El Estado de bienestar
La Sociedad Econ¨®mica Barcelonesa de Amigos del Pa¨ªs (SEBAP) ha hecho p¨²blico su informe anual, en el que defiende la necesidad de actuaciones encaminadas al fortalecimiento de la construcci¨®n europea como una de las l¨ªneas b¨¢sicas de superaci¨®n de las actuales dificultades econ¨®micas. Bajo el lema M¨¢s Europa, menciona algunas de las razones para esta prioridad y destaca, entre otras, la necesidad de seguir manteniendo y garantizando, en Catalu?a y en Espa?a, el Estado de bienestar. Me gustar¨ªa hacer algunas reflexiones sobre este tema.
Los progresos realizados durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas en nuestro pa¨ªs con relaci¨®n al Estado de bienestar han sido grandes y nos han situado a nivel de la media europea, aunque no al de los pa¨ªses m¨¢s ricos del continente. El objetivo m¨¢s importante debe ser ahora evitar que la crisis pueda provocar retrocesos, fruto de los ajustes que ser¨¢ necesario efectuar en nuestra econom¨ªa. Garantizar su continuidad es ahora lo m¨¢s importante. Para ello habr¨¢ que hacer algunas reformas, que deben hacer frente a tres peligros presentes.
?C¨®mo hemos mejorado los servicios hasta la media europea y seguimos 10 puntos por debajo en presi¨®n fiscal?
El primero, de car¨¢cter conceptual. No es posible que se interprete "el Estado de bienestar" como que nuestro bienestar personal debe ser proporcionado por el Estado. El bienestar de cada uno depende de que el Estado asegure a todos los mismos derechos y las mismas oportunidades (sobre todo en educaci¨®n), pero el bienestar que cada uno alcance depender¨¢ en gran parte de su esfuerzo y de su acierto. El Estado debe asegurar que, cuando fallen uno u otro, haya una red de seguridad que impida caer en una situaci¨®n de total desprotecci¨®n y pobreza. Esto supone que, aunque el Estado de bienestar lo financiemos entre todos, sus prestaciones y sus servicios no tienen por qu¨¦ tener siempre car¨¢cter universal. Pueden estar modulados en funci¨®n de las distintas posibilidades econ¨®micas de cada uno. Las dificultades de financiaci¨®n no deber¨ªan bajar las prestaciones, sino producir una restricci¨®n sobre la extensi¨®n del derecho a las mismas para una parte de la poblaci¨®n que ya goza del bienestar... ?Es l¨®gico que las personas con altos niveles de renta tengan derecho a la gratuidad en los productos farmac¨¦uticos solo por haber llegado a una cierta edad? ?Es l¨®gico que las familias con ingresos altos tengan subvencionado el 80% de los costes universitarios de sus hijos? Es l¨®gico si hay recursos suficientes, pero tal vez no siempre.
El segundo peligro es de abuso. Son bien conocidas las situaciones de claro fraude. Personas que compaginan el subsidio por desocupaci¨®n con el trabajo sumergido. Personas que, con la complicidad del empresario, simulan un despido improcedente, cuando se trata de una salida voluntaria. Personas que, con la complicidad del m¨¦dico, practican el absentismo laboral pagado. Personas que utilizan, y a veces colapsan, los servicios de urgencias sanitarias sin necesidad real. Son tan corrientes algunas de estas pr¨¢cticas, y otras similares, que casi no se puede culpar a quienes las practican porque forman parte de la "normalidad". Pero hay que desterrarlas ya que conducen a la inestabilidad del sistema.
El tercero es de car¨¢cter casi matem¨¢tico. En estos ¨²ltimos 20 a?os hemos conseguido situar nuestro Estado de bienestar al nivel de la Uni¨®n Europea. Mientras tanto hemos ido reduciendo, cuando no suprimiendo, algunos impuestos (patrimonio, sucesiones, rentas del capital...). Por otra parte, hemos hecho muy poco para conseguir reducir de forma importante el fraude fiscal. Defraudar tambi¨¦n est¨¢ dentro de la "normalidad". Debido a todo ello, aunque hemos mejorado los servicios hasta la media europea, seguimos casi 10 puntos por debajo de la media europea de presi¨®n fiscal. Ya se comprende que as¨ª las cuentas no salen. Este milagro se ha producido gracias a las transferencias de fondos de la UE y a los ingresos fiscales extraordinarios derivados de la burbuja econ¨®mica en la que hemos vivido. Tanto una cosa como la otra se han acabado. Urge revisar los n¨²meros a la vista de las nuevas realidades.
Dice el manifiesto de la SEBAP que Catalu?a no puede dar pasos atr¨¢s en nuestro Estado de bienestar y que la mejor garant¨ªa de preservarlo es no hacerlo crecer por encima de lo posible. Plenamente de acuerdo. Yo a?ado: es preciso reformarlo para hacer frente a los tres peligros citados y, especialmente, asegurarlo por la v¨ªa de la reforma fiscal.
Joan Maj¨® es ingeniero y ex ministro.
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