Jap¨®n, tubo de ensayo
La naturaleza y los designios de los hombres parecen haber adjudicado a Jap¨®n el involuntario y doloroso honor de ser uno de los tubos de ensayo de la humanidad, para lo econ¨®mico, para lo nuclear o para lo s¨ªsmico.
El terremoto con tsunami del viernes pasado lo recuerda una vez m¨¢s: el estar asentado Jap¨®n en una de las peores, si no la peor, zona s¨ªsmica que pueda concebirse, ha permitido a sus habitantes el ser pioneros en t¨¦cnicas para prevenir las consecuencias de los movimientos de tierra. La frecuencia con la que se producen all¨ª esos temblores permite, a su vez, cada poco poner a prueba la solidez de los nuevos conocimientos cient¨ªficos y t¨¦cnicos en esa materia. Con el coste atroz que todo eso lleva en vidas humanas primero y en destrucci¨®n de bienes materiales despu¨¦s. Si lo segundo parece que podr¨¢ remediarse con el esfuerzo de los japoneses y la liquidaci¨®n de riqueza financiera acumulada, lo primero, lamentablemente, no.
La reflexi¨®n m¨¢s elemental que puede hacerse sobre la faceta econ¨®mica del desastre es que en Jap¨®n se ha dado por lo tanto una p¨¦rdida de patrimonio acumulado que, sin embargo, permitir¨¢ en el futuro un plus de crecimiento econ¨®mico para reparar los da?os. En esto, el propio Jap¨®n tambi¨¦n tiene experiencia.
Hace poco m¨¢s de diecis¨¦is a?os (enero de 1995), el terremoto de Kobe provocaba, como ahora, una enorme devastaci¨®n. Entonces, adem¨¢s de la elevada cifra de v¨ªctimas, el terremoto destruy¨® riqueza equivalente al 2% del PIB japon¨¦s. Fue un terremoto de menor magnitud, pero se produjo en una zona mucho m¨¢s densamente poblada. Tambi¨¦n es una zona, por tanto, en donde se genera una proporci¨®n del PIB japon¨¦s mucho mayor que en esta, donde la poblaci¨®n est¨¢ mucho m¨¢s dispersa.
Pues bien, el mismo mes del terremoto de Kobe la producci¨®n industrial en Jap¨®n cay¨® un 2,5%, aunque anul¨® esa ca¨ªda con la recuperaci¨®n que experimentaba en los dos meses siguientes. De conjunto, el PIB anualizado de Jap¨®n en el primer trimestre de ese a?o 1995 ascendi¨® a 3,4%, m¨¢s de lo que era su tendencia en ese momento. Los a?os 1995 (completo) y 1996 crecer¨ªa entre el 2% y el 3%.
De ah¨ª que sea de esperar que el impacto sobre el crecimiento de la econom¨ªa japonesa tampoco ahora se vaya a notar. Aunque cualquier afirmaci¨®n de este tipo haya que hacerla con la cautela que imponen las diferentes caracter¨ªsticas que tiene el actual desastre: la acometida del mar y, sobre todo, la energ¨ªa nuclear en riesgo de quedar fuera de control.
Los dem¨¢s c¨¢lculos econ¨®micos afectan ya a empresas concretas: a las compa?¨ªas de seguros y reaseguros; a los pleitos que surgir¨¢n en torno a lo que las p¨®lizas cubren o no; a los futuros beneficios de las constructoras y promotoras inmobiliarias; a la producci¨®n de los fabricantes de autom¨®viles, etc¨¦tera. Y, pensando en t¨¦rminos internacionales, a la cotizaci¨®n del yen, que, el viernes, lejos de debilitarse, se fortaleci¨® frente al d¨®lar. En su evoluci¨®n futura pesar¨¢ el factor negativo de que el sector p¨²blico tendr¨¢ que endeudarse m¨¢s para hacer frente a la reconstrucci¨®n y el que el Banco de Jap¨®n tendr¨¢ que ayudar con tipos de inter¨¦s bajos; aunque fuertemente contrapesado por la repatriaci¨®n de ahorro japon¨¦s invertido en el exterior. Si Kobe sirve de ensayo, el yen probablemente se fortalecer¨¢.
En cualquier caso, ?pobre Jap¨®n!, que adem¨¢s de ser tubo de ensayo por el estancamiento econ¨®mico que inici¨® en 1990 (del que se han extra¨ªdo ense?anzas para la actual crisis econ¨®mica y financiera global), ahora va a serlo tambi¨¦n de su peor pesadilla, la combinaci¨®n de desastre nuclear con movimiento s¨ªsmico.
Juan Ignacio Crespo es director de Thomson Reuters.
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