EE UU pide contenci¨®n y reformas a sus aliados del golfo P¨¦rsico
El G-8 discute en Par¨ªs un acuerdo para una zona de exclusi¨®n a¨¦rea en Libia
Mientras la crisis en el mundo ¨¢rabe se extiende y se complica, Estados Unidos incluy¨® ayer por primera vez a Arabia Saud¨ª -por su intervenci¨®n militar en Bahr¨¦in- entre los pa¨ªses a los que pidi¨® "contenci¨®n" y reformas democr¨¢ticas para contribuir a la estabilidad de la regi¨®n. Al mismo tiempo, Washington sigue sopesando los riesgos militares que implican los pr¨®ximos pasos a dar en Libia.
Barack Obama se encuentra ante el desaf¨ªo de aplicar a los grandes aliados norteamericanos del Golfo, las poderosas monarqu¨ªas petroleras, la misma vara de medir que utiliz¨® en Egipto o en Libia. Si se trata de estar en el lado correcto de la historia, como Obama ha venido repitiendo en relaci¨®n con las protestas anteriores, ?d¨®nde hay que estar cuando soldados del Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo, encabezados por Arabia Saud¨ª, entran en Bahr¨¦in para, en ¨²ltima instancia, sofocar las manifestaciones que se prolongan en ese pa¨ªs desde hace semanas? "Pedimos a los saud¨ªes y los dem¨¢s pa¨ªses del ¨¢rea lo mismo que hemos pedido a toda la regi¨®n: contenci¨®n y una pol¨ªtica de di¨¢logo ante las protestas, no represi¨®n", respondi¨® el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.
Washington sostiene que el despliegue saud¨ª en Bahr¨¦in "no es una invasi¨®n"
Sarkozy intenta convencer a Rusia de la necesidad de actuar en Libia
Estados Unidos cuida mucho su lenguaje y sus pasos cuando se trata de Arabia Saud¨ª y de los reinos sat¨¦lites en una zona de la que dependen, literalmente, los precios del petr¨®leo y la estabilidad de la econom¨ªa mundial. Arabia Saud¨ª es la ¨²ltima prueba de hasta d¨®nde puede llegar el levantamiento en el mundo ¨¢rabe y de hasta qu¨¦ punto se abre una nueva era en la regi¨®n. Para Estados Unidos es el momento de comprobar la sinceridad de la apuesta por una nueva estrategia. Si el conflicto de Bahr¨¦in ha concentrado en Washington tanto o m¨¢s inter¨¦s que el de Libia es porque representa un campo de pruebas de lo que podr¨ªa ocurrir en Arabia Saud¨ª, donde s¨ª que est¨¢n en juego intereses vitales para todo Occidente.
La prudencia era, pues, la norma ayer en la Casa Blanca al referirse al deterioro de la situaci¨®n en Bahr¨¦in y a la decisi¨®n de los pa¨ªses vecinos de intervenir militarmente. "No es una invasi¨®n" ni una violaci¨®n de soberan¨ªa, dijo Carney, a la vez que recomend¨® a los gobiernos implicados "favorecer el proceso de di¨¢logo y de participaci¨®n pol¨ªtica en lugar de dificultarlo". "La estabilidad en la regi¨®n se lograr¨¢ con m¨¢s di¨¢logo y con m¨¢s reformas", a?adi¨®.
No es seguro que el r¨¦gimen de Riad est¨¦ exactamente a favor de esa teor¨ªa. La monarqu¨ªa saud¨ª mostr¨® su decepci¨®n con Obama por no haber sostenido con m¨¢s energ¨ªa a Hosni Mubarak en Egipto, y, probablemente, desconf¨ªa ahora de las recomendaciones que pueda recibir de Washington.
Estados Unidos, por su parte, parece estar apostando por una v¨ªa de transici¨®n controlada en todas esas naciones petroleras, con la convicci¨®n de que solo la evoluci¨®n paulatina puede evitar, con suerte, una ruptura violenta a corto o medio plazo. El Departamento de Estado reconoci¨® la semana pasada que diplom¨¢ticos norteamericanos se encuentran en Bahr¨¦in ayudando a dise?ar un modelo de transici¨®n democr¨¢tica. La prensa estadounidense ha publicado que emisarios con id¨¦nticas misiones han sido enviados a todos los pa¨ªses del Golfo.
El objetivo es evitar un desarrollo de los acontecimientos al estilo de Libia. Aunque EE UU tiene muchos menos intereses en ese pa¨ªs, se ve envuelto ahora en un dif¨ªcil dilema sobre su grado de implicaci¨®n si se decide la imposici¨®n de una zona de exclusi¨®n a¨¦rea. El 56% de los norteamericanos, seg¨²n una encuesta conocida ayer, est¨¢ a favor de esa medida. La Administraci¨®n, sin embargo, tiene a¨²n dudas. El Consejo de Seguridad de la ONU, que puede tener la ¨²ltima palabra sobre este asunto, ten¨ªa prevista ayer una sesi¨®n sobre Libia y puede empezar a discutir pronto sobre las medidas que podr¨ªan tomarse.
La cuesti¨®n libia es tratada tambi¨¦n en el seno del G-8, cuyos ministros de Asuntos Exteriores se re¨²nen hoy en Par¨ªs. Los ministros fueron recibidos ayer en la capital francesa por un presidente de turno, Nicolas Sarkozy, convencido de que hay que dar pasos r¨¢pidos para frenar el avance de las tropas de Gadafi, que ya est¨¢n a punto de cercar Bengasi. El jefe del Estado franc¨¦s y el ministro de Asuntos Exteriores, Alain Jupp¨¦, se esforzaron ayer, y lo har¨¢n hoy, en convencer a rusos, estadounidenses y alemanes de que hay que elaborar deprisa una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad que autorice ataques a¨¦reos concretos encaminados a inutilizar la aviaci¨®n libia. A partir de entonces se podr¨ªa concebir la organizaci¨®n de una zona de exclusi¨®n a¨¦rea.
En esta tarea, Sarkozy, que ayer se entrevist¨® en el El¨ªseo con Hillary Clinton en un encuentro previo a la recepci¨®n general, encontrar¨¢n a Reino Unido de su lado. El presidente franc¨¦s, decidido a recuperar la iniciativa diplom¨¢tica en el mundo ¨¢rabe y en el Norte de ?frica, se convirti¨® la semana pasada en el primer jefe de Estado que reconoc¨ªa como leg¨ªtimo interlocutor al Consejo Nacional Libio, principal ¨®rgano de oposici¨®n a Gadafi. Por eso se juega mucho en esta reuni¨®n del G-8.
Seg¨²n un portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, franc¨¦s, Alain Jupp¨¦ "evocar¨¢ prioritariamente esta cuesti¨®n
[la resoluci¨®n del Consejo de Seguridad relativo a una intervenci¨®n en Libia] con sus hom¨®logos del G-8".
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