"Las preocupaciones de un croma?¨®n eran semejantes a las nuestras"
Entre fotos de una tribu can¨ªbal y las botas de una expedici¨®n a la Ant¨¢rtida. Ah¨ª decide comer, el d¨ªa de su cumplea?os, Rodrigo de Balb¨ªn Behrmann (Asturias, 1946), catedr¨¢tico de Prehistoria responsable de las exploraciones de Siega Verde (Salamanca) y de la cueva de Tito Bustillo (Asturias), ambas Patrimonio Mundial. "Se me olvid¨® la celebraci¨®n, ten¨ªa que cocinar para mi familia, pero lo he dejado todo listo para la cena", comenta al sentarse a la mesa y pedir una botella de Cune.
Impresiona con su aura de profesor; entretiene cuando habla sobre cuevas, sociedades prehist¨®ricas y arte rupestre. "No me gusta el concepto de arte paleol¨ªtico, prefiero hablar de graf¨ªas. La parte est¨¦tica de las im¨¢genes, que no es desde?able, no me interesa. Me centro en la informaci¨®n que aportan para recrear el compor-tamiento de sociedades pasadas".
El historiador ha trabajado en dos enclaves declarados Patrimonio Mundial
Como en las mejores haza?as de descubrimientos, un pastor encontr¨® el primer grabado sobre una roca en Siega Verde. "?Ha visto alg¨²n dolmen?", le preguntaron. El hombre contest¨® que d¨®lmenes no, pero que hab¨ªa vislumbrado la silueta de un caballo en una piedra. Ese fue el comienzo de una b¨²squeda, en un peque?o valle en Salamanca, casi en la frontera con Portugal, que acab¨® con la revelaci¨®n de 480 petroglifos. "Fui con mi mujer, tambi¨¦n catedr¨¢tica, y en los m¨¢rgenes del r¨ªo ?gueda encontramos grabados que cambiaban el sentido del arte paleol¨ªtico", recuerda con un nacho en la mano. Era primavera de 1989; dos d¨¦cadas despu¨¦s, concretamente el pasado mes de agosto, ese enclave consigui¨® el reconocimiento de la Unesco.
"El arte paleol¨ªtico siempre se consider¨® como algo misterioso. Aparec¨ªa en lugares rec¨®nditos y oscuros. Las im¨¢genes se interpretaban como algo ritual pero las manifestaciones al aire libre muestran que se hac¨ªa lo mismo en lugares de vivienda o sitios de paso. Eran se?ales", explica. En Siega Verde las recreaciones de caballos y uros pod¨ªan indicar una zona de caza estival. "Reducirlo todo a una cuesti¨®n religiosa es una simpleza", a?ade Balb¨ªn que estudi¨® en la Complutense entre 1963 y 1968. "Entr¨¦ en la uni y nunca me fui; soy generaci¨®n del 68". Pol¨¦mico, para defender su trabajo se pele¨® con la Junta de Castilla y Le¨®n. "Creo que es por mi afici¨®n a decir la verdad", puntualiza ante un plato de rabo de toro. Contundente, en 1995 dej¨® Salamanca; en 2005, volvi¨®. En Tito Bustillo, cueva incluida en el ¨¢rea de Altamira, trabaj¨® desde 1974 hasta 2008. "Soy doble Patrimonio Mundial, igual es por mi edad", bromea.
Balb¨ªn disfruta con la prehistoria, incluso en su vertiente pop: le encandil¨® Parque Jur¨¢sico y recuerda varios pasajes de la saga literaria Los hijos de la Tierra, de Jean M. Auel, o "las aventuras sexuales de una croma?¨®n", como la denomina. "El primer libro estaba bien, pero acaba siendo una novela er¨®tica ambientada hace 30.000 a?os". Los petroglifos de Siega Verde datan del 18.000 al 14.000 antes de Jesucristo y alguno incluye motivos que podr¨ªan ser sexuales. "Hablamos de seres iguales a nosotros", explica. En aquella ¨¦poca no tomaban caf¨¦, pero Balb¨ªn no duda de que "sus preocupaciones eran semejantes a las nuestras: salud, poder o sexo". "En realidad, no hemos cambiado tanto, siempre volvemos a la prehistoria".
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