"Colombia necesita avanzar mucho en justicia social"
1.-TRAIDOR A SU CLASE. De resultar cierto que Juan Manuel Santos lleva prepar¨¢ndose para ser presidente de la Rep¨²blica desde que era peque?o, como no cesa de repetir cualquiera en Bogot¨¢ a quien se le requiera su opini¨®n, resulta entonces obligado reconocer aqu¨ª, en este preciso momento en el que Colombia aspira a conjurar de forma definitiva los espantos de su historia, que los primeros seis meses de su mandato constituyen bajo casi cualquier baremo un magn¨ªfico premio a su temprana vocaci¨®n.
No s¨®lo gan¨® la elecci¨®n con casi el 70% del voto popular , el porcentaje m¨¢s elevado de la historia reciente, sino que, por el momento, resulta dif¨ªcil encontrar una sola voz, incluso entre aquellos que recelaban de su ascenso o de su mal disimulada voluntad de poder, que se manifieste abiertamente en su contra. Su ¨ªndice de popularidad tras los primeros cien d¨ªas de presidencia super¨® el 90%.
"Si logramos cicatrizar las heridas y redistribuir la riqueza que estamos creando, este pa¨ªs es imparable"
"Si usted pone en marcha una agenda con ¨¦nfasis en lo social eso es incongruente con su origen', me dijeron. Eso es una estupidez"
"Estamos diversificando nuestras relaciones internacionales y dejando de depender tanto de Estados Unidos"
"Los americanos est¨¢n contentos de la cercan¨ªa con Ch¨¢vez porque la regi¨®n deja de tener un foco de conflicto"
"Muchas veces han utilizado estos di¨¢logos y negociaciones para volverse a fortalecer, para ganar espacio"
"Colombia ha sufrido mucho los enga?os de la guerrilla. Necesito mucho m¨¢s que la liberaci¨®n de cinco presos"
"Los que han desplazado a los campesinos y se han apropiado de millones de hect¨¢reas tienen que temer, porque se las vamos a quitar"
"Espero no tener que reelegirme, espero haber acabado en cuatro a?os y terminar mi vida mirando al pasado con satisfacci¨®n"
"Soy muy proamericano, pero eso no excluye que sea amigo de otros pa¨ªses"
Y as¨ª da comienzo la entrevista. Ha logrado usted una rara unanimidad en sus primeros meses de mandato, le digo, sentados en su despacho. Ha sorprendido usted a sus partidarios, ha confundido a sus cr¨ªticos, algunos de los cuales, seg¨²n he podido comprobar estos d¨ªas, aprecian ahora sus primeras decisiones, sus primeros anuncios, y parece encandilar con su encanto -que, por cierto, no resulta evidente a primera vista- a casi todo el mundo, dentro y fuera de Colombia, empezando por Caracas, plaza de reconocida dificultad para el toreo en la pol¨ªtica latinoamericana. Quiz¨¢ ten¨ªa todo planeado, incluso esto, ya que parece trazar estrategias con tanta antelaci¨®n.
- No, no. Esto ha salido de forma espont¨¢nea. Pero tambi¨¦n creo que lo que est¨¢ saliendo es una forma de pensar que no era un secreto. Llevaba escribiendo desde hace mucho tiempo sobre todo lo que estoy haciendo. Nac¨ª en una familia muy liberal, liberal en el sentido pol¨ªtico de la palabra. Creo que este pa¨ªs necesita avanzar mucho en materia de justicia social. Avanzar much¨ªsimo en materia de cicatrizar las heridas que la violencia le ha dejado y que nos han obligado a pensar y a discutir siempre sobre el pasado y no sobre el futuro. Si logramos cicatrizar esas heridas y distribuir mejor la riqueza que estamos creando, este pa¨ªs es imparable.
A finales del a?o pasado, Santos ley¨® una biograf¨ªa de Franklin Delano Roosevelt, un pol¨ªtico que, junto con Winston Churchill, suscit¨® a partes iguales admiraci¨®n y una decidida voluntad de emulaci¨®n en el joven colombiano que con 30 a?os se estableci¨® en Londres durante nueve a?os para representar a su pa¨ªs en la Organizaci¨®n Internacional del Caf¨¦. De forma consciente o no, medio de broma medio en serio, el presidente dej¨® entrever la envergadura de su ambici¨®n para Colombia cuando, mostrando el libro a la periodista Patricia Lara, afirm¨® en una entrevista a bordo del avi¨®n presidencial el 31 de diciembre que al final de su mandato se le conocer¨ªa, al igual que a Roosevelt durante el suyo, como un traidor a su clase. El t¨ªtulo del libro de H.W. Brand, A traitor to his class. The privileged life and radical presidency of F. D. Roosevelt [Un traidor a su clase. La vida privilegiada y la presidencia radical de F.D. Roosevelt] contiene otra alusi¨®n a sus circunstancias personales cuya pertinencia seguramente Santos no pudo pasar por alto: al igual que Roosevelt, el hoy presidente, de 59 a?os, pertenece por nacimiento a la oligarqu¨ªa nacional desde que Colombia es Colombia y su vida ha estado marcada por los correspondientes privilegios: riqueza, influencia y, ciertamente, clase, signifique esto ¨²ltimo lo que signifique en las sociedades modernas.
Santos no lo esconde. Tampoco existe manera humana de hacerlo: su t¨ªo abuelo, Eduardo Santos Montejo, fue presidente de Colombia entre 1938 y 1942, y propietario durante d¨¦cadas del diario El Tiempo, el m¨¢s influyente del pa¨ªs, al frente del cual siempre hab¨ªa habido un Santos u otro, y donde el hoy presidente de la Rep¨²blica lleg¨® a ser subdirector. Durante d¨¦cadas, El Tiempo ha sostenido presidentes, ha tumbado ministros y ha determinado pol¨ªticas de gobierno de una manera u otra, por las buenas o por las bravas. Juan Manuel Santos hubiese podido acabar de director del peri¨®dico, seg¨²n consenso generalizado, de no haber decidido en 1991 desatar una crisis en la familia por romper el tab¨² que desde el t¨ªo abuelo prohib¨ªa de forma t¨¢cita a los Santos dar el salto a la pol¨ªtica. [El Tiempo fue adquirido por Planeta en 2007, una operaci¨®n a la que tambi¨¦n aspiraba el Grupo Prisa, editor de EL PA?S].
Los detalles del peque?o drama los ha explicado ¨¦l mismo en un libro reciente (Casi toda la verdad. Periodismo y poder, de Mar¨ªa Isabel Rueda). Tentado por una oferta del entonces presidente, C¨¦sar Gaviria, para incorporarse como ministro a su gobierno, y como hizo ver que dudara, Juan Manuel Santos busc¨® el consejo de un viejo periodista y amigo que ocasionalmente le ayudaba a escribir editoriales en el diario: "En la vida hay que saber diferenciar entre la influencia y el poder", le dijo ¨¦ste. "Influencia es la que usted ha tenido en El Tiempo todos estos a?os. Poder solo tendr¨¢ cuando pueda decir: 'comun¨ªquese y c¨²mplase'. Yo de usted, no lo dudar¨ªa un instante".
Santos no lo dud¨® un instante, si acaso hab¨ªa albergado dudas en alg¨²n momento. El 10 de noviembre de 1991, El Tiempo, dirigido por su t¨ªo Hernando Santos, public¨® el siguiente editorial: "En su oportunidad se notific¨® al Gobierno que nombramientos de esta clase, lejos de satisfacer la vanidad o las necesidades informativas del peri¨®dico, constitu¨ªan un acto que no pod¨ªa considerarse amistoso. El doctor Juan Manuel Santos constituye desde hoy un personaje que abandona el periodismo y se desvincula de El Tiempo para dedicarse a actividades que seguramente se acomodan m¨¢s con su personalidad. A Juan Manuel Santos le deseamos ¨¦xitos. Pero El Tiempo reitera su oposici¨®n a que cualquiera de sus directivos ocupe cargos oficiales. Que quede esto bien claro para hoy, para ma?ana, para el actual gobierno y para los que sucedan al del presidente Gaviria".
Ninguno de ellos prest¨® atenci¨®n alguna a aquella admonici¨®n. Y la cuesti¨®n hoy, m¨¢s all¨¢ de aquel desgarro familiar que las partes dan ya por superado, con Juan Manuel Santos en la presidencia de la Rep¨²blica tras desempe?arse en varios ministerios, consiste en averiguar cu¨¢nto hay de verdad en la historia que sostiene que el reci¨¦n elegido mandatario corre el riesgo de sufrir un rechazo del conjunto de una clase que, indudablemente, le reconoce como uno de los suyos, pero que comienza a recelar tanto de sus proyectos pol¨ªticos como de su evidente determinaci¨®n de llevarlos adelante.
-Hay gente que est¨¢ diciendo que yo estoy traicionando a una clase a la cual pertenezco. Yo no niego ni mi pasado ni mi origen. Yo vengo de una familia que ha sido muy prominente en el pa¨ªs, due?a de un peri¨®dico que est¨¢ cumpliendo precisamente cien a?os, y entonces mucha gente dice: "Mire, si usted pone en marcha una agenda con mucho ¨¦nfasis en lo social, eso es incongruente con su origen". Yo me muero de la risa. Es una estupidez que digan eso.
-?Es una estupidez porque no cree usted que vaya a pasar eso, que le acaben considerando un traidor a su clase, o porque de suceder, no le preocupa en absoluto?
-Porque la gente que ha trabajado honestamente y ha adquirido sus tierras dentro de la ley no tiene por qu¨¦ temer. Los que van a temer, y s¨ª tienen por qu¨¦ temer, son los que han desplazado a millones de campesinos y se han apropiado de millones de hect¨¢reas de forma il¨ªcita. Esos s¨ª van a ser v¨ªctimas de esta pol¨ªtica, porque se las vamos a quitar.
Se refiere el presidente a la ley de tierras, todav¨ªa en tr¨¢mites, que prev¨¦ devolver dos millones de hect¨¢reas de las m¨¢s de cinco millones que se calcula que tanto los terratenientes, con el apoyo de grupos paramilitares, como la guerrilla arrebataron en las ¨²ltimas d¨¦cadas a millones de campesinos, que en consecuencia se han visto desplazados de sus lugares de origen bajo la amenaza de asesinato. La buena intenci¨®n de la ley contrasta, no obstante, con la dificultad cr¨®nica del Estado para ejercer el monopolio leg¨ªtimo de la violencia en todo el territorio, lo que amenaza con dejar en papel mojado la norma en cuanto se trate de aplicar de veras en las zonas del interior del pa¨ªs, demasiado alejadas del centro pol¨ªtico y econ¨®mico, pero demasiado cerca de los violentos.
-Ese es, efectivamente, un gran desaf¨ªo y ah¨ª vamos a necesitar ayuda de todo tipo, ayuda internacional tambi¨¦n. Hay muchos enemigos, comenzando por los propietarios que se adue?aron de esas tierras ilegalmente, muchos de ellos vinculados a grupos paramilitares anteriores y hoy d¨ªa con influencia en las bandas criminales, en la propia guerrilla que tiene tierras y puede estar tambi¨¦n interesada en boicotear este trabajo. Entonces, ah¨ª vamos a poner a prueba la capacidad del Estado para ejecutar una pol¨ªtica tan ambiciosa como esa.
2.- ?UN INESPERADO GIRO A LA IZQUIERDA? La entrevista se celebra el mi¨¦rcoles pasado, a mediod¨ªa, en la Casa de Nari?o, la residencia oficial del presidente de la Rep¨²blica en Bogot¨¢. Santos llega con retraso al almuerzo previo, al que asiste tambi¨¦n la canciller, Mar¨ªa ?ngela Holgu¨ªn. Viene de dirigir una reuni¨®n en el Ministerio de Tecnolog¨ªas de la Informaci¨®n, sobre la que el ministro, Diego Molano, un joven procedente de la iniciativa privada, comentar¨¢ luego: "En toda mi vida en la empresa privada no hab¨ªa tenido una reuni¨®n tan dura y tan exigente como esta. M¨¢s parec¨ªa un consejero delegado con sus ejecutivos que una reuni¨®n de gobierno".
