La miseria y la nada
El lector que se encuentre en su librer¨ªa habitual con la edici¨®n espa?ola de Nada no hallar¨¢ en la portada ni en la contraportada ninguna pista que le pueda llevar a pensar que es una novela originalmente escrita para adolescentes. Tampoco es el primer caso de literatura juvenil que conquista al p¨²blico adulto, se propaga de boca en boca y se convierte por m¨¦rito propio en una novela para lectores de todas las edades. Pero Nada va un paso m¨¢s all¨¢: su tem¨¢tica es tan arriesgada y su tratamiento tan crudo que ha ido sembrando la pol¨¦mica a su paso, gan¨¢ndose admiradores y detractores cuyas disputas en torno a la visi¨®n descarnada que proyecta la obra han acabado lanzando a la fama a su autora.
Nada
Janne Teller
Traducci¨®n de Carmen Freixenet
Seix Barral. Barcelona, 2011
158 p¨¢ginas. 16 euros
Ya con el libro en sus manos, el lector ver¨¢ en la solapa una foto de Janne Teller y la breve rese?a biogr¨¢fica al uso que, en este caso, aporta m¨¢s informaci¨®n de lo habitual, ya que su ¨¢rea de especializaci¨®n profesional antes de dedicarse a la literatura (la gesti¨®n de conflictos) y los lugares donde ha vivido y trabajado para organismos internacionales (Tanzania, Bangladesh y Mozambique) son datos de especial relevancia a la hora de entender la estructura y concepci¨®n de la novela. La prevenci¨®n y gesti¨®n de conflictos son una rama relativamente joven de la acci¨®n exterior, a caballo entre la cooperaci¨®n al desarrollo y la ayuda humanitaria, que se propone analizar los escenarios pol¨ªticos para detectar semillas de violencia y atajar posibles guerras, ¨¦xodos o genocidios. Y al igual que sucede con la cooperaci¨®n, se trata de una disciplina que pretende a duras penas encajar la realidad en marcos l¨®gicos, metodolog¨ªas, planes de acci¨®n y escenarios te¨®ricos que a menudo son desbordados por los acontecimientos.
Quiz¨¢ debido a una feliz deformaci¨®n profesional, Teller ha trasladado al terreno narrativo el rigor conceptual de este enfoque para abordar problemas tan actuales como la intolerancia, el proselitismo, el miedo colectivo o el fundamentalismo, hasta cerrar un artefacto de ciento cincuenta p¨¢ginas que al lector descuidado le puede explotar en las manos. Y es que el argumento prende como una mecha ya desde el arranque, cuando un alumno abandona su escuela en un peque?o pueblo dan¨¦s exclamando: "Nada importa. Hace mucho que lo s¨¦. As¨ª que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo". Empe?ados en demostrarle que la vida tiene sentido, sus compa?eros emprender¨¢n un juego de pruebas y sacrificios que les ir¨¢n precipitando en una espiral demoledora. Vale que los personajes se le quedan a Teller un poco huecos y acartonados, que la secuencia de los hechos es poco veros¨ªmil, que la prosa peca de una simplicidad extrema y las t¨¦cnicas narrativas para generar suspense tienen escaso valor literario. Pero a medida que uno avanza en la lectura y va asistiendo a esa escalada de violencia que conduce a escenas cada vez m¨¢s truculentas, tambi¨¦n va entendiendo que su objetivo consiste en reclamar al lector una actitud cr¨ªtica y despierta. Despu¨¦s de todo un planteamiento tan esquem¨¢tico es propio de esa "novela de ideas" que ya Voltaire cristaliz¨® con su C¨¢ndido, donde los personajes encarnan modos de ser o actitudes, y la acci¨®n sirve de cauce para un proceso reflexivo que saca a la luz cuestiones pol¨ªticas o filos¨®ficas de gran calado.
Es a trav¨¦s de esta v¨ªa, y no del estilo o la trama, como Nada logra lo que casi toda obra literaria se propone: conmocionar al lector, estallarle en la conciencia y dejar una onda expansiva que se prolonga durante d¨ªas, incit¨¢ndole a reflexionar sobre temas que no se explican f¨¢cilmente en una columna de peri¨®dico o una cu?a del telediario. Pero ante todo, al ofrecer un espejo que no devuelve una imagen precisamente grata del ser humano, impone una obligaci¨®n moral que afecta por igual a j¨®venes y adultos de los pa¨ªses supuestamente desarrollados: la necesidad de anteponer la autocr¨ªtica a la autocomplacencia cuando nos permitimos juzgar lo que ocurre en otras sociedades sin preguntarnos hasta qu¨¦ punto somos responsables de la miseria ajena, y en qu¨¦ medida la llevamos dentro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.