La larga fuga desde el epicentro
Un grupo de espa?oles que se hallaba en Sendai relata su sobresaltado viaje de cuatro d¨ªas para regresar a Tokio
"No te ir¨¢s de Jap¨®n sin que te toque un terremoto", contaba entre risas Mikihiro Ishii a sus amigos hace unos d¨ªas. Elviernes 11 de marzo le dieron la raz¨®n, cuando un temblor de 8,9 grados en la escala de Richter sacudi¨® el este de Honshu. La intensidad fue similar a la de los otros nueve que en los ¨²ltimos d¨ªas hab¨ªan afectado a la regi¨®n. "Nos lo tomamos con humor", recuerda Alejandro Cerneaz, argentino de 28 a?os que vive en Barcelona desde hace cinco. ?l, Ishii y otros seis compa?eros residentes en la capital catalana llevaban varios d¨ªas alojados en Sendai. El viernes deb¨ªan inaugurar all¨ª una tienda de la empresa textil para la que trabajan. Ese d¨ªa, a eso de las 14.45, la mitad del grupo se hallaba en el establecimiento coordinando la apertura.
"Cuando supimos que hab¨ªa alerta nuclear intentamos salir como fuera"
"A la jefa de proyecto la estaba entrevistando una emisora de televisi¨®n local. Entonces todo empez¨® a moverse", revive Cerneaz. Enseguida comprobaron que no se trataba de un se¨ªsmo m¨¢s; el c¨¢mara se fue derecho a las ventanas para grabar las sacudidas y los japoneses empezaron a gritar.
El grupo se reuni¨® en su hotel gracias a que la transmisi¨®n de datos de sus m¨®viles no dej¨® de funcionar. "Si esto sucede cinco a?os atr¨¢s, con los terminales que hab¨ªa entonces, a¨²n estar¨ªamos ah¨ª", explica Anna Carbonell, otro miembro del equipo. Ella y Cerneaz relatan todo por tel¨¦fono desde un hotel junto a un aeropuerto tokiota, donde hoy toman un vuelo de vuelta a Espa?a. Llegar hasta ah¨ª le ha llevado a la comitiva cuatro agotadores d¨ªas. "Lo peor ha sido la incertidumbre. Por lo que estaba pasando y porque no sab¨ªamos si ¨ªbamos a salir de ah¨ª", cuenta Cerneaz.
Mientras el grupo se dirig¨ªa al alojamiento, a una decena de kil¨®metros zonas enteras de Sendai como Fujitsuka o Arahama eran engullidas por el tsunami. El agua no lleg¨® a alcanzar la zona de la estaci¨®n, donde est¨¢ el hotel. De hecho, Cerneaz explica que hasta el s¨¢bado no se enteraron de que el tsunami se lo hab¨ªa llevado todo por delante muy cerca de ah¨ª. "En cambio, el centro estaba en buen estado el s¨¢bado por la ma?ana", rememora. Al no encontrar la manera de salir, las dos primeras noches las pasaron en la ciudad. "Al principio, nuestro hotel nos aloj¨® en un subterr¨¢neo porque el edificio no era seguro. La segunda noche, otro hotel nos dej¨® dormir gratis en una sala de reuniones. En todo momento nos ayudaron y nos dieron comida. Tambi¨¦n fue fundamental tener gente que hablaba japon¨¦s en el grupo, porque en Sendai nadie habla ingl¨¦s", recuerda Carbonell. Apenas observaron polic¨ªas ni equipos sanitarios en su zona. "Luego comprendimos", dice Cerneaz, "que deb¨ªan estar trabajado en las zonas afectadas por el tsunami".
Finalmente, el domingo lograron tomar un autob¨²s hasta Yamagata, 50 kil¨®metros al este, para intentar alcanzar desde ah¨ª Tokio. "Ese d¨ªa nos enteramos del problema en las centrales nucleares. Quer¨ªamos salir de ah¨ª como fuera", explica el argentino. Una vez en Yamagata, intentaron llegar en taxi a Niigata, donde funcionaba el tren bala, pero ning¨²n conductor quiso llevarlos debido a la falta de combustible. Mientras, tres amigos intentaban desde Tokio conseguirles un medio de transporte. Estuvieron a punto de alquilar un helic¨®ptero. Finalmente, la agencia de Barcelona que les organiz¨® el viaje contact¨® con una operadora japonesa que les consigui¨® plazas en un avi¨®n que sal¨ªa el lunes por la ma?ana hacia Tokio. "Nos dijeron que era un vuelo de emergencia y que hab¨ªa asientos. De no ser por nuestros amigos en Tokio y el personal de nuestra empresa en Espa?a, a¨²n estar¨ªamos all¨ª", dice Carbonell, que a?ade que solo al final lograron contactar con la Embajada espa?ola, una queja que varios espa?oles han hecho llegar a este diario. "Incluso llamando al n¨²mero de emergencia saltaba el contestador", agrega. Ya solo les restan unas horas de viaje para volver a casa. "Recemos para que no vuelva a temblar la tierra", comenta Carbonell antes de despedirse.
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