"El poder pasa del editor al lector"
Lo primero que dice Riccardo Cavallero cuando se sienta ante la mesa del comedor de su casa, un edificio en el que vivi¨® el fundador de Mondadori, Arnoldo Mondadori, en Mil¨¢n, es que este cambio va en serio; aquello que siempre se dijo, que un d¨ªa iba a cambiar este universo, es por fin verdad. Y en una frase muy simple ("El poder pasa del editor al lector"), este m¨¢nager de editoriales que ha cruzado de Europa a Am¨¦rica y luego ha hecho el viaje de vuelta, pasando por Espa?a, propone actuaciones ante la nueva situaci¨®n. Gutenberg est¨¢ todav¨ªa por ah¨ª, y seguir¨¢, pero Internet, "lo digital", como dice ¨¦l, marca ya el futuro.
Cavallero es director general de Libros de Mondadori para Italia, Espa?a y Am¨¦rica Latina; Mondadori engloba los sellos Einaudi, Piemme, Sperling a Kupfer, Mondadori y Random House Mondadori. ?l naci¨® cerca de Tur¨ªn, tiene 48 a?os; est¨¢ casado con Teresa, toscana, y tiene un hijo, Giulio, de 13 a?os, nacido en Barcelona. Adem¨¢s del amor a Cadaqu¨¦s, dej¨® en Espa?a (donde ocup¨® diversos cargos editoriales, primero en Grijalbo y despu¨¦s en Random House-Mondadori) muchos afectos (entre otros, el de su a?orado maestro Toni L¨®pez) y experiencias que ahora forman parte de su memoria de editor... La suya ha sido una tarea ejecutiva, como consejero delegado de Random House-Mondadori primero en Nueva York y despu¨¦s en Barcelona...
"El 'e-book' como tal no vale nada. Ya nace viejo. Lo importante es cambiar nuestra forma de trabajar contando con el lector"
"Ser pirateado es casi una satisfacci¨®n para el autor, porque significa que vende mucho. El pirata nunca se equivoca"
Es economista y nadador. Acaso esas dos caracter¨ªsticas le sirvan ahora para saber c¨®mo se nada en las aguas del futuro en el que a¨²n flota el universo Gutenberg.
Pregunta. Es la primera vez que cambia algo de verdad, parece.
Respuesta. S¨ª, por primera vez est¨¢ cambiando el mundo editorial. El digital supone un gran impacto porque el poder pasa del editor al lector. Desde Gutenberg no cambia nada. Hubo cambios mec¨¢nicos, pero el proceso y el negocio no cambiaban. Los editores ten¨ªan el poder de decidir lo que se le¨ªa en un pa¨ªs. Esto conllevaba que los editores malentendieran su actividad, que la hayan confundido con la de impresor o distribuidor, olvid¨¢ndose de la de editor.
P. Y con el libro digital, esto cambia.
R. El poder pasa al lector, que es quien decide lo que quiere, cu¨¢ndo lo quiere, c¨®mo lo quiere y a qu¨¦ precio. Podr¨ªamos compararlo con la revoluci¨®n de Cop¨¦rnico. No es el mundo el que da vueltas alrededor de la Tierra, sino que la Tierra es un planeta que da la vuelta alrededor de un sol, el consumidor, el lector. Este es el gran cambio.
P. ?Y se recibe naturalmente?
R. El mundo editorial no est¨¢ listo para esto. Lo que marcar¨¢ la diferencia -como con los dinosaurios- es que para sobrevivir hay que cambiar de h¨¢bitat. Y hay muchos que en este momento no tienen la fuerza mental para cambiar su forma de trabajar...
P. Al menos ya est¨¢ el e-book ocupando su terreno..., y las editoriales son las que los est¨¢n adoptando...
R. El e-book como tal no vale nada. Ya nace viejo. Lo importante es la revoluci¨®n digital, cambiar nuestra forma de trabajar contando con el lector que est¨¢ al otro lado. Tenemos que entender por primera vez lo que el lector quiere. Hasta ahora hemos vivido en una burbuja de lujo donde pod¨ªas casi prescindir de lo que el lector quer¨ªa.
P. ?El editor tiene que ser distinto?
R. Lo ser¨¢ sin duda. Ha habido un momento en que no se sab¨ªa si el editor era impresor o distribuidor... Cambia la forma de vehicular y entregar un contenido. Creo que en cinco o diez a?os el editor ser¨¢ un bibliotecario. Manejaremos un contenido que tendremos que alquilar. Ya no seremos propietarios de algo, sino que poseeremos lo que nos sirvan en el momento.
P. Entonces, el papel del editor ser¨¢ menos importante.
R. Seguir¨¢ siendo muy importante, pero no ser¨¢ el mismo, ser¨¢ un poco diferente. La revoluci¨®n digital es un cambio impresionante, pero lo que no cambiar¨¢ durante un tiempo largo de este camino es la forma de creaci¨®n, de escribir. Lo digital no va a influir en esto a corto plazo. El escritor har¨¢ experimentos. Ya se han hecho libros de SMS, libros para m¨®viles... En esta primera fase hay una gran borrachera: el autor est¨¢ convencido de que el editor ya no le sirve, que es el agente el que tiene que hacer su labor. Lo que ocurre es que hoy d¨ªa encuentras un mont¨®n de informaciones disponibles, montones de libros que uno se puede autoeditar sin ning¨²n problema, pero no sabes c¨®mo manejarlo... El editor encontrar¨¢ y mantendr¨¢ su papel, que es el de ense?ar a hacer una selecci¨®n, y por otro lado tendr¨¢ que estar muy atento a lo que los lectores quieren... Si no, se quedar¨¢ fuera. Las posiciones de privilegio de estos ¨²ltimos siglos, reducidas b¨¢sicamente a la distribuci¨®n f¨ªsica, se acaban... En diez a?os, esto no existir¨¢. Los editores de grandes grupos, que han basado su ¨¦xito en la distribuci¨®n, tendr¨¢n que buscar nuevas ventajas competitivas porque todo esto se va a liberar...
P. ?Qu¨¦ va a pasar con los derechos de autor? ?Se escurrir¨¢n como el agua en la cesta, como cantaba Harry Belafonte?
R. ?Ja, ja, ja! M¨¢s o menos. S¨ª es verdad que cambia el papel del editor. Ser¨¢ un editor que no vender¨¢ algo, sino que lo prestar¨¢. Creo que en el mundo digital, el editor tendr¨¢ lo que hoy d¨ªa es una televisi¨®n de pago, con unos canales que vender¨¢ por suscripciones... Entonces inevitablemente tiene que buscar tambi¨¦n la f¨®rmula de liquidar los derechos. Estamos acostumbrados a hacerlo de una manera simple: liquidamos los derechos por cada ejemplar vendido. Esto ya no puede ser as¨ª, como en las pel¨ªculas de cine. La entrada generaba unos derechos para la pel¨ªcula. Creo que eso tendr¨¢ que cambiar tambi¨¦n con respecto a los libros. Es m¨¢s complicado, porque el cambio se producir¨¢ en unos veinte a?os, posiblemente. Y hoy d¨ªa el digital ya est¨¢ generando muchos problemas para los abogados porque es dif¨ªcil cuantificar el dinero necesario para pagar los derechos. Ese es el problema.
P. ?Usted cree que se entender¨¢ que no compramos el libro, sino que lo tenemos en pr¨¦stamo?
R. Cuidado. Como editores, el partido lo ganar¨¢ quien consiga trabajar sobre el contenido. Mi objetivo es vender, y por eso no creo que desaparezca el libro en papel. Como en los peri¨®dicos, creo que estamos en el amanecer del digital. Si yo compro el Financial Times desde la suscripci¨®n digital, tengo tambi¨¦n derecho a recibir la copia en papel. Igual que un libro. Si quiero venderte el ¨²ltimo libro de Murakami y t¨² compras el libro f¨ªsico, con el precio que me est¨¢s pagando por ese libro tienes derecho a otras opciones: lo tienes en papel, lo tienes en digital. Y esta es una forma de comprar que seguir¨¢ existiendo, pero conectadas ambas formas, porque el papel sin digital no se podr¨¢ hacer a corto plazo...
P. Y luego est¨¢ el alquiler...
R. S¨ª, la forma por la que opta otro tipo de lector que no quiere comprar ese libro, sino que quiere alquilarlo, como en una biblioteca. El que dice: "Yo quiero una suscripci¨®n de diez euros al mes con la que tenga acceso a una oferta de libros". Y esos libros pueden ser todas las novedades, o toda la novela rosa, o lo que sea... Son dos clientes diferentes, pero, cuidado, son dos formas de disfrutar de un libro... Puede ser que mucha gente quiera comprar libros de Murakami, Garc¨ªa M¨¢rquez o Vargas Llosa para conservarlos en la biblioteca y prefiera otros libros de entretenimiento, como la novela hist¨®rica, con la que disfrute leyendo pero que no quiere guardar en casa...
P. El editor parece el capit¨¢n de un barco, y el mar convoca dos sensaciones: soledad y miedo. ?Tiene usted ahora alguna de esas dos sensaciones?
R. Si me permite bromear, soy muy bueno en nataci¨®n y por eso el mar no me da mucho miedo. El mar te produce una sensaci¨®n de profundo respeto porque sabes que tienes delante una ola muy fuerte que te puede arrastrar. En el mundo literario ocurre m¨¢s o menos lo mismo... Producir libros es la cosa m¨¢s simple. El trabajo de un editor es entregar los libros al lector de una forma clara e inteligible y eso solo lo puedes hacer a trav¨¦s de tus colecciones y de tus sellos. Y desde el punto de vista de la gesti¨®n, de la que tambi¨¦n me encargo como publisher [el responsable global de una editorial], de eso es de lo que me encargo. La empresa se construye alrededor de la figura de los editores; ellos son el coraz¨®n del negocio. Mi receta es muy simple, es la ¨²nica que conozco y es la que aplico en Am¨¦rica, en Europa, y hasta ahora ha funcionado. Nada de soledad o de miedo. El miedo empieza cuando empiezas a olvidarte de esto y subes la producci¨®n para llegar a una facturaci¨®n que es ef¨ªmera, a recoger devoluciones...; es entonces cuando el mar te hunde y acabas como en la pel¨ªcula La tormenta perfecta.
P. ?Estamos en una tormenta?
R. No, no es ninguna tormenta. Estamos en el momento del gran cambio por lo que ocurre con el digital. Un momento en el que debemos tener las agallas de renunciar a los privilegios que hemos conseguido, y que nos han mantenido como l¨ªderes hasta ahora; es un momento para reinventar nuestro trabajo; como todos los momentos de cambio, este puede ser doloroso, inc¨®modo, porque como m¨ªnimo hasta ahora lo controlabas todo, lo sab¨ªas todo de tu mundo. Ahora hay que asumir riesgos, hay que tener mucha curiosidad, experimentar y, sobre todo, estar entrenados para equivocarnos. Quien en los pr¨®ximos cinco a?os no se equivoque, y no se equivoque de manera importante, creo que no llegar¨¢ a los diez a?os.
P. Ya hay riesgos. El pirata est¨¢ ah¨ª esperando a que sea rentable robar libros.
R. S¨ª. La pirater¨ªa es un hecho muy serio, muy doloroso, en algunos pa¨ªses m¨¢s que en otros. Pero, si me lo permite, los piratas son los ¨²nicos que conocen de verdad los best sellers. Para un autor, ser pirateado es casi una satisfacci¨®n porque significa que est¨¢ vendiendo mucho. ?El pirata nunca se equivoca...! Ahora, hablando seriamente, el asunto de la pirater¨ªa es correcto combatirlo todo lo que se pueda, pero si le digo la verdad, la responsabilidad de la pirater¨ªa (hablo de la digital sobre todo) la tienen los editores... La m¨²sica no ten¨ªa barreras de idioma, la vend¨ªan muy cara, te obligaban a comprar un ced¨¦ para que terminaras escuchando una sola canci¨®n. A nivel comercial, esto era sin duda un est¨ªmulo para piratear. Todos hemos pirateado m¨²sica; a los doce o a los quince a?os hemos grabado una canci¨®n de un disco para darle una casete a una novia que nos gustaba. Creo que no hay nadie en el mundo que no lo haya hecho. Por tanto, no hay que asustarse por eso.
P. Pero es un problema para el editor...
R. Cuando la pirater¨ªa se convierte en un fen¨®meno econ¨®mico tan relevante, no es la polic¨ªa la que lo tiene que solucionar. Hay que buscar una soluci¨®n econ¨®mica a nivel editorial. Para el libro, sin duda, ha sido la edici¨®n de bolsillo, que no ha tenido hasta ahora un desarrollo completo ni en el mundo de habla hispana ni en el italiano. Pasar¨¢ lo mismo con el libro digital. Piratear el digital es mucho m¨¢s f¨¢cil. Y adem¨¢s, si el consumidor digital quiere algo, lo quiere ya, no est¨¢ dispuesto a aceptar los planes de la editorial. Lo quiere ya, y si lo encuentra en otro sitio, lo piratea.
P. ?As¨ª de f¨¢cil?
R. Yo no soy un pirata, pero me cargo los Beatles en mi iPod si no los puedo comprar. En el digital, lo que los editores tienen que entender cuando digo que perdemos el poder es esto: nosotros no mandamos ya, ya no decimos: "Esto te lo doy, esto no te lo doy". Alguien dice: "Si no me lo das, lo encontrar¨¦, existe en alg¨²n lugar del mundo...". Tenemos que cambiar nuestra actitud, perder el poder significa que no mandamos nosotros y que tenemos que respetar de verdad al consumidor. Respetarlo significa darle lo que quiere y al precio que quiere. Tenemos que cambiar nuestra mentalidad, saber construir una estructura econ¨®mica que pueda aguantar este cambio. Si no somos capaces, no mereceremos seguir como editores. Eso se llama selecci¨®n natural. ?Creo que Darwin sigue siendo mi luz!
P. ?Todo el poder es del consumidor?
R. No. El poder lo tienen el escritor y el consumidor. El editor es un intermediario, un contacto. Lo que har¨¢ es poner en contacto al escritor con su p¨²blico, que tambi¨¦n cambiar¨¢ porque es un p¨²blico que tiene una comunidad de intereses, ya no es el p¨²blico de antes que todos conoc¨ªamos. No. Se sab¨ªa qui¨¦nes eran aquellos a los que les gusta la novela rosa en la que hay sexo... Con la novela digital estamos vendiendo mucho m¨¢s el sello de la novela rosa porque hay mucha gente que se averg¨¹enza de ir por la calle con un libro rosa. Y se lo lee en el digital. Como pasaba con el porno, que lo llevabas dentro del Financial Times... Por volver al principio, ?pierde poder el editor? S¨ª, por supuesto, tiene que perderlo. El poder lo tiene el autor que escribe, y mi trabajo como publisher es ponerle en contacto con su p¨²blico. Si no, el autor me dejar¨¢ por otro que sabe c¨®mo llegar a su p¨²blico. Antes el problema principal era saber distribuir y llegar con la distribuci¨®n, y eso era verdad tanto para el editor grande como para el peque?o. Ahora no hay distinci¨®n entre el editor grande y el peque?o. La herramienta ha bajado tanto el coste que ya no existe esa diferencia. Ahora no hay excusas para decir que uno no consigue ser exitoso porque es peque?o y los grandes grupos lo est¨¢n matando. Ahora se va a ver de verdad qui¨¦n vale algo.
La selecci¨®n
Le pedimos a Riccardo Cavallero una selecci¨®n de sus preferencias como lector. Su estanter¨ªa es un reflejo de su gusto, "pero no la puedo poner toda". As¨ª que le faltan, en esta lista, "Faulkner, Lobo Antunes, Primo Levi, Dickinson, Phalaniuk, Orwell, David Foster Wallace, Pamuk y muchos, muchos m¨¢s".
Y del uno al diez nos enumer¨® estos como los libros de su preferencia:
1. El guardi¨¢n entre el centeno, de J. D. Salinger.
2. Moby Dick, de H. Melville.
3. El coronel no tiene quien le escriba, de Garc¨ªa M¨¢rquez.
4. Desgracia, de J. M. Coetzee.
5. El bar¨®n rampante, de Calvino.
6. El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas.
7. Una historia conmovedora, asombrosa y genial, de Dave Eggers.
8. Pastoral americana, de P. Roth.
9. Gomorra, de R. Saviano.
10. El proceso, de Kafka.
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