Berlusconi, en fuera de juego

La escalada militar de la crisis libia ha cogido al primer ministro Silvio Berlusconi en medio de la situaci¨®n m¨¢s d¨¦bil de su carrera, enfrascado en el embarazoso caso Ruby, a la espera de resolver otras tres pendencias judiciales (el lunes arranca el juicio del caso Mills), con los sondeos mostrando su creciente ca¨ªda en desgracia, y convertido en objeto de las chanzas del pueblo durante las celebraciones de los 150 a?os de la unidad del pa¨ªs.

La doble faceta de primer ministro y empresario privado han colisionado una vez m¨¢s; si como pol¨ªtico Berlusconi bes¨® la mano de Gadafi en p¨²blico hace dos a?os, como due?o de Fininvest sigue asociado en negocios de cine y televisi¨®n con Lafitrade, una empresa vinculada directamente al coronel libio.

Otros factores han complicado la posici¨®n italiana. Libia ha sido hist¨®ricamente su colonia m¨¢s problem¨¢tica, codiciada y fruct¨ªfera. Desde que estall¨® la revuelta, Roma ha mantenido una posici¨®n tibia, cuando no err¨¢tica. Seg¨²n algunos, puro cinismo; para otros, "diplomacia de los negocios". Comprensible, en todo caso. Roma necesita importar el 85% de la energ¨ªa que consume, y logr¨® asegurarse para muchos a?os el petr¨®leo y el gas del rais cuando en 2008 Berlusconi y Gadafi firmaron el Tratado de Amistad, Cooperaci¨®n y Asociaci¨®n.

Un pacto de reparaci¨®n poscolonial tan perverso como pr¨®spero: Gadafi garantiz¨® la entrada de 180 empresas italianas en Libia, ampli¨® la hist¨®rica presencia de la petrolera ENI en Libia, capitaliz¨® con sus petrod¨®lares compa?¨ªas clave como Unicredit y Finmeccanica, hizo varias visitas humillantes a Roma, y prohibi¨® a Italia ceder su territorio a terceros para atacar a Tr¨ªpoli.

La situaci¨®n vir¨® del todo el viernes, cuando se aprob¨® la resoluci¨®n de la ONU. Hasta ese momento, la Embajada y el Consulado italianos en Tr¨ªpoli no cerraron sus puertas, probando que Roma ha mantenido v¨ªas de di¨¢logo abiertas tanto con la oposici¨®n como con el r¨¦gimen, tratando de manejar sus dos grandes aprensiones: la p¨¦rdida de influencia y de contratos frente a Francia, que asoma como futuro referente europeo del hipot¨¦tico nuevo r¨¦gimen, y el temor a las represalias -migratorias, pero tambi¨¦n militares- de Gadafi.

La resoluci¨®n de la ONU ha recordado a Roma que su primera lealtad es euroatl¨¢ntica. Con Berlusconi en fuera de juego, ha sido el presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, quien ha conducido la nave. El viernes, en Tur¨ªn, fue ¨¦l quien anunci¨® que el pa¨ªs deb¨ªa tomar "decisiones dif¨ªciles" sobre Libia. "No podemos permanecer impasibles ante el risorgimento ¨¢rabe", dijo Napolitano. Horas despu¨¦s, Italia pon¨ªa sus siete bases a disposici¨®n de la OTAN y solamente exclu¨ªa enviar fuerzas terrestres.

Como gran met¨¢fora, la noticia lleg¨® desde Nueva York a Roma cuando sonaba el Nabucco en el Teatro de la ?pera. Riccardo Muti dirig¨ªa, Berlusconi dormitaba, y Napolitano recib¨ªa ovaciones. Hubo una reuni¨®n urgente en una salita discreta: Berlusconi; su n¨²mero dos, Gianni Letta; el ministro de Defensa, y Napolitano. Al d¨ªa siguiente tuvo que ser la oposici¨®n del Partido Democr¨¢tico, impulsada por Napolitano, quien salv¨® con sus votos la moci¨®n que mete a Italia en el conflicto libio.