Un fen¨®meno
Ronaldo rompi¨® ayer a llorar, vencido finalmente por el dolor contra el que siempre se rebel¨® mientras fue futbolista. Ahora se siente como un jubilado al que le cuesta subir la escalera de su propia casa. Ya no puede disimular por m¨¢s tiempo su sufrimiento ni est¨¢ dispuesto a regresar al quir¨®fano para mostrar despu¨¦s sus dientes de conejo como signo de victoria. Abatido, confes¨® que hab¨ªa experimentado como "una primera muerte", se?al de que jam¨¢s se hab¨ªa rendido, ni siquiera cuando su cuerpo revent¨® en v¨ªsperas de la final de la Copa del Mundo de Francia. Ronaldo ca¨ªa repetidamente y siempre reaparec¨ªa. A veces en el mismo club, otras en uno distinto, no siempre en la misma competici¨®n. Ning¨²n defensa del mundo le tir¨® y si se retira es por culpa de su cuerpo. Se han doblado definitivamente las rodillas del gran Ronaldo.
No era un jugador, sino un goleador. Atacaba como un b¨²falo por su aceleraci¨®n, velocidad y potencia
Aunque los entrenadores siempre le miraban la barriga por la tendencia a engordar, su tal¨®n de Aquiles fueron las rodillas. Daba grima ver las cicatrices que cruzaban sus piernas. Ten¨ªa un cuerpo tan atl¨¦tico que se le conoc¨ªa como El Fen¨®meno. Necesitaba estar en plenitud f¨ªsica para que su juego tuviera sentido. No precisaba de ning¨²n compa?ero para marcar un gol cuando estaba en plena forma. A la que tomaba la pelota y enfocaba la porter¨ªa, resultaba imparable. Atacaba como un b¨²falo por su aceleraci¨®n, velocidad y potencia. No paraba hasta alcanzar el gol. No hab¨ªa zaguero ni obst¨¢culo capaces de interponerse en una carrera que requer¨ªa mucho esfuerzo. La carrocer¨ªa de Ronaldo exig¨ªa unas r¨¢pidas piernas y unas mejores rodillas.
Ronaldo no era un jugador, sino un goleador. La mayor¨ªa de sus tantos respond¨ªa a un anuncio publicitario. El que marc¨® en Santiago al Compostela pasar¨¢ como el paradigma del gol Ronaldo, imposible para cualquier otro delantero, celebrado por Bobby Robson con el mismo asombro con el que presenci¨® el de Maradona en el Mundial de M¨¦xico 1986.
Alrededor de los goles de Ronaldo se montaron multitud de empresas. El volumen del negocio lleg¨® a atemorizar en su d¨ªa a N¨²?ez, que le vendi¨® al Inter por 4.000 millones de pesetas, incapaz de gestionar un icono que acababa de meter 47 tantos en un curso, una cifra que solo ha podido igualar Messi. Ronaldo realiz¨® una temporada memorable en el Barcelona; despu¨¦s, en el Inter, y dej¨® goles imposibles en varios clubes, como el Madrid. Nunca fue un jugador de equipo ni le interes¨® ser el centro del f¨²tbol, sino que su repertorio era personal y abarcaba exclusivamente el frente de ataque. As¨ª que dif¨ªcilmente tendr¨¢ el ascendente de Pel¨¦, de Cruyff, de Maradona, de Di St¨¦fano, de figuras que marcaron ¨¦poca. Tampoco era su objetivo. A Ronaldo solo le interesaba el gol y ah¨ª ha sido un n¨²mero 1. Ning¨²n rival pudo detener su explosividad ni combatir su intuici¨®n ni ning¨²n otro delantero gener¨® mayor sensaci¨®n de peligro cada vez que agarraba el bal¨®n. Individualista como era, a Ronaldo solo le han parado sus rodillas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.