Diez d¨ªas que estremecieron al mundo
El pa¨ªs asi¨¢tico lucha por sobrevivir al efecto combinado de un terremoto, un tsunami y un accidente radiactivo
El viernes 11 de marzo comenz¨® una nueva era en Jap¨®n. Lo ha dicho el Nobel de Literatura Kenzaburo O¨¦, