijo, olvidarse de royalties y derechos de autor. Luego han venido los problemas, cuando apareci¨® el CD y aquello movi¨® dinero". Morente mantuvo relaciones irregulares con la industria: grab¨® para compa?¨ªas fuertes y, brevemente, para independientes. No se prodigaba: su ¨²ltimo contrato convencional, como artista exclusivo de EMI/Virgin, cubr¨ªa tres discos de creaci¨®n que tardaron ocho a?os en materializarse.
Como bien se sabe, nunca vendi¨® mucho el flamenco. Y Morente no tomaba atajos para entrar en las listas. Seg¨²n recuerda Javier Li?¨¢n, entonces en EMI, "ninguno de esos tres lanzamientos, bastante promocionados, pas¨® de las 15.000 o 20.000 copias". Su ¨²nico disco de oro -ventas superiores a 50.000 ejemplares- fue Omega. Hace unos meses, en la revista cordobesa Boron¨ªa, Enrique se quejaba del contrato de Omega, pero la realidad es que no hab¨ªa colas para financiar lo que result¨® ser, en t¨¦rminos flamencos, una producci¨®n costosa.
En el ¨²ltimo quinquenio, licenciaba grabaciones a Universal, incluyendo la reedici¨®n de Omega o el inminente El barbero de Picasso, una pel¨ªcula (con el disco correspondiente) de Emilio Ruiz Barrachina.
Conviene recordar que su carrera no se reg¨ªa por la necesidad de publicar regularmente: viv¨ªa de las actuaciones. Acumulaba grabaciones de directos y trabajaba intensamente en casa. Asimil¨® que el estudio era otro instrumento y se obsesion¨® por el tratamiento de su voz, que gustaba de hundir en el fondo instrumental.
Jos¨¦ Manuel Gamboa, colaborador de larga trayectoria, desmiente esa imagen cient¨ªfica de Morente en el laboratorio: "todo lo contrario, era un creador visceral. Empezaba con una idea y derivaba en otra. Pero ten¨ªa un alto nivel de exigencia. Si algo sal¨ªa r¨¢pido y llamativo, se pon¨ªa en guardia: '?sonar¨¢ igual de bonico ma?ana? ?Y en dos a?os?".
Con semejante modus operandi, docenas de proyectos quedaban aparcados. Unos hablan de perfeccionismo; otros, del s¨ªndrome Orson Welles, la reticencia a rematar una obra. Se empe?aba en espect¨¢culos multitudinarios, como ?frica-Cuba-Cai, conservados en audio y v¨ªdeo, que finalmente decid¨ªa no editar. Tambi¨¦n ten¨ªa abierta la carpeta de Textos sacros, conjunci¨®n de "poemas m¨ªsticos y escritos herejes" que le llev¨® a explorar las posibilidades de un coro g¨®spel. Antonio Arias, de Lagartija Nick, hab¨ªa preparado una colecci¨®n de descartes y ensayos de Omega.
Su cabeza bull¨ªa con planes (versiones del cancionero de Antonio Vega, una gira con cuadro de baile y miembros de Sonic Youth) y sue?os acariciados a lo largo de d¨¦cadas (cantes consagrados al mito de los bandoleros). Y todo lo que duerme en las entra?as de sus ordenadores: las sesiones con el baterista de jazz Max Roach, las horas grabadas con Juan Habichuela y otros tocaores. Si se elabora con respeto y amor, habr¨¢ mucho Morente de categor¨ªa en los pr¨®ximos a?os.
Babelia
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