"Jap¨®n ha entrado en una nueva era"
El novelista Kenzaburo O¨¦, premio Nobel de Literatura en 1994, es una de las conciencias de su pa¨ªs. Siempre se ha mantenido fiel a los valores sobre los que se construy¨® el Jap¨®n de la posguerra. Se esfuerza con obstinaci¨®n en recordar que la memoria es la base a partir de la cual se reflexiona sobre el presente. Nacido en 1935 en un peque?o pueblo de la isla de Shikoku, este hombre discreto es una voz ponderada y humanista de un Jap¨®n reducido a menudo a su cultura de masas o a sus productos. El autor de Notas sobre Hiroshima siempre se ha esforzado por vivir con dignidad.
Pregunta. En su opini¨®n, ?qu¨¦ significado tiene la cat¨¢strofe que est¨¢ viviendo Jap¨®n dentro de la historia moderna?
"Estamos sometidos a la mirada de las v¨ªctimas de la energ¨ªa nuclear"
"El riesgo de las centrales at¨®micas se ha hecho realidad"
"Espero que el accidente nos lleve a ver el peligro de todo lo nuclear"
"La importante lecci¨®n del drama de Hiroshima es la dignidad"
Respuesta. Desde hace unos d¨ªas, los peri¨®dicos japoneses solo hablan de la cat¨¢strofe que estamos viviendo y la casualidad ha querido que uno de mis art¨ªculos, escrito la v¨ªspera del se¨ªsmo, se publicara en la edici¨®n vespertina del diario Asahi el 15 de marzo. En ¨¦l evocaba la vida de un pescador de mi generaci¨®n que hab¨ªa sido expuesto a radiaci¨®n en el transcurso de una prueba de la bomba de hidr¨®geno en el atol¨®n de Bikini. Yo lo conoc¨ª con 18 a?os. A partir de ese momento dedic¨® su vida a denunciar el enga?o del mito de la fuerza de disuasi¨®n nuclear y la arrogancia de los que defienden su uso. ?Ser¨ªa un oscuro presagio el que me impuls¨® a evocar a aquel pescador justamente el d¨ªa antes de la cat¨¢strofe? Lo cierto es que ¨¦l hab¨ªa luchado tambi¨¦n contra las centrales nucleares y hab¨ªa denunciado los riesgos que presentan.
Llevo mucho tiempo d¨¢ndole vueltas al proyecto de revisar la historia contempor¨¢nea de Jap¨®n tomando como referencia tres grupos de personas: los fallecidos en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, las v¨ªctimas de la radiaci¨®n de Bikini (uno de cuyos supervivientes fue ese pescador) y las v¨ªctimas de las explosiones en las centrales nucleares. Si analizamos la historia de Jap¨®n desde el punto de vista de estos fallecidos, v¨ªctimas de la energ¨ªa nuclear, su tragedia queda de manifiesto.
Hoy comprobamos que el riesgo de las centrales nucleares se ha hecho realidad. Sea cual sea el aspecto de la cat¨¢strofe que estemos descubriendo (y con todo el respeto que siento por los esfuerzos humanos desplegados para ponerle freno), su significado no da lugar a ninguna ambig¨¹edad: la historia de Jap¨®n ha entrado en una nueva fase y, una vez m¨¢s, estamos sometidos a la mirada de las v¨ªctimas de la energ¨ªa nuclear, de esos hombres y mujeres que han dado prueba de un gran valor en su sufrimiento. La lecci¨®n que podremos extraer del desastre actual depender¨¢ de la firme resoluci¨®n de no repetir los mismos errores por parte de aquellos a los que se les ha concedido el derecho de vivir.
P. Esta cat¨¢strofe a¨²na de manera dram¨¢tica dos fen¨®menos: la vulnerabilidad de Jap¨®n a los se¨ªsmos y el riesgo que presenta la energ¨ªa nuclear. El primero es una realidad a la que este pa¨ªs lleva enfrent¨¢ndose desde la noche de los tiempos. El segundo, que amenaza con ser todav¨ªa m¨¢s catastr¨®fico que el se¨ªsmo y el tsunami, es obra del hombre. ?Qu¨¦ sac¨® en claro Jap¨®n de la tr¨¢gica experiencia de Hiroshima?
R. La importante lecci¨®n que debemos extraer del drama de Hiroshima es la dignidad del hombre, tanto de aquellos y aquellas que murieron al instante como de los supervivientes, afectados en carne propia, y que durante a?os tuvieron que soportar un sufrimiento extremo que espero haber podido plasmar en algunos de mis escritos.
Los japoneses, que conocieron el fuego at¨®mico, no deben plantearse la energ¨ªa nuclear en funci¨®n de la productividad industrial, es decir, no deben tratar de extraer de la tr¨¢gica experiencia de Hiroshima una receta para el crecimiento. Al igual que en el caso de los se¨ªsmos, los tsunamis y otras calamidades naturales, hay que grabar la experiencia de Hiroshima en la memoria de la humanidad: es una cat¨¢strofe a¨²n m¨¢s dram¨¢tica que las naturales porque la provoc¨® el hombre. Reincidir, dando muestras con las centrales nucleares de la misma incoherencia respecto a la vida humana, es la peor de las traiciones al recuerdo de las v¨ªctimas de Hiroshima.
