Una v¨ªa que la justicia par¨® en EE UU

Como determina su Constituci¨®n, EE UU censa sus habitantes cada diez a?os en los acabados en cero. As¨ª ha sido desde 1790 para determinar cu¨¢ntas personas viven en el pa¨ªs, sean ciudadanos o no. La Constituci¨®n manda contar a cada persona que vive en el pa¨ªs. Eso parece una labor imposible. Por ejemplo, los sin papeles suelen no contestar a las preguntas por miedo a pesar de que se insista en que esos datos no ser¨¢n usados por la polic¨ªa o inmigraci¨®n.

La posibilidad de usar modelos estad¨ªsticos como muestreo despert¨® un agrio debate a finales de la d¨¦cada de los noventa, cuando la Administraci¨®n de Bill Clinton quiso usarlo. En 1999, el Tribunal Supremo estableci¨® que el muestreo no pod¨ªa utilizarse para asignar los esca?os del Congreso y el Gabinete de George W. Bush no lo us¨® en 2000 para extrapolar a la poblaci¨®n que supon¨ªa se le quedaba sin contar.

La batalla por contar a la gente ha sido fiera en las ¨²ltimas d¨¦cadas, lo que da la medida del enorme poder en juego. El censo no solo se utiliza para determinar el n¨²mero de congresistas de la C¨¢mara de Representantes sino que tambi¨¦n dicta c¨®mo se reparten los 300.000 millones de d¨®lares (217.000 de euros) en fondos federales y estatales que se le da cada a?o a las comunidades para salud p¨²blica, educaci¨®n y transporte, entre otros.

La Oficina del Censo ha usado un cuestionario enviado por correo ordinario que se devuelve una vez rellenado. Adem¨¢s, con el objetivo de llegar a cuanta m¨¢s poblaci¨®n posible, env¨ªa agentes contratados para la ocasi¨®n a entrevistar en sus casas a quienes no han respondido al cuestionario, o que viven en residencias de ancianos, vagabundos, presos...