El c¨®digo de los arrozales
La perseverancia condensa el esp¨ªritu colectivo nip¨®n ante las adversidades y frente a la ineficacia de sus l¨ªderes
Gambarimasu es uno de los verbos m¨¢s utilizados por los japoneses. Uno puede dec¨ªrselo a s¨ª mismo o emplearlo para alentar a los dem¨¢s. Podr¨ªa traducirse por perseverar o por dar lo mejor de uno, aunque su verdadero y complejo significado trasciende esas acepciones y condensa parte del esp¨ªritu colectivo de la sociedad japonesa que estos d¨ªas asombra al mundo por su integridad.
Es un t¨¦rmino que conecta, por ejemplo, con los valores de rectitud, sacrificio o entrega del bushido, el c¨®digo samur¨¢i que se ha ido transmitiendo y que fue un pilar fundamental para cimentar el milagro econ¨®mico japon¨¦s tras la II Guerra Mundial. Tres d¨¦cadas de crisis no han logrado que los nipones dejen de emplear este vocablo a diario y las informaciones que llegan estos d¨ªas desde las zonas m¨¢s afectadas por el tsunami reflejan ese esp¨ªritu; hablan de gente que guarda largas colas para llenar una garrafa de agua y que vuelve a colocarse al final de la fila para llenar una segunda o de ciudadanos que, pese al miedo, no quieren abandonar la tierra en la que han nacido, vivido y en la que morir¨¢n si hace falta. "El esp¨ªritu militarista a¨²n est¨¢ presente en muchos estratos de la sociedad, aunque por encima de eso los japoneses son gente tremendamente amable y con un enorme coraz¨®n", comentaba a este diario Hisako Watanabe, psiquiatra del ala de Pediatr¨ªa del hospital Universitario de Keio, en Tokio, apenas dos semanas antes del terremoto.
El gobernador de Tokio ha calificado el tsunami de "castigo divino"
El desarrollo durante siglos de la armon¨ªa (el llamado wa) como elemento de cohesi¨®n -fundamental para cultivar el arroz que ha alimentado durante siglos a un pa¨ªs con poco suelo cultivable- la fuerte influencia del confucionismo -que contempla al individuo como un elemento social obligado a cumplir una funci¨®n para la colectividad- o la consistencia grupal y las relaciones de codependencia del Jap¨®n moderno que explica la antrop¨®loga Chie Nakane pueden servir para comprender parcialmente este esp¨ªritu. Lo mismo que la historia de los 47 ronin, suceso del siglo XVIII convertido en uno de los grandes mitos nacionales que versa sobre una cuadrilla samur¨¢i que esper¨® pacientemente para ajusticiar al responsable de la muerte de su se?or y se entreg¨® por voluntad propia a las autoridades antes de cometer seppuku (ritual de suicidio). Un relato de lealtad y sacrificio que trae a la mente a los 50 ingenieros que han luchado por enfriar los reactores de Fukushima daiichi.
En cambio, pocos pueden decir lo mismo de los l¨ªderes nipones; el Gobierno de Kan sigue planteando dudas y Shintaro Ishihara, pol¨¦mico escritor y gobernador de Tokio, se luci¨® el lunes tachando el tsunami de "castigo divino". Como ya sucedi¨® en el terremoto de 1995 en Kobe, el pueblo japon¨¦s se est¨¢ mostrando muy por encima de sus dirigentes y en estos momentos parece decirse a s¨ª mismo "?ganbaru Nihon!" ("?¨¢nimo Jap¨®n, da lo mejor de ti!").
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