De los veteranos de la Divisi¨®n Azul a los de Bosnia
Las Fuerzas Armadas son la instituci¨®n que m¨¢s ha cambiado en estos 30 a?os
"La ¨²nica intervenci¨®n leg¨ªtima de los militares en la vida pol¨ªtica es el ejercicio de su derecho de voto, como cualquier ciudadano". La frase corresponde a una entrevista publicada por EL PA?S el 1 de febrero de 1981 con el entonces presidente de Portugal, Ramalho Eanes, general ¨¦l mismo, pero parec¨ªa dirigida a Espa?a. Solo dos meses antes hab¨ªa entrado en vigor la reforma del C¨®digo Penal Militar, que trasladaba a la justicia ordinaria los procesos abiertos en los juzgados militares por supuestas injurias al Ej¨¦rcito. Estaban encausados la directora de cine Pilar Mir¨® y el periodista Miguel ?ngel Aguilar, entre otros.
El encaje de las Fuerzas Armadas en el marco constitucional no fue un proceso f¨¢cil ni r¨¢pido. La Ley Org¨¢nica de Defensa Nacional, de 1980, a¨²n situaba a la Junta de Jefes de Estado Mayor (Jujem) como el "¨®rgano colegiado superior de la cadena de mando militar", y relegaba a un papel secundario al ministro de Defensa. Todos los miembros del Consejo Superior del Ej¨¦rcito hab¨ªan combatido en el bando nacional durante la Guerra Civil, y muchos se hab¨ªan alistado en la Divisi¨®n Azul con la que Franco apoy¨® a Hitler. Era el caso de Jaime Milans del Bosch, que se sublev¨® en Valencia el 23-F, pero tambi¨¦n de Jos¨¦ Gabeiras Montero, jefe del Ej¨¦rcito de Tierra y uno de los art¨ªfices del fracaso del golpe, quien en la Pascua Militar de 1981 advert¨ªa contra los cantos de sirena de los ultras: "No dejaremos que nadie nos utilice como instrumento, y a nadie daremos opci¨®n a que nos identifique con sus propios intereses o nos excite a protagonismos inoportunos".
El Ej¨¦rcito de Franco no serv¨ªa para defender Espa?a sino para ocuparla
El Ej¨¦rcito que hered¨® la democracia era el de Franco: sobredimensionado (con 310.000 efectivos, el 70% reclutas de reemplazo), mal equipado (sus mejores armas eran material de segunda mano donado por EE UU a cambio de instalar bases en suelo espa?ol) y obsesionado con el enemigo interior. Su organizaci¨®n territorial -nueve regiones militares con un capit¨¢n general al frente de cada una- estaba concebida para ocupar Espa?a, no para defenderla.
Por eso, lo primero que hizo Leopoldo Calvo-Sotelo cuando, superado el sobresalto, se vio investido presidente, fue meter a Espa?a en la OTAN. A toda prisa y pese a las protestas del PSOE, que acab¨® convalidando la permanencia en la Alianza Atl¨¢ntica en el refer¨¦ndum de 1986, prometido para salir y convocado para quedarse. Pretend¨ªa que el roce con sus hom¨®logos occidentales inculcase en los militares espa?oles la subordinaci¨®n al poder civil y democr¨¢tico.
Fue, sin embargo, a partir de 1989 cuando las Fuerzas Armadas espa?olas salieron definitivamente de su ensimismamiento para asomarse al exterior. En Angola comenz¨® una serie de misiones internacionales que (bajo bandera de la ONU, la UE o la OTAN) no han cesado hasta hoy, y por las que han pasado m¨¢s de 120.000 militares. Si los altos mandos de 1981 eran veteranos de la Guerra Civil, hoy es raro el que no ha estado destinado en Bosnia-Herzegovina, en cuya pacificaci¨®n se ha empe?ado el Ej¨¦rcito en los ¨²ltimos 18 a?os. La intervenci¨®n en los Balcanes, Ir¨¢n, Afganist¨¢n o L¨ªbano ha tenido un alto coste: 159 muertos. Pero tambi¨¦n beneficios tangibles: los militares espa?oles han puesto a prueba sus capacidades y han salido airosos, evitando los esc¨¢ndalos que han salpicado a otros ej¨¦rcitos occidentales. Ello ha contribuido a la mejora de su imagen, como reflejan las encuestas del CIS que, desde 2008, sit¨²an a las Fuerzas Armadas como la instituci¨®n m¨¢s valorada por los espa?oles (5,96 sobre 10).
No es solo un cambio de imagen. Probablemente las Fuerzas Armadas sean la instituci¨®n que m¨¢s profundamente se ha transformado en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. Es verdad que la supresi¨®n del servicio militar obligatorio, el 31 de diciembre de 2001, vino forzada por el ¨¦xito de la objeci¨®n de conciencia, que provoc¨® una fuga masiva de reclutas. Y que fue un salto sin red, que dej¨® vac¨ªos los cuarteles y oblig¨® a atracar barcos por falta de marineros. Pero la Ley de Tropa y Mariner¨ªa de 2006, que mejor¨® las retribuciones, y la crisis econ¨®mica, que dispar¨® el paro a partir de 2008, invirtieron la tendencia. Hoy a los ej¨¦rcitos les sobran aspirantes.
De los 83.184 efectivos de tropa que hay en filas, 14.082 (casi el 17%) son mujeres. La incorporaci¨®n de la mujer, a partir de 1988, fue una gran revoluci¨®n silenciosa, que se ha hecho sin que chirr¨ªen en apariencia las estructuras de una organizaci¨®n tradicionalmente machista. No obstante, todav¨ªa m¨¢s del 95% de los aspirantes a ingresar en las academias de oficiales son hombres.
El pasado 9 de febrero, un brigada del Ej¨¦rcito en activo entr¨® en el Congreso. Pero no lo hizo para secuestrar a los diputados, sino para trasladarles, en nombre de una asociaci¨®n de militares, sus puntos de vista sobre la Ley de Derechos y Deberes de los miembros de las Fuerzas Armadas, actualmente en tr¨¢mite. Han hecho falta 30 a?os para verlo.
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