Callando sobre T¨²nez
Silencio es todo lo que ha cosechado desde Europa uno de los acontecimientos m¨¢s importantes que han tenido lugar en el Magreb desde las independencias, como ha sido el derrocamiento del presidente tunecino Ben Ali. Una revuelta popular que pone fin a una larga dictadura no es un asunto menor en ninguna latitud; en el Magreb, por su parte, adquiere una formidable dimensi¨®n porque los principales pa¨ªses de la regi¨®n comparten una situaci¨®n econ¨®mica similar y padecen unos reg¨ªmenes que, pese a sus diferencias formales y de grado, tienen en com¨²n su naturaleza dictatorial. Tambi¨¦n los aproxima la condescendiente actitud de la Uni¨®n Europea, que ha buscado la colaboraci¨®n de los Gobiernos magreb¨ªes en materia de terrorismo e inmigraci¨®n a costa de cerrar los ojos ante las violaciones de derechos humanos, los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y la sistem¨¢tica manipulaci¨®n de los procesos electorales.
El silencio de la UE ante lo que acontece es un mal presagio para los dem¨®cratas del Magreb
Mientras los tunecinos celebran la huida de Ben Ali y el resto del Magreb mira hacia T¨²nez con esperanza o con recelo, seg¨²n se haga desde las calles o los despachos, la ¨²nica preocupaci¨®n que han expresado con suficiente nitidez la Uni¨®n Europea y las principales canciller¨ªas de los Veintisiete tiene que ver con la repatriaci¨®n de los nacionales. Ser¨ªa impensable que la Uni¨®n los abandonase a su suerte; pero tan impensable, al menos, como el hecho de que ah¨ª pueda acabarse su papel. Largos a?os de ret¨®rica euromediterr¨¢nea corren el riesgo de quedar en eso, en ret¨®rica, cuando no en vistoso envoltorio diplom¨¢tico que solo habr¨ªa servido, a fin de cuentas, para justificar un statu quo de pobreza y falta de libertades pol¨ªticas en el Magreb. Si la estrategia consist¨ªa en no entorpecer el di¨¢logo con los dictadores para tener ocasi¨®n de empujarlos a la apertura de sus reg¨ªmenes, ahora que esa apertura se ha producido en T¨²nez, y que el futuro democr¨¢tico del pa¨ªs depende de lo que suceda en pocos d¨ªas, resulta que todo lo que la UE ten¨ªa que hacer y que decir, todo lo que las capitales ten¨ªan que consultar para adoptar una posici¨®n com¨²n, se refer¨ªa a los tr¨¢mites consulares para fletar aviones que trajesen a los turistas.
Pocas situaciones son m¨¢s dif¨ªciles de gestionar que un vac¨ªo de poder como el que padece T¨²nez tras la huida de Ben Ali, empe?ado durante casi un cuarto de siglo en destruir cualquier alternativa pol¨ªtica y cualquier oposici¨®n real, no domesticada. Los supervivientes de su r¨¦gimen carecen de legitimidad para asegurar la transici¨®n democr¨¢tica, aunque a¨²n controlen en todo o en parte los restos del Estado dictatorial. Y la revuelta, que s¨ª dispone de legitimidad, no tiene, sin embargo, ni tiempo ni seguramente liderazgo pol¨ªtico para colocar los restos del Estado dictatorial rumbo a la transici¨®n democr¨¢tica. La f¨®rmula que parece estar abri¨¦ndose paso es restablecer la vigencia de la Constituci¨®n con la que gobern¨® Ben Ali y, a partir de sus disposiciones, formar un Ejecutivo de unidad nacional y convocar elecciones en el plazo de dos meses. Al margen de las dificultades para decidir qu¨¦ fuerzas integrar¨¢n ese Gobierno interino, puesto que la oposici¨®n legalizada es percibida como parte del r¨¦gimen por la que se mantuvo en la clandestinidad, est¨¢ la cuesti¨®n del plazo y de la naturaleza del pr¨®ximo Parlamento. Dos meses podr¨ªan ser insuficientes para que unas fuerzas pol¨ªticas que nunca han podido actuar libremente est¨¦n en condiciones de competir en las urnas. Y en cuanto al Parlamento que salga de ellas, ?ser¨¢ constituyente o, por el contrario, mantendr¨¢ el sistema de Ben Ali, pero sin Ben Ali?
Son muchas las inc¨®gnitas que se ciernen sobre el futuro pol¨ªtico de T¨²nez, aunque todas bajo un signo de esperanza que no exist¨ªa bajo la dictadura. Que ese signo se mantenga vivo depende, en primer lugar, de los tunecinos y, m¨¢s en concreto, de los dirigentes pol¨ªticos encargados de construir un sistema democr¨¢tico a partir de la legitimidad que la revuelta popular ha puesto en sus manos. Pero depende, tambi¨¦n, de los compromisos con la democracia en T¨²nez que adquiera la comunidad internacional y, en particular, la Uni¨®n Europea y sus Estados miembros, entre los que se encuentran algunos de los principales valedores de Ben Ali y, lamentablemente, de otros reg¨ªmenes parecidos al suyo. El silencio ante los acontecimientos de T¨²nez, quiz¨¢ los m¨¢s importantes que han tenido lugar en el Magreb desde las independencias, es un mal presagio. Mal presagio para los dem¨®cratas del Magreb que observan que la Uni¨®n Europea solo sabe tratar con dictadores, o callar, y mal presagio tambi¨¦n para la propia Uni¨®n, incapaz de fijar una posici¨®n pol¨ªtica ante hechos trascendentales que tienen lugar en sus fronteras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.