Cultura de la (in)fam(i)a

La disoluci¨®n de las fronteras entre la supuesta (o, por lo menos, deseable) templanza de la prensa cultural y el descarnado af¨¢n sensacionalista de la prensa del coraz¨®n ha popularizado un subg¨¦nero period¨ªstico que a¨²n no tiene nombre propio, pero que se define a trav¨¦s del placer del cronista de turno por hacer le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo. Sentenciar que tal o cual famoso, por sus costumbres licenciosas o sus opiniones improcedentes, ya no volver¨¢ a trabajar en Hollywood (o donde sea) parece satisfacer un anhelo colectivo, que, en la Red, tiene su ilustraci¨®n paradigm¨¢tica en la facilidad del medio para alentar, formar y poner en movimiento verdaderos pelotones de linchamiento virtuales. Cuando Casey Affleck y Joaquin Phoenix decidieron levantar la impostura del enajenamiento profesional -y posterior ca¨ªda en el abismo de la infamia- del segundo, seguro que tuvieron muy en cuenta esta coyuntura.

Provocador falso documental, broma siniestra sostenida en el tiempo y desarticulada tras el estreno, I'm still here se resiente de la puesta en evidencia de su tramoya. Si la reciente Exit through the gift shop de Banksy estaba acorazada frente toda sospecha sobre su veracidad, aqu¨ª el discurso pierde buena parte de su fuerza cuando el espectador sabe que Phoenix est¨¢ dramatizando un espejismo de fracaso. As¨ª, la pel¨ªcula acaba convirti¨¦ndose en inconsciente respuesta sofisticada al modelo popularizado por los Celebrities de Muchachada Nu¨ª, donde la cultura de la fama se convert¨ªa en exacerbaci¨®n de ese narcisismo medular que define nuestra ¨¦poca.

La secuencia en la que un videobloguero echa tierra sobre toda la previa trayectoria interpretativa de Phoenix es una de las m¨¢s incisivas del conjunto. En el desenlace, no obstante, se apunta una interesante direcci¨®n que podr¨ªa haber dado lugar a una pel¨ªcula m¨¢s perturbadora: una historia de padres ausentes y ni?os (grandes) desamparados que Affleck y Phoenix han preferido no contar (del todo).