Tiempos de perplejidad
La econom¨ªa mundial atraviesa por un periodo de agudo desconcierto que impide establecer criterios b¨¢sicos de inversi¨®n. Sirva como prueba de ese desbarajuste la presi¨®n de los mercados de deuda sobre los bonos estadounidenses o alemanes; porque, aunque los analistas que ofrecen explicaciones para casi todo consideran que son episodios moment¨¢neos, describen perfectamente la ruptura de la l¨®gica financiera tradicional. ?C¨®mo es posible que caiga el precio de los bonos emitidos por el Tesoro de Estados Unidos despu¨¦s de que Ben Bernanke anunciara la intenci¨®n de comprarlos? La perplejidad inquieta a los inversores: la renta fija ni siquiera se comporta como fija. Este y otros misterios prefiguran 2011 como un ejercicio confuso, pr¨®digo en sorpresas, muy duro para la banca (el aumento de la morosidad puede dispararse) y menos ¨¢speros para otros mercados (por ejemplo, los regulados) que todav¨ªa ofrecen refugio para el dinero, protegidos por las garant¨ªas p¨²blicas de rentabilidad a largo plazo. Que se lo pregunten si no a los inversores que han puesto un nido en las energ¨ªas renovables espa?olas, a pesar de las quejas por una real o supuesta inseguridad jur¨ªdica regulatoria.
As¨ª pues, el riesgo de la inversi¨®n en 2011 no puede gestionarse con criterios demasiado claros. La renta variable promete (en principio) rentabilidades altas, basada en fundamentales gen¨¦ricos, como el aumento del beneficio de las empresas, visible en 2010; pero depende de que se despeje la crisis de la deuda (de las deudas, habr¨ªa que decir con mayor propiedad) y de que se consolide la recuperaci¨®n econ¨®mica. Pero existe un abismo entre las probabilidades de recuperaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola (o de los pa¨ªses llamados perif¨¦ricos) y las proyecciones de crecimiento de Alemania el a?o pr¨®ximo, que son superiores al 2%. Abreviando los t¨¦rminos de la ecuaci¨®n, tal cosa significa que no desaparecer¨¢n f¨¢cilmente las tensiones sobre las deudas soberanas, puesto que las dificultades de crecimiento tienen un efecto inmediato sobre la calidad del endeudamiento p¨²blico y privado. El balance es que un inversor lo mismo puede alcanzar la rentabilidad so?ada que perder sim¨¦tricamente ese 20%.
La decisi¨®n menos comprometida para un gestor de carteras ser¨ªa optar por la renta fija de pa¨ªses emergentes y por los activos de alto rendimiento de empresas contrastadas. Petroleras o automovil¨ªsticas parecen opciones razonables (sobre todo combinadas), dado que el a?o que viene continuar¨¢ la debilidad del d¨®lar y el afianzamiento de los pa¨ªses emergentes. En medio del desorden financiero vigente, los m¨¢s optimistas recomiendan incluso las letras del Tesoro y los bonos espa?oles. La paradoja de una deuda castigada por los inversores, que puede convertirse en la garant¨ªa de una cierta rentabilidad en una cartera de inversi¨®n, ilustra la confusi¨®n causada por la crisis financiera, la recesi¨®n y las tormentas sobre las deudas. Confusi¨®n que tardar¨¢ en disiparse.
Cada d¨ªa que pasa est¨¢ m¨¢s claro que el n¨²cleo del desorden est¨¢ en la banca internacional. Despu¨¦s de billones de euros utilizados en recapitalizar balances y limpiar activos t¨®xicos, la confianza de los inversores no ha vuelto a los niveles de 2006. Ni en Europa ni en Estados Unidos. La tarea principal de las instituciones econ¨®micas, nacionales e internacionales, es recuperar esa confianza.
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