El pescador de Bikini al que he mencionado anteriormente no dej¨® de exigir la abolici¨®n de las centrales nucleares. Una de las grandes figuras del pensamiento japon¨¦s contempor¨¢neo, Shuichi Kato (1919-2008), hablando de las bombas at¨®micas y de las centrales nucleares sobre las que el hombre pierde el control, recordaba la c¨¦lebre expresi¨®n de una obra cl¨¢sica, Almohada de hierbas, escrita hace 1.000 a?os por una mujer, Sei Shonagon. La autora evoca algo que al mismo tiempo parece muy lejano, pero que en realidad nos queda muy cercano. Una cat¨¢strofe nuclear parece una hip¨®tesis lejana, improbable, pero siempre nos acompa?a.
P. M¨¢s de 60 a?os despu¨¦s de su derrota, parece que Jap¨®n ha olvidado los compromisos que adquiri¨® entonces: el pacifismo constitucional, la renuncia a la fuerza y tres principios antinucleares. ?Piensa que el desastre actual despertar¨¢ una conciencia contestataria?
R. Cuando se produjo la derrota de Jap¨®n, yo ten¨ªa 10 a?os. Un a?o despu¨¦s se promulg¨® la nueva Constituci¨®n y al mismo tiempo se aprob¨® la ley marco sobre la educaci¨®n nacional, una especie de reformulaci¨®n en t¨¦rminos m¨¢s sencillos de la Ley Fundamental destinada a que los ni?os la entendieran m¨¢s f¨¢cilmente.
Durante los 10 a?os que siguieron a la derrota, siempre me pregunt¨¦ si el pacifismo constitucional, un elemento del cual es la renuncia al recurso a la fuerza, y luego los tres principios antinucleares (no poseer, no fabricar y no utilizar armas at¨®micas), reflejaban bien los ideales fundamentales del Jap¨®n de posguerra. (...)
Jap¨®n reconstituy¨® progresivamente una fuerza armada mientras que los acuerdos secretos con Estados Unidos permitieron la introducci¨®n de armas at¨®micas en el archipi¨¦lago, vaciando de sentido los tres principios antinucleares oficialmente anunciados. Esto no quiere decir, sin embargo, que no se tuvieran en cuenta los ideales de los hombres de la posguerra. Los japoneses hab¨ªan conservado el recuerdo de los sufrimientos del conflicto y de los bombardeos nucleares. Los muertos que nos miraban nos obligaban a respetar esos ideales. El recuerdo de las v¨ªctimas de Hiroshima y de Nagasaki nos ha impedido relativizar el car¨¢cter pernicioso de las armas nucleares en nombre del realismo pol¨ªtico. Nos oponemos a ellas. Y al mismo tiempo, aceptamos el rearme de facto y la alianza militar con Estados Unidos. Ah¨ª es donde reside toda la ambig¨¹edad del Jap¨®n contempor¨¢neo.
Con el correr de los a?os, esta ambig¨¹edad, fruto de la coexistencia del pacifismo constitucional, del rearme y de la alianza militar con Estados Unidos, no ha hecho m¨¢s que reforzarse ya que no dimos ning¨²n contenido conciso a nuestros compromisos pacifistas. La confianza total de los japoneses en la eficacia de la fuerza de disuasi¨®n estadounidense permiti¨® que la ambig¨¹edad de la posici¨®n de Jap¨®n (pa¨ªs pacifista bajo el paraguas nuclear estadounidense) se convirtiera en el eje de su diplomacia. Una confianza en la fuerza disuasoria estadounidense que iba m¨¢s all¨¢ de las divisiones pol¨ªticas y que fue reafirmada por el primer ministro dem¨®crata, Yukio Hatoyama, con ocasi¨®n del aniversario, en agosto de 2010, del bombardeo at¨®mico sobre Hiroshima, mientras que el representante estadounidense subray¨® m¨¢s bien en su alocuci¨®n los peligros de este arma.
Podemos esperar que el accidente de Fukushima permitir¨¢ a los japoneses reencontrarse con los sentimientos de las v¨ªctimas de Hiroshima y de Nagasaki y reconocer el peligro de todo lo nuclear, del que tenemos nuevamente ante nuestros ojos un tr¨¢gico ejemplo, y poner fin a la ilusi¨®n de la eficacia de la disuasi¨®n preconizada por las potencias que disponen del arma at¨®mica.
P. Si tuviese que contestar a la pregunta que plantea el t¨ªtulo de uno de sus libros, Dinos c¨®mo sobrevivir a nuestra locura, ?qu¨¦ dir¨ªa hoy?
R. Escrib¨ª ese libro cuando hab¨ªa alcanzado la llamada edad de la madurez. Estoy en lo que llaman la tercera edad y estoy escribiendo "una ¨²ltima novela". Si logro sobrevivir a la locura actual, el libro que terminar¨¦ empezar¨¢ con una cita del final de El infierno de Dante que dice m¨¢s o menos: "Y despu¨¦s saldremos para volver a ver las estrellas".
? Le Monde Traducci¨®n de News Clips.
![El novelista y premio Nobel Kenzaburo O¨¦.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/H43ZLKLV7ZC7AL7CH752ULNOEE.jpg?auth=dd24808572cb43e3e598e182dfd7be5e37ebc326f1531eb85dcecc054d4bc6cb&width=414)
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