Ya en su despacho, le pregunto al presidente si la ley de tierras y la de v¨ªctimas, que busca resarcir y paliar a tantos damnificados por la violencia, los cambios tributarios previstos o su nueva ret¨®rica, alejada del discurso de fuerza que le caracteriz¨® como ministro de Defensa del anterior presidente, ?lvaro Uribe, claramente posicionado en la derecha, se?alan un cierto desplazamiento hacia el centro izquierda.
Desde la ventana del despacho, en la fachada norte del palacio, se divisa el patio de armas, en el que una banda militar ataca sin piedad una y otra vez los compases de Funicul¨ª, Funicul¨¤, la popular cancioncilla napolitana que tiene previsto interpretar, junto con los himnos de Colombia y de los pa¨ªses respectivos, en la presentaci¨®n de credenciales de un grupo de embajadores programada para esa tarde, entre ellos el espa?ol, Nicol¨¢s Mart¨ªn Cinto. Entre una cita y otra, Santos tiene en la agenda recibir a C¨¦sar Alierta, presidente de Telef¨®nica.
-?Me equivoco si le digo que me ha parecido detectar un ligero corrimiento hacia el centro o el centro izquierda en su paso de ministro a presidente, dentro siempre de la fluidez y la vaguedad ideol¨®gica que caracterizan a los partidos pol¨ªticos en Colombia?
-Esas definiciones de d¨®nde se encuentra uno en el espectro pol¨ªtico para m¨ª han sido siempre muy dif¨ªciles de aceptar. Yo he sido siempre lo que llaman "tercera v¨ªa". Inclusive escrib¨ª un libro contando eso de la tercera v¨ªa [en colaboraci¨®n con Tony Blair]. Me encanta el pragmatismo de Felipe Gonz¨¢lez, que adem¨¢s es un gran amigo m¨ªo. Yo fui muy duro con la guerrilla cuando fui ministro de Defensa, pero es que cuando se trata de la guerrilla no es que uno sea de izquierdas o de derechas. Se trata de la autoridad y hay que luchar por la supervivencia de un pueblo. Esa es la obligaci¨®n de cualquiera, est¨¦ donde est¨¦ en el espectro pol¨ªtico. Pero si me obliga a definirme, yo me definir¨ªa del extremo centro.
-?De d¨®nde piensa sacar los recursos fiscales que necesita para construir un Estado viable? ?Cree que podr¨¢ conseguirlo sin enfrentarse a los ricos y a los poderosos?
-Colombia ha tenido una tradici¨®n de responsabilidad y prudencia macroecon¨®mica. La econom¨ªa est¨¢ creciendo a tasas altas. Nuestras tarifas impositivas son bastante altas, lo que pasa es que hay mucha evasi¨®n. Ah¨ª hay un campo grande para aumentar los recursos y lo estamos haciendo. El plan de desarrollo tiene una previsi¨®n de ingresos fiscales que es consecuente con los gastos que tenemos. Y estamos en una bonanza minera y petrolera que nos dar¨¢ recursos suficientes, espero, para poder hacer lo que est¨¢ en el plan en los pr¨®ximos cuatro a?os.
-Usted est¨¢ dise?ando o teniendo una visi¨®n del futuro para Colombia que parece bastante dif¨ªcil de culminar en solo cuatro a?os....
-Yo quisiera poderlo hacer en solo cuatro a?os. Estoy trabajando con toda la dedicaci¨®n, intensidad y rapidez para poder hacerlo en cuatro a?os, porque tambi¨¦n tengo una gran convicci¨®n, y es que para un pa¨ªs lo m¨¢s importante son sus instituciones. Pero si me pregunta si estoy pensando en la reelecci¨®n...
-Efectivamente, le estoy preguntando por la reelecci¨®n.
-Entonces la respuesta es no. Espero no tener que reelegirme, haber terminado en cuatro a?os y terminar mi vida mirando hacia el pasado con la suficiente satisfacci¨®n.
