Fr¨ªo siberiano y orejas generosas
Dos horas y media de festejo, fr¨ªo siberiano y tres orejas generosas. Todo por el mismo precio. La novillada de Javier Molina no fue para echar cohetes, aunque de festejo fallero se trate, pero se dej¨® torear sin problemas. Manse¨® en varas, se distrajo demasiado en los dos primeros tercios, pero lleg¨® a la muleta dando la mano; en plan de amistad incondicional. Y eso que hubo uno, el segundo, que pareci¨® ponerse algo borde de principio: cara alta en varas y banderillas, sin humillar y un geniecillo molesto que promet¨ªa poco bueno. Pero luego cambi¨®. O lo hicieron cambiar. Aquella especie de genio pareci¨® reconvertirse en cierta casta y acab¨® por ser novillo interesante. Todos mansearon en el caballo. Unos m¨¢s, como tercero y quinto, otros algo menos, como primero, segundo y sexto, y otro, el cuarto, que fue m¨¢s discreto. Y los seis, seis dijes. Bonitas hechuras; armoniosas cabezas y una pintura el jabonero que hizo sexto.
MOLINA / DUFFAU, ?LAMO, DUQUE
Novillos de Javier Molina. Correctos de presencia. Mansearon en el caballo pero se dejaron torear.
Thomas Duffau: media (saludos); estocada (oreja). Juan del ?lamo: pinchazo hondo (oreja); estocada tendida -aviso- (saludos). Jes¨²s Duque: pinchazo y casi entera (palmas); entera -aviso- (oreja).
Plaza de Valencia, 14 de marzo. Tercera de Feria. Menos de media entrada.
De los tres novilleros, el franc¨¦s Thomas Duffau fue el m¨¢s centrado. El m¨¢s puesto, aunque sus dos faenas subieran y bajaran a partes iguales: irregulares. Junto a momentos de sensaci¨®n segura, otros en los que se le deshac¨ªa el pastel entre las manos. Se le incomod¨® algo el primero por tanta cercan¨ªa: templado a veces, deslavazado en alg¨²n trance. Con el novillo a menos, se enfri¨® la cosa. Al cuarto lo salud¨® de muleta con las dos rodillas en tierra y en el mismo platillo. El resultado, un achuch¨®n. Y otro diente de sierra la faena. Por momentos corri¨® la mano con temple, por otros le tapaba la cara con la muleta sin correr la mano. Lo mejor, la estocada. Rotunda y ortodoxa.
Juan del ?lamo le plant¨® cara al indefinido segundo. Primero se pele¨® y luego luci¨® en una serie con la izquierda con la ayuda de la espada. Se crecieron novillero y novillo, pero no fue una guerra abierta. El quinto, el m¨¢s deslucido, no tuvo ninguna gracia. Del ?lamo tampoco acab¨® de centrarse por mucho tiempo y empe?o que puso.
El m¨¢s agraz de la terna fue Jes¨²s Duque, pero no desenton¨®. Alarg¨® mucho sus faenas m¨¢s en su caso, lejos de ser un defecto, fue virtud de querer aprovechar la oportunidad. Y, de vez en cuando, se solt¨® en alg¨²n muletazo de admirable concepto. Cont¨® con el favor del paisanaje y se justific¨® el chaval por su sincera predisposici¨®n
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