Cuidado con las pensiones
Es evidente que estamos asistiendo a una campa?a pol¨ªtico-medi¨¢tica de gran intensidad con el objetivo de deteriorar el sistema p¨²blico de pensiones para fomentar la privatizaci¨®n parcial o total del mismo. Es f¨¢cil deducir que los grandes beneficiarios de esta operaci¨®n ser¨ªan los grandes empresarios, que llevan a?os reclamando la reducci¨®n de las cotizaciones sociales, y los sectores financieros, con la banca a la cabeza, que pretenden gestionar los ahorros de los ciudadanos ahora en manos del sector p¨²blico.
Galicia cuenta con 720.000 pensionistas que representan el 26% de su poblaci¨®n y suponen el 8,5% de los jubilados espa?oles mientras su poblaci¨®n supera apenas el 6% de la espa?ola. A?adan ustedes a todo ello que la pensi¨®n media en Galicia es la m¨¢s baja de las comunidades aut¨®nomas y que Lugo y Ourense ocupan por este concepto los ¨²ltimos lugares de las provincias espa?olas y comprender¨¢n sin dificultad que este debate sobre el sistema p¨²blico de pensiones suscite una grave y justificada preocupaci¨®n en nuestra tierra.
Los agoreros de la cat¨¢strofe ocultan que la pensi¨®n contributiva aqu¨ª es el 68% de la de la UE-15
Por eso parece inexcusable salir al paso de las falsedades o medias verdades con las que se quiere convencer a la ciudadan¨ªa de que las pensiones p¨²blicas deben disminuir sus beneficios. Porque es notorio que los profetas que monopolizan el alminar desde donde anuncian a diario la cat¨¢strofe que se cierne sobre el sistema p¨²blico de pensiones, no necesitan que su doctrina se someta a una prueba emp¨ªrica seria. Lo importante es que haya una doctrina alegable a mano; es esta disponibilidad y no la sustancia lo que importa.
As¨ª nos dicen que la sostenibilidad de las pensiones p¨²blicas depende del aumento de la edad de jubilaci¨®n y del incremento de los a?os de cotizaci¨®n. Es decir, trabajar m¨¢s y cobrar menos, como proclamaba el inefable D¨ªaz Ferr¨¢n de triste recuerdo. Para avalar tales posturas, la ministra de Econom¨ªa aportaba hace unas semanas datos en los que comparaba el gasto actual con el de hace algunos a?os. Naturalmente, la diferencia era importante. Pero, casualmente, la ministra se olvid¨® de decirnos cu¨¢nto hab¨ªa crecido la riqueza del pa¨ªs en ese mismo periodo. Y esa era la relaci¨®n verdaderamente relevante para saber si podemos o no mantener el gasto en pensiones.
La ministra y los portavoces de la privatizaci¨®n ocultaron tambi¨¦n que desde hace muchos a?os, y pese a la evoluci¨®n demogr¨¢fica, la relaci¨®n entre cotizantes y beneficiarios de la Seguridad Social ha aumentado y que las cotizaciones han superado con mucho el gasto en pensiones contributivas. Por eso el Fondo de Reserva cuenta hoy con m¨¢s de 65.000 millones de euros. Y se olvidaron, asimismo, de decirnos que el incremento de la productividad con aumento de salarios y de cotizaciones sociales posibilita que un n¨²mero menor de cotizantes mantengan al mismo n¨²mero, o incluso mayor, de beneficiarios.
Con la misma falta de rigor, los detractores del sistema p¨²blico argumentan que no solo aumenta cada a?o el n¨²mero de pensionistas, sino que estos, como consecuencia del aumento de la esperanza de vida, disfrutan m¨¢s a?os de los beneficios de la pensi¨®n, haciendo insoportable el gasto p¨²blico. Tales voceros del catastrofismo confunden, supongo que deliberadamente y no por ignorancia, esperanza de vida con longevidad. Es evidente que la esperanza de vida en nuestro pa¨ªs ha aumentado espectacularmente en las ¨²ltimas d¨¦cadas como consecuencia de la disminuci¨®n dr¨¢stica de la mortalidad, especialmente de la mortalidad infantil. Pero es tambi¨¦n incuestionable que la longevidad de nuestros ancianos no ha crecido, ni mucho menos, en la misma proporci¨®n.
Por supuesto, el Gobierno, la banca, los empresarios y los agoreros de la cat¨¢strofe ocultan celosamente que la pensi¨®n contributiva en Espa?a es el 68% de la pensi¨®n media contributiva en la UE-15, mientras que nuestro PIB es ya el 93% del promedio de dichos pa¨ªses. Y, desde luego, no dicen una sola palabra de lo que significa para el equilibrio del sistema la econom¨ªa sumergida en nuestro pa¨ªs, que no genera cotizaciones sociales y, por tanto, no contribuye al mantenimiento del sistema p¨²blico. Tampoco explican por qu¨¦ se siguen permitiendo las jubilaciones anticipadas, que utilizan los empresarios para aligerar plantillas a costa del gasto en pensiones.
En definitiva, resulta incomprensible que un Gobierno socialista sit¨²e el aumento de la edad de jubilaci¨®n como la variable principal de la viabilidad de las pensiones p¨²blicas, cuando es claro que ¨¦sta depende fundamentalmente de otros factores tales como el crecimiento del PIB, la productividad, la tasa de actividad, el ciclo econ¨®mico, los salarios, la econom¨ªa sumergida o la tasa de natalidad. Incomprensible, pero cierto. Por eso no debe extra?ar que el Gobierno reciba una contundente respuesta.
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