3.- CH?VEZ Y EE UU, A LA VEZ. El 10 de agosto del a?o pasado, apenas tres d¨ªas despu¨¦s de tomar posesi¨®n, Santos protagoniz¨® el giro m¨¢s sensacional de su presidencia: vol¨® a una finca de Santa Marta, en Colombia, donde se abraz¨® con Hugo Ch¨¢vez. El presidente venezolano hab¨ªa descalificado en t¨¦rminos muy duros a Santos como ministro de Defensa, hab¨ªa augurado una guerra si este ganaba las elecciones y, en general, hab¨ªa sostenido un enfrentamiento constante con ?lvaro Uribe que deriv¨® en una ruptura de relaciones diplom¨¢ticas y un temor real a que un conflicto entre ambos pa¨ªses arrastrase al conjunto de la regi¨®n a una profunda desestabilizaci¨®n. Ante los ojos at¨®nitos de sus conciudadanos y de media Am¨¦rica Latina, am¨¦n de Washington, Santos pareci¨® arreglar en cuatro horas una pelea de a?os. Imposible, pues, extraer mayor rendimiento de un abrazo, le digo.
-Much¨ªsimo rendimiento, en efecto. Mire, es que cuando llegamos, con Venezuela no hab¨ªa di¨¢logo, no hab¨ªa relaciones diplom¨¢ticas, no hab¨ªa comercio, no hab¨ªa posibilidades de que nos pudieran dar un solo centavo de las deudas que ten¨ªamos. Ch¨¢vez est¨¢ ahora azuzando a nuestros enemigos desde su territorio. Antes, ya se hablaba de algo que a m¨ª me parec¨ªa inconcebible: de guerra. Entonces ten¨ªamos el peor de todos los mundos. Lo que hoy tenemos es realmente diferente. Tenemos un di¨¢logo, tenemos relaciones diplom¨¢ticas, tenemos comercio, nos han pagado parte de las deudas e inclusive tenemos una cooperaci¨®n en materia de seguridad.
-?Y todo se consigui¨® con un simple gesto, sin m¨¢s?
-Es que los gestos en la pol¨ªtica y en la vida son fundamentales. El presidente Ch¨¢vez y yo tradicionalmente hemos tenido una relaci¨®n muy complicada porque nos hab¨ªamos dicho mutuamente cosas muy agresivas. Pero a m¨ª me pregunt¨® que si yo hab¨ªa cambiado de parecer y yo le contest¨¦: "Es que ahora soy presidente de la Rep¨²blica y tengo una responsabilidad con el pueblo colombiano". Siempre he mantenido que uno puede tener unas buenas relaciones con personas, ya sea con el vecino o con el presidente, aunque se piense diametralmente opuesto, si se respetan las diferencias y eso fue lo que establecimos con el presidente Ch¨¢vez. Yo no voy a pretender que piense como yo, que se vuelva un dem¨®crata liberal, ni yo me voy a volver un revolucionario bolivariano, pero si nos respetamos las diferencias y ¨¦l no se mete en mis asuntos colombianos, ni yo me meto en asuntos venezolanos, podemos tener unas relaciones como las que estamos teniendo. Yo creo que as¨ª ganan los dos pueblos, el venezolano y el colombiano.
-De todas formas, me reconocer¨¢ que resulta inquietante que la regi¨®n haya estado al borde de una guerra solo por el car¨¢cter de dos l¨ªderes...
-Pero es que la historia est¨¢ plagada de ejemplos donde el car¨¢cter de los l¨ªderes, la enemistad de los l¨ªderes, determinan el futuro de pueblos enteros. As¨ª es la historia, desafortunadamente.
-Ch¨¢vez se comprometi¨® a no permitir la presencia de grupos armados al margen de la ley. ?Les consta que se hayan cerrado campamentos de las FARC?
-No nos consta y eso no se puede hacer de un d¨ªa para otro. ?l se ha comprometido con la no presencia de los grupos y ya estamos viendo m¨¢s presencia de la guerrilla del lado nuestro. Y nos est¨¢ entregando por primera vez gente capturada all¨¢. Yo espero que eso contin¨²e porque para nosotros es muy importante.
-De todas maneras, eso de que Ch¨¢vez es su "nuevo mejor amigo", no se lo cree nadie, empezando por ¨¦l...
-Es una iron¨ªa. Lo dije de forma ir¨®nica, pero s¨ª tengo muy claro que quiero tener una relaci¨®n cordial y constructiva con ¨¦l. Eso es muy bueno para Venezuela y muy bueno para Colombia.
-Algunos creen o temen, o afirman creer o temer, que Colombia se est¨¢ alejando de Estados Unidos. ?Qu¨¦ fundamento tiene esto?
-Ninguno. Yo soy muy proamericano. Y seguir¨¦ siendo muy proamericano, pero eso no excluye que sea amigo de otros pa¨ªses. Tal vez lo que estamos haciendo es diversificando nuestras relaciones internacionales y dejando de depender tanto de Estados Unidos. Pero de ninguna forma el acercamiento m¨ªo a otros pa¨ªses quiere decir que me estoy alejando de Estados Unidos.
-La nueva cercan¨ªa con Ch¨¢vez puede haber influido en esa sensaci¨®n.
-Pero no son excluyentes, es m¨¢s, los americanos est¨¢n muy contentos de la cercan¨ªa con Ch¨¢vez porque eso significa que la regi¨®n deja de tener un foco de conflicto y de dificultad. Y con Ch¨¢vez no quiere decir que yo me vaya a volver antiamericano porque tengo relaciones cordiales con ¨¦l, de manera que ah¨ª no aplica el principio de exclusi¨®n mutua, todo lo contrario, se puede complementar tambi¨¦n.
-El otro asunto es la congelaci¨®n de la autorizaci¨®n para el uso por parte de tropas estadounidenses de bases colombianas.
-No creo que les preocupe. Ellos entendieron perfectamente que aqu¨ª no hay ning¨²n cambio frente a lo que quer¨ªamos antes. Lo que sucedi¨® es que hubo muy mal manejo por parte del Gobierno americano y del Gobierno colombiano en la explicaci¨®n de lo que significaba ese acuerdo y permitieron que realmente se armara una tormenta en un vaso de agua.
-De todas formas, parece darse un sentimiento en Colombia de no entender por qu¨¦ si se consideran aliados estrat¨¦gicos con Estados Unidos todav¨ªa no disponen de un tratado de libre comercio (TLC).
-Es un sentimiento que est¨¢ creciendo. El colombiano com¨²n y corriente no entiende muchas veces la pol¨ªtica interna norteamericana, las dificultades entre los partidos. Ya llevamos demasiado tiempo, m¨¢s de cuatro a?os. Lo importante del tratado, m¨¢s que el acceso al mercado, es la seguridad en las reglas del juego para la inversi¨®n. Esto s¨ª nos puede haber perjudicado un poco. Pero en este momento, mire la iron¨ªa, a quien m¨¢s le conviene el tratado es a Estados Unidos porque ellos s¨ª que pagan aranceles para los productos que exportan a Colombia y est¨¢n perdiendo mercado. Han perdido mercado en todos sus productos agr¨ªcolas frente a Canad¨¢, Argentina y Brasil. O sea, que mientras nos sigan aprobando las preferencias [exenciones arancelarias], los que pierden son ellos.
-No est¨¢ usted jugando al p¨®ker con ellos por el TLC [a Santos, igual que a Roosevelt, le gusta la baraja y es un gran jugador].
-No, no, mucha gente me dice que yo me acerqu¨¦ a Ch¨¢vez, o que hice mi primera visita a Francia para producir celos a los Estados Unidos. No, no hay nada de eso, yo tengo una magn¨ªfica relaci¨®n con el presidente Obama y con los dos partidos, tanto el republicano como el dem¨®crata.
-?Y cu¨¢ndo se va a aprobar?
-Yo creo que este a?o se aprueba.
-?Tiene garant¨ªas de alg¨²n tipo?
-Tengo informaci¨®n. O se aprueba el tratado este a?o o no habr¨¢ tratado. Yo creo que m¨¢s all¨¢ de este a?o es dif¨ªcil que pase.
4.- LA MORAL Y LA DEMOCRACIA: UNA LECCI?N. ?Cu¨¢nto tiempo pueden resistir las instituciones de un pa¨ªs, sin derrumbarse, los ataques combinados de una guerrilla que dura ya 40 a?os y que ha llegado a asediar ciudades y ocupar pueblos; de decenas de miles de paramilitares que las combat¨ªan pero que eran tan asesinos como ella; o de los carteles de narcotraficantes en tiempos m¨¢s poderosos del continente, que derribaban aviones civiles, secuestraban y asesinaban a pol¨ªticos y ciudadanos? ?C¨®mo mantener la cordura y la fe en la democracia cuando los servicios secretos esp¨ªan a la Corte Suprema, docenas de legisladores del partido en el gobierno resultan imputados por sus relaciones con los paramilitares, y una treintena de ellos acaban en la c¨¢rcel? ?C¨®mo asimilar que militares asesinen a dos millares de campesinos, estudiantes, sindicalistas, marginados de todo tipo, los llamados falsos positivos, para hacerlos pasar por guerrilleros abatidos y cobrar las correspondientes recompensas y ascensos?
Todo ello sucede o ha sucedido en Colombia. Y sin embargo, las instituciones del sistema democr¨¢tico no solo se sostienen en pie sino que, en conjunto, probablemente funcionen mejor que en cualquier otro pa¨ªs de la regi¨®n, caracter¨ªstica esta que se ha mantenido inmutable a lo largo de la mayor parte del siglo pasado, en un momento en el que casi todo el subcontinente sucumbi¨® de una forma u otra al autoritarismo en sus distintas formas.
La justicia investiga, los fiscales act¨²an y la prensa denuncia pese a los estrechos v¨ªnculos que caracterizan al establishment colombiano y que en tantos otros pa¨ªses sirven solo para secuestrar a las instituciones. Fue precisamente Semana, un respetado semanario pol¨ªtico, propiedad de Felipe L¨®pez, hijo y nieto de presidentes de la Rep¨²blica, y dirigido por Alejandro Santos, sobrino del actual presidente, el que jug¨® un papel clave en el esc¨¢ndalo de los falsos positivos.
Juan Manuel Santos, entonces ministro de Defensa y superior jer¨¢rquico de los militares acusados, es hoy el presidente de la Rep¨²blica. ?Supone ello una traba m¨¢s al correcto funcionamiento de las instituciones, de los jueces, de la investigaci¨®n?
-En esas falsas ejecuciones extrajudiciales, los llamados falsos positivos, fui precisamente yo con el respaldo del presidente Uribe el que tom¨® las medidas para los que desaparecieron y lo hicimos de una manera contundente, transparente. Tomamos todas las medidas que hab¨ªa que tomar con la Alta Comisaria de Naciones Unidas, que casualmente estaba por aqu¨ª. Por eso digo que eso es un ejemplo para el resto del mundo y el resultado final es que los falsos positivos desaparecieron. Ya no hay denuncias de falsos positivos. El caso ahora es que la gente que fue responsable, pague. Hay m¨¢s de 200 condenas en el sistema judicial y lo que estamos haciendo es darle todo el apoyo a las autoridades y al poder judicial para que pueda juzgar, porque al propio Ej¨¦rcito tambi¨¦n le conviene que los culpables paguen, pero que los inocentes tambi¨¦n sean declarados inocentes, porque aqu¨ª tambi¨¦n ha habido mucha falsa denuncia.
De fondo, siempre, como un angustioso basso osstinato, retumba el inacabable conflicto con la guerrilla. Precisamente el mi¨¦rcoles de la entrevista, a las 6.30 de la ma?ana, las FARC liberaron al primero de cinco prisioneros cuya puesta en libertad se esperaba para los siguientes d¨ªas. ?Pod¨ªa suponer eso un cambio de cara a un posible di¨¢logo?
-De parte m¨ªa, no. No es suficiente, lo he dicho. Lo he repetido muchas veces. Colombia ha sufrido mucho los enga?os de la guerrilla. Yo he dicho que necesito mucho m¨¢s que la liberaci¨®n de cinco secuestrados para que me muestren que realmente hay una voluntad de paz y que vale la pena iniciar alg¨²n tipo de di¨¢logo. Muchas veces han utilizado estos di¨¢logos y estas negociaciones para volverse a fortalecer, para ganar espacio militar o pol¨ªtico y, como dicen vulgarmente en mi pa¨ªs y creo que en Espa?a tambi¨¦n, al perro no lo capan dos veces.
La banda militar ataca furiosamente Funicul¨ª, Funicul¨¤ por en¨¦sima vez en un contrapunto involuntariamente alegre a la solemnidad que destilan las ¨²ltimas palabras del presidente. Entonces Santos se levanta, se despide con mucha cortes¨ªa y se marcha para recibir a C¨¦sar Alierta.
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