Tierno Madrid
Tierno no hizo Madrid, Madrid hizo a Tierno. Veinticinco a?os despu¨¦s de su muerte, la implacable aritm¨¦tica de las efem¨¦rides convoca a la evocaci¨®n del Viejo Profesor, un alias que don Enrique se gan¨® a pulso desde sus a?os mozos, embutido en un traje gris, cruzado y con chaleco, adusto, austero, ilustrado y agn¨®stico, el hombre que nunca quiso ser alcalde ni tampoco dejar de serlo. Sobre su sorprendente metamorfosis, de la c¨¢tedra a la tribuna, de la misantrop¨ªa al carisma, hablan en estas p¨¢ginas tres ex alcaldes y el actual regidor de Madrid, un centrista Jos¨¦ Luis ?lvarez, designado por el dedo de Su¨¢rez, un socialista, Juan Barranco, segundo de a bordo y heredero en la alcald¨ªa y dos populares, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano y Alberto Ruiz-Gallard¨®n que acu?a la definici¨®n m¨¢s precisa sobre su antecesor: "Si realmente construy¨® un personaje, ¨¦l escribi¨® el gui¨®n".
Los cuatro ediles coinciden en que el ¨²nico autor de su a?orado personaje fue ¨¦l mismo
Tierno tuvo un entierro de pel¨ªcula, coreografiado por Pilar Mir¨®. De la carroza f¨²nebre, la misma que llev¨® el cad¨¢ver de Joselito, tiraban los caballos de la pel¨ªcula Gary Cooper que est¨¢s en los cielos, recuerda ?lvarez del Manzano, el m¨¢s cr¨ªtico de los entrevistados que tras glosar los m¨¦ritos de los alcaldes franquistas, y fascistas, Miguel ?ngel Garc¨ªa Lomas y Juan de Arespacochaga, sucumbe ante un acceso de egolatr¨ªa para proclamar: "?Y las C¨¢rcavas las urbanic¨¦ yo! ?Y el primer gran edificio junto a los recintos feriales lo hago yo!". Reunidos para recordar la figura de su benem¨¦rito colega, los cuatro ediles coinciden en la teor¨ªa de que Madrid cambi¨® para siempre al hasta entonces previsible profesor, proyect¨¢ndole en una dimensi¨®n desconocida, en una deriva sorprendente. Con la distancia de los a?os a¨²n resulta m¨¢s ins¨®lita su transformaci¨®n, su mimetismo. En la famosa foto con la despechugada Susana Estrada, don Enrique parece un don Hilari¨®n en plena juerga sical¨ªptica, en su encuentro con el Papa de Roma, Tierno se asemeja a un embajador de los de antes de Wikileaks, ni siquiera pierde la compostura entre las provocativas, que no provocadoras, turbas de la movida que apadrinar¨ªa. Podr¨ªa decirse que Tierno Galv¨¢n sufre el efecto Zelig, el personaje de Woody Allen que siempre se mimetiza con su entorno.
"?Qui¨¦n invent¨® a Tierno Galv¨¢n?". A la pregunta de los redactores de EL PA?S, los cuatro alcaldes vivos de Madrid responden a una, el ¨²nico autor de su a?orado personaje fue ¨¦l mismo, un actor que no hab¨ªa surgido antes tal vez por falta de p¨²blico. Tierno escribi¨® para s¨ª un gui¨®n poli¨¦drico para adaptarse a las m¨²ltiples aristas que presentaba una ciudad a la que supo devolver su orgullo.
Capital de Franco, ciudad rigurosamente vigilada y ep¨ªtome perverso del centralismo, Madrid hab¨ªa llegado a menospreciarse a s¨ª misma y muchos madrile?os renunciaban a su condici¨®n para buscar sus ra¨ªces en otra parte. Pronto aprendimos a llamar Jordi a Jorge que reivindicaba los or¨ªgenes catalanes de su familia y Patxi a Paco por sus ancestros vascos. Cuando Tierno gan¨® la alcald¨ªa, Madrid empezaba a mirarse el ombligo y a sacudirse las pelusas, a pasar de la antig¨¹edad a la posmodernidad sin haber recalado en la modernidad, un viaje paralelo al del propio alcalde reci¨¦n desembarcado y advenedizo.
Hasta la llegada de Tierno, el Ayuntamiento de Madrid, hab¨ªa sido una instituci¨®n especialmente antip¨¢tica y hostil para sus ciudadanos, que ve¨ªan a sus regidores municipales como guardias de la porra, guardianes de la fortaleza que a golpe de multa manten¨ªan una apariencia de orden en la urbe ca¨®tica y esquilmada por la especulaci¨®n y la corrupci¨®n. As¨ª era el Madrid de Arias Navarro y de los alcaldes Arespacochaga y Garc¨ªa Lomas que tanto a?ora el melifluo y resentido ?lvarez del Manzano, que al hablar del multitudinario duelo de la ciudad por Tierno, apostilla: "Pero las colas eran las mismas que se produjeron cuando se muri¨® Franco. ?Las mismas colas por el mismo sitio!". Y EL PA?S repregunta ?Y la misma gente? Esa es la cuesti¨®n: la ciudad cambi¨® a Tierno y Tierno cambi¨® la ciudad, como afirma Gallard¨®n en la entrevista de J. A Carbajo y V. Guti¨¦rrez: "?l identific¨® el sentimiento de Madrid".
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