Cine tan independiente como prescindible
Existen mitos justificados sobre la frescura, originalidad, libertad y transgresi¨®n del cine independiente norteamericano. La etiqueta siempre otorga cierto prestigio, pero puede ser tambi¨¦n una excusa perfecta para suplir la falta de talento con pretensiones de vanguardia. Sospecho que entre los directores m¨¢s dotados que se han iniciado en este movimiento, los que adem¨¢s de tener algo s¨®lido que contar saben c¨®mo hacerlo, su mayor ilusi¨®n es que el ¨¦xito minoritario de sus primeros proyectos les permita dar el salto a la gran industria. O sea, eso tan vulgar y embrutecedor de disponer de guiones s¨®lidos, dirigir a los mejores actores, poseer los m¨¢s potentes medios t¨¦cnicos en rodajes con duraci¨®n razonable y producci¨®n cuidada. Los m¨¢s listos acaban logr¨¢ndolo, aunque siempre existir¨¢ un melanc¨®lico coro cr¨ªtico y colegas resentidos que les acusen de traici¨®n a los viejos principios y lamenten la p¨¦rdida de su antigua fuerza y libertad creativa.
Por supuesto, en el cine independiente tambi¨¦n abundan los tontos, los cuentistas y los ineptos, los que confunden improvisaci¨®n con chapuceo, imaginaci¨®n con onanismos mentales, experimentaci¨®n con impotencia expresiva. Algunos, si saben tirarse el rollo, pueden vivir del malditismo mucho tiempo. Su p¨²blico, eso s¨ª, siempre ser¨¢ pat¨¦ticamente exiguo aunque enfervorizado. Y, c¨®mo no, jam¨¢s despreciar¨¢n las subvenciones acad¨¦micas y p¨²blicas. Cosas del cine, cosas de la vida.
Yellow to the sky es la primera pel¨ªcula que dirige Victoria Mahoney y posee todos los defectos del cine independiente, pero resulta arduo encontrarle alguna de sus virtudes. El gui¨®n es tan deslavazado como caprichoso, los personajes dicen y hacen lo primero que se les ocurre, los int¨¦rpretes se mueven como amiguetes, la violencia interna o subrayada da un poco de risa. Se supone que la directora habla con intensidad de adolescentes pandilleros, de una familia cuyo padre es alcoh¨®lico y maltratador y la mujer y las hijas deben aprender la supervivencia m¨¢s dura en casa y en la calle, de colegios que parecen un campo de batalla. Este material vocacionalmente tr¨¢gico est¨¢ desarrollado con torpeza fatua, con realismo falso, con una violencia que pretende ser cat¨¢rtica, pero se queda en gratuita.
Almanya, dirigida por Yasemin Samdereli, tambi¨¦n es una ¨®pera prima (a la Berlinale, siempre tan progresista, le ha dado este a?o por la promoci¨®n de los nuevos autores, de ah¨ª que al consultar el primer d¨ªa el cat¨¢logo descubriera que no sab¨ªa nada de la mayor¨ªa de los directores que compiten en la secci¨®n oficial), pero esta, a diferencia de la independiente norteamericana, prefiere el alm¨ªbar a la amargura. Cuenta la historia de una familia turca de emigrantes que llevan 45 a?os viviendo en Alemania, la confusi¨®n de las nuevas generaciones respecto a su identidad, el viaje de todo el clan a las ra¨ªces intentando despejar esas torturantes dudas. Todo es amable, humor¨ªstico, costumbrista, simp¨¢tico, tierno y bienintencionado. Algo que no garantiza el buen cine, pero que en este caso tampoco te enerva. La ves y la olvidas.
Hablan con insistencia de la recuperaci¨®n del cine alem¨¢n, pero ese milagro no resulta evidente en las pel¨ªculas nacionales que suele exhibir la Berlinale. Por ejemplo, aqu¨ª no hubo noticias ni cercanas ni lejanas de La vida de los otros, que es la pel¨ªcula m¨¢s desasosegante y poderosa en los ¨²ltimos a?os del cine de este pa¨ªs. La enfermedad del sue?o, dirigida por Ulrich Kohler, sigue lamentablemente fiel a la duradera ola de mediocridad. Describe de forma muy confusa el malestar interno de un alem¨¢n que dirige en ?frica un programa especializado en la enfermedad del sue?o y de un m¨¦dico franc¨¦s que a pesar de sus or¨ªgenes congole?os se siente expatriado en ?frica. No hay nervio, ni profundidad, ni emoci¨®n al retratar la problem¨¢tica de esta gente. No sabes muy bien lo que ha pretendido contar el director. ?l, probablemente, tampoco.
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