Primer autotrasplante de sangre de cord¨®n umbilical en Espa?a
Una ni?a de C¨®rdoba se recupera de un tumor con la ayuda del procedimiento
Alba Ram¨ªrez es la primera persona que ha recibido en Espa?a c¨¦lulas madre de su propio cord¨®n umbilical, como parte del tratamiento para luchar contra su tumor cerebral, o al menos la primera conocida. La intervenci¨®n se realiz¨® el 12 de julio de 2009 en el hospital del Ni?o Jes¨²s de Madrid, pero se ha conocido ahora, cuando la situaci¨®n de la ni?a ha mejorado tanto que permite tener esperanzas sobre su futuro.
"La ni?a ten¨ªa un meduloblastoma, un tumor s¨®lido", cuenta Luis Madero, jefe del Servicio de Oncohematolog¨ªa del hospital. Este factor era clave: si se hubiera tratado de una leucemia, mucho m¨¢s habituales en peque?os, el autotrasplante de cord¨®n umbilical habr¨ªa sido mucho menos aconsejable, porque "suelen ser enfermedades gen¨¦ticas, y la causa ya estar¨ªa en la sangre del cord¨®n", explica.
Las c¨¦lulas madre ayudan a recuperar las defensas tras la quimioterapia
El padre decidi¨® "hacer un seguro de vida" peculiar a su hija cuando naciera
Adem¨¢s, en el caso de Alba se dieron otros factores. "Ten¨ªa muy mal diagn¨®stico, ya hab¨ªa sido operada y sab¨ªamos que los padres hab¨ªan guardado el cord¨®n en una empresa privada. Si no, hubi¨¦ramos tenido que usar su sangre perif¨¦rica, que es el tratamiento habitual", dice el m¨¦dico. Tambi¨¦n usaron esta t¨¦cnica para acelerar el proceso, por lo que el m¨¦dico prefiere decir que el autotrasplante "ayud¨® a la curaci¨®n".
Y esto, con matices, ya que "aunque la ni?a est¨¢ muy bien, todav¨ªa no han pasado los cinco a?os que se consideran en oncolog¨ªa" para decir que alguien est¨¢ curado. Han transcurrido 19 meses y Alba no est¨¢ curada del todo, pues le queda un resto de tumor, pero permanece estable. Desde julio no requiere medicaci¨®n y hace vida normal.
El propio Madero cree que se trata de un caso excepcional, y no quiere entrar en el debate acerca de si deben guardarse los cordones umbilicales en bancos p¨²blicos (donde cualquiera que lo necesite tiene acceso) o privados (reservado para un ni?o y sus familias). "Con los que hay en los p¨²blicos [ya m¨¢s de 50.000] es suficiente para los casos m¨¢s frecuentes", afirma. "Pero el que quiera y pueda pagarlo, que lo deje en un privado", dice, siempre que sepa que las probabilidades de que lo vaya a usar son "extremadamente bajas" (no hay noticia de otro autotrasplante en Espa?a, donde se calcula que al menos 3.000 padres han optado por esta soluci¨®n, y en el mundo tampoco son m¨¢s de una decena).
Que la ni?a est¨¢ muy bien es f¨¢cil de comprobar. Alba, que ahora tiene cuatro a?os, aparece vestida de rosa, luce una diadema y empuja un carrito de beb¨¦. Es espabilada y habla por los codos, con expresiones que son m¨¢s propias de una ni?a mayor. "Es por el tiempo que ha pasado en el hospital", dice su madre, Teresa, en Cabra (C¨®rdoba) donde residen temporalmente. Viendo a Alba brincar arriba y abajo hace dif¨ªcil imaginar lo que han vivido la cr¨ªa y sus padres. A ella no le importa nada ser una ni?a excepcional.
Una singularidad que empez¨® hace cinco a?os, cuando Santiago Ram¨ªrez supo que iba a tener una hija. En ese momento, su padre estaba enfermo de alzh¨¦imer. Tal vez eso influyera en lo que le dijo a su mujer en el cuarto mes de embarazo: "Teresa, vamos a hacerle un seguro de vida a la ni?a".
No era un documento formal de cualquier empresa, sino algo diferente. Santiago, profesor de inform¨¢tica en un instituto gaditano, hab¨ªa visto y le¨ªdo reportajes acerca de los beneficios de guardar las c¨¦lulas madre de los cordones umbilicales de los reci¨¦n nacidos. Eventualmente podr¨ªan ser ¨²tiles para tratamientos de algunas enfermedades. "Tal vez sirva o tal vez no", le dijo a su mujer, Teresa Molina, profesora de lengua y literatura.
La ni?a naci¨® sin complicaciones el 9 de febrero de 2007. Aquel d¨ªa, Santiago se demor¨® algo m¨¢s que el resto de los padres para ver a su hija. Alba deb¨ªa esperar un poco porque ¨¦l estaba ajetreado precintando y enviando por mensajero el l¨ªquido del cord¨®n umbilical de su peque?a. Cumpliment¨® los formularios y sigui¨® todas las precisas indicaciones de Criocord, la empresa privada con la que hab¨ªa contratado el servicio por unos 1.600 euros para que el material llegase sano y salvo a un banco especializado en B¨¦lgica. La ni?a creci¨® sin problemas los meses siguientes y los padres olvidaron que las c¨¦lulas madre de su hija esperaban en una c¨¢mara. Pero poco antes de cumplir 22 meses, Alba empez¨® a cambiar. "Comenzamos a ver que estaba menos activa", recuerda su madre, "y que ten¨ªa algunos problemas de coordinaci¨®n. Pero eran cosas muy sutiles, de las que nos d¨¢bamos cuenta nosotros. Pero no los pediatras", contin¨²a Teresa.
Pasaron por media decena de m¨¦dicos, todos coincid¨ªan en que a Alba no le pasaba nada. Hasta que lleg¨® el puente del Pilar, cuando la pareja y su hija se encontraban en Cabra, el pueblo cordob¨¦s de donde es Teresa. La ni?a empeor¨®. En el Servicio de Urgencias del hospital Reina Sof¨ªa de C¨®rdoba un m¨¦dico le hizo una prueba. Puso un bol¨ªgrafo delante de la peque?a y le pidi¨® que lo cogiera. Alba no pudo. Entonces, la ingres¨® inmediatamente, advirtiendo a los padres de que pod¨ªa tratarse de una encefalitis o de un tumor cerebral. No se equivoc¨®. Tras practicarle un TAC, los resultados indicaron que exist¨ªa una masa. "Era de muy dif¨ªcil acceso, en el cerebelo", explica Teresa.
Desde el primer momento Teresa repet¨ªa a los m¨¦dicos que hab¨ªan guardado las c¨¦lulas madre del cord¨®n de Alba. Ten¨ªan la esperanza de que pudiesen servir. "Pero los m¨¦dicos nos dec¨ªan que en ese momento no lo necesitaban". El estado de Alba era muy grave. Ten¨ªa un aumento del l¨ªquido cefalorraqu¨ªdeo en el cerebro y le operaron el 15 de octubre de 2008, aunque los cirujanos no pudieron llevarse todo el tumor.
"Ellos iban a seguir el protocolo, es decir, un tratamiento de radioterapia y quimioterapia", prosigue Santiago. "Pero yo estaba asustado. Alba era un beb¨¦. Me inform¨¦ en Internet y me enter¨¦ de los efectos secundarios terribles que este tratamiento puede tener en los ni?os de menos de tres a?os, sobre todo la radioterapia. Pero los m¨¦dicos insist¨ªan en que hab¨ªa que radiarla", contin¨²a el padre. Finalmente, Santiago decidi¨® que se negaba a que su hija recibiese radiaci¨®n.
Los padres consultaron a distintos m¨¦dicos. Uno de ellos, en Madrid, les desaconsej¨® que hiciesen pasar una segunda vez a su hija por el quir¨®fano y les reconoci¨® que el pron¨®stico era muy negativo. "Cre¨ªamos que era el final. Entonces, justo antes de salir de su despacho, le record¨¦ que ten¨ªamos el cord¨®n umbilical de Alba. "Nos dijo: 'hab¨¦is tenido suerte'. Y nos present¨® al doctor Madero".
El m¨¦dico confirm¨® la gravedad de la situaci¨®n -"nos dijo que, en dos a?os, o Alba estaba curada o no estaba"- y les explic¨® los tratamientos que segu¨ªan en su hospital y que no inclu¨ªan la radioterapia. La terapia se centra en la quimioterapia, que se administra en cuatro ciclos y un ¨²ltimo en altas dosis. El tratamiento es tan duro que consume las defensas del cuerpo, por lo que es necesario un trasplante de c¨¦lulas madre para regenerarlas. En el caso de Alba, se trat¨® de un autotrasplante. Santiago repite que hay que potenciar la donaci¨®n de m¨¦dula ¨®sea, porque tambi¨¦n mejora las defensas en estos casos.
Los d¨ªas siguientes la ni?a se mantuvo en aislamiento, esperando a que se le recuperaran las defensas. Los padres aprendieron palabras como neutr¨®filo, un tipo de gl¨®bulo blanco. Y cuando estos empezaron a subir, la ni?a comenz¨® a recuperarse. Alba va al colegio, est¨¢ todo el d¨ªa con amigas. Y disfruta de todo lo que no tuvo en el hospital. "All¨ª, ve¨ªa la tele. Y cuando sal¨ªan ni?os saltando, dec¨ªa: 'mira, pap¨¢, ellos pueden'. Ahora, se pasa el d¨ªa saltando".
Con informaci¨®n de Emilio de Benito.
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