Mon¨®logo de Garz¨®n y una admirable pel¨ªcula iran¨ª
El juez Baltasar Garz¨®n nos hizo creer a muchas personas ingenuas o descre¨ªdas que la justicia, esa abstracci¨®n tan ancestralmente maltratada y deformada, pod¨ªa servir a veces para asustar, acorralar, detener y juzgar a los aut¨¦nticos malos, a los que casi siempre se las han ingeniado para sortearla, re¨ªrse de ella, manipularla, corromperla, comprarla. Da igual que su leg¨ªtima ansia de protagonismo, le acercara a la peligrosa imagen del Llanero Solitario, que todas las acciones que emprendiera fueran machaconamente reflejadas por los medios de comunicaci¨®n, que su figura se asemejara a la de una estrella medi¨¢tica. Lo importante es que aplicaba la ley a los ladrones intocables, a los narcos, a los terroristas de cualquier credo, a los dictadores jubilados y a los antiguos genocidas, a los s¨¢trapas en ejercicio y a los torturadores con licencia, a los que compaginan con c¨ªnica naturalidad la pol¨ªtica con el gangsterismo. Es normal que embistiendo en frentes tan variados y poderosos tuviera un mill¨®n de enemigos, que fuera odiado y envidiado, que la venganza acabara segando su existencia o, en el mejor de los casos, su carrera, que acabaran con su temible poder de forma violenta o turbiamente legal. Que cerraran su boca a perpetuidad o que le despojaran de su autoridad. La pel¨ªcula fue ¨¦pica durante mucho rato y acab¨® siendo sombr¨ªa. Los villanos lograron triturar al h¨¦roe con metodolog¨ªa artera.
El documental de Coixet tiene un problema: solo o¨ªmos al juez
Seg¨²n cuenta el protagonista de Escuchando al juez Garz¨®n, ese regalo con formato de entrevista que le ha hecho Isabel Coixet ofreci¨¦ndole la oportunidad de expresar ante una c¨¢mara su trascendente labor y el calvario que est¨¢ pagando por ella, un juez no tiene por qu¨¦ ser un h¨¦roe sino limitarse a hacer bien su trabajo. Pero realizarlo con profesionalidad, persiguiendo a los dragones m¨¢s variados en sus cuevas, deduzco al ver su caso, o el de los asesinados Falcone y Bordellino, que es algo que asegura infinitas papeletas para el concurso de m¨¢rtires.
Pero Escuchando al juez Garz¨®n tiene un problema, y es que solo le o¨ªmos a ¨¦l, que el interlocutor que tiene enfrente y la directora que filma su testimonio no le plantean ning¨²n interrogante inc¨®modo, se limitan a asentir y a mostrar su fervor y solidaridad con el eterno perseguidor de felon¨ªas al que sus enemigos han transformado en v¨ªctima. A los fans de Garz¨®n no tienen que convencernos de su coraje y su integridad. Tenemos muy claro que es el bueno en esta negra historia. Pero a?adir un poco de complejidad y de incertidumbre podr¨ªa servir para que la gente an¨®nima, no los interesados urdidores de su desgracia, que dudan de la honestidad de Garz¨®n a ra¨ªz de sabias campa?as de desprestigio, pudieran disponer de variados contrastes antes de emitir su juicio. A m¨ª, que desear¨ªa ver en activo a este juez hasta que sus facultades mentales y an¨ªmicas se lo permitan, su mon¨®logo (calificarlo de entrevista ser¨ªa excesivo) no me descubre nada nuevo. Estoy seguro de su verdad, pero preferir¨ªa que esta fuera siempre acompa?ada de matices. Escuchando al juez Garz¨®n deber¨ªa servir para plantear serias dudas a los que creen que su conducta y sus m¨¦todos merecen la exclusi¨®n y el castigo. Y no incluyo a estos entre el facher¨ªo militante o pasivo, los delincuentes de altos vuelos, los que resuelven a bombazos sus diferencias ideol¨®gicas, los implacables mercenarios que han planificado la campa?a para destruirlo. Hablo de los bienintencionados que creen que siempre hay motivos razonables cuando la ley juzga a sus reos.
El cine iran¨ª, que tantos pesares aunque tambi¨¦n pl¨¢cidos ronquidos me ha proporcionado, acaba de compensarme con una pel¨ªcula excelente. Se titula Nader y Simin, una separaci¨®n y la dirige Asghar Farhadi, se?or que ya demostr¨® en A prop¨®sito de Elly una notable capacidad para hablar con lenguaje di¨¢fano de la turbiedad de las relaciones humanas. En ¨¦sta, cuenta de forma primorosa, retratando la complejidad de comportamientos que parec¨ªan transparentes, una historia en la que un hombre es acusado por la mujer que cuidaba a su padre senil de haberla maltratado hasta el punto de provocarle un aborto. Hay un marido irascible y derrotado que huele el dinero que puede sacar de acusaci¨®n tan terrible, una exmujer que intenta aprovecharse de esta tragedia para recuperar la custodia de la hija, ni?os perplejos y sufrientes que han sido testigos del supuesto horror, medias verdades y mentiras que no llegan al final, laicismo y religi¨®n, tribunales dubitativos, la sensaci¨®n de que el miedo, las carencias y el abatimiento empapan la atm¨®sfera ambiental de esa sociedad. Farhadi muestra el anverso y el reverso de v¨ªctimas intercambiables, la seguridad de que todos tienen sus comprensibles razones para actuar como act¨²an, las zonas de sombra en lo aparentemente luminoso. Y te contagia la tensi¨®n y el drama de sus equ¨ªvocos personajes, te transmite con enorme talento la complicaci¨®n emocional que rodea a comportamientos que parec¨ªan lineales.
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