"Hay que atajar las diferencias de competitividad en la zona euro"
Wolfgang Sch?uble espera junto a su escritorio, cerca del jarr¨®n con flores que lo adorna. Incluso en mitad del invierno, los despachos del Ministerio federal de Hacienda son m¨¢s di¨¢fanos de lo que sugieren las rotundas fachadas de caliza gris construidas en 1935 para el gerifalte nazi Hermann G?ring. El mi¨¦rcoles, d¨ªa de esta entrevista, era una jornada tensa: Axer Weber, el presidente del Bundesbank, el banco central alem¨¢n, hab¨ªa renunciado a la sucesi¨®n de Jean-Claude Trichet como presidente del Banco Central Europeo (BCE). Y, con ello, hab¨ªa dado al traste con los planes de la canciller democristiana Angela Merkel para poner a un compatriota al frente del banco de bancos y presentar as¨ª el liderazgo alem¨¢n ante unos votantes inquietos por la crisis del euro, a¨²n temerosos de los riesgos que la inestabilidad monetaria encierra para la hoy boyante econom¨ªa alemana.
"Alemania hace propuestas, no mandatos; hay un malentendido" "Aqu¨ª no tenemos la indexaci¨®n de inflaci¨®n y salarios y nos ha ido bien"
"Me pareci¨® que Espa?a est¨¢ bastante de acuerdo con nuestro plan" "No puede ser: solo se pide solidaridad a los que causan menos problemas"
"Me pareci¨® que Espa?a est¨¢ bastante de acuerdo con nuestro plan"
"No puede ser: solo se pide solidaridad a los que causan menos problemas"
Los funcionarios de la Wilhelmstrasse afectaban calma indiferente ante la noticia. Sch?uble rehus¨® hablar de ello. En mitad de la entrevista, una secretaria interrumpi¨® con urgencia: "Llama la canciller". Tras hablar por tel¨¦fono con Merkel, el ministro de 67 a?os regres¨® en su silla de ruedas para seguir conversando con La Tribune, La Repubblica y EL PA?S. Dos d¨ªas despu¨¦s, Merkel y Sch?uble forzaban la retirada de Weber del Bundesbank para el 30 de abril. El mi¨¦rcoles, ¨¦l se concentr¨® en explicar el Pacto de Competitividad propuesto recientemente por Merkel a los 17 pa¨ªses del euro, ahora blanco de encendidas cr¨ªticas. Tambi¨¦n volvi¨® a ponderar la vocaci¨®n europe¨ªsta del Gobierno alem¨¢n, simbolizada en una esquina de su despacho por una peque?a peana que re¨²ne las banderas de la Uni¨®n.
Pregunta. Algunos pa¨ªses interpretan el pacto de competitividad como un intento alem¨¢n de aumentar su hegemon¨ªa en Europa.
Respuesta. No lo es. Pero una de las lecciones de la crisis fue que debemos atajar el problema de las grandes diferencias de competitividad entre los pa¨ªses de la Uni¨®n Monetaria. Es posible que nuestras propuestas se hayan interpretado mal. Es la historia de siempre: si Alemania y Francia presentan propuestas, llueven las cr¨ªticas. Pero si no las hacen, se dice que faltamos a nuestras responsabilidades. Ahora estamos ante una serie de malentendidos: se trata de propuestas, no de mandatos. Todos podemos hacer propuestas y discutirlas. Yo entiendo que pa¨ªses como B¨¦lgica no est¨¦n de acuerdo en eliminar la indexaci¨®n de inflaci¨®n y salarios. Aqu¨ª no tenemos esa indexaci¨®n y nos ha ido bien. La semana pasada [por la cumbre hispano-alemana del 3 de febrero] me pareci¨® que en Espa?a est¨¢n bastante de acuerdo con las propuestas. All¨ª se han alcanzado pactos que van en la misma direcci¨®n.
P. ?Es el pacto una compensaci¨®n que Alemania exige por la ampliaci¨®n del fondo de rescate?
R. Las lecciones de la crisis son: primero, que debemos fortalecer el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento. Segundo, mejorar la competitividad en todos los pa¨ªses miembros. Y tercero, la creaci¨®n de un mecanismo permanente de apoyo. No tiene sentido tratar estos puntos por separado. Solo as¨ª podremos convencer a los mercados financieros de que el euro es estable. Hay que exigir solidaridad a los 17 pa¨ªses del euro. A veces parece que solo se espera solidaridad de aquellos que han causado menos problemas y eso no puede ser. El debate sobre el EFSF env¨ªa a los mercados se?ales equivocadas, que sugieren que ser¨ªa urgente actuar. Pero los mercados est¨¢n sumamente estables desde principios de a?o.
P. El plan Merkel ignora a las instituciones europeas.
R. Cuando la canciller propuso hace unos meses introducir cambios en los Tratados, la reacci¨®n no fue precisamente entusiasta. En particular, la de aquellos que ahora piden m¨¢s pasos hacia la integraci¨®n. Seamos realistas: ahora mismo, la disposici¨®n en Europa a reformar los tratados es escasa. Hay que actuar en el ¨¢mbito de lo posible. Si la Comisi¨®n Europea y el Parlamento, que en realidad tienen la funci¨®n de impulsar la integraci¨®n, reaccionan ante las propuestas extendiendo la impresi¨®n de que solo se mueven por sus propios intereses, provocan malentendidos que deber¨ªan evitarse.
P. ?Tiene sentido introducir un l¨ªmite al d¨¦ficit a imagen y semejanza del alem¨¢n en el resto de las Constituciones europeas?
R. Al respecto he le¨ªdo las cr¨ªticas m¨¢s disparatadas, como que promovemos una germanizaci¨®n forzosa. Pero no se trata de imponer nada, sino de proponer un sistema que a nosotros nos ha beneficiado. Debemos aprender unos de otros.
P. Da la impresi¨®n de que en Alemania se rechaza de plano cualquier transferencia de competencias a Bruselas.
R. El Tratado de Lisboa no fracas¨® aqu¨ª, sino en otros pa¨ªses. Cuando hace 20 a?os recobramos nuestra soberan¨ªa y la integridad territorial, Alemania sigui¨® comprometida con Europa. Pero es natural que se discuta si Europa no es, a veces, opaca y demasiado complicada. Por ejemplo, en el debate sobre los presupuestos europeos. El Parlamento y la Comisi¨®n no pueden pedir a sus miembros que reduzcan sus d¨¦ficits cuando no ven la necesidad de hacerlo ellos. Es peligroso propugnar reglas a las uno no quiere atenerse.
P. ?Hay riesgo para la Uni¨®n Monetaria?
R. El euro no est¨¢ en peligro. La Uni¨®n Monetaria no se romper¨¢. Todos debemos cumplir con nuestras obligaciones. Tambi¨¦n Alemania, reduciendo su deuda, que a¨²n es demasiado alta.
P. La econom¨ªa alemana disfruta ahora del auge de las exportaciones.
R. Hace diez a?os, la situaci¨®n aqu¨ª era complicada, con gran cantidad de problemas que hemos resuelto. Ahora, otros tienen algunos problemas que sabr¨¢n resolver.
P. Dicen que es el ¨²ltimo europe¨ªsta entre los altos cargos de la Uni¨®n... ?Es agradable o m¨¢s bien deprimente?
R. Es equivocado. Se debe a que soy relativamente viejo. Conozco a muchos ministros que son tan europe¨ªstas como lo fue mi generaci¨®n. Los j¨®venes son menos nacionalistas, no solo en Alemania, sino en la mayor¨ªa de los pa¨ªses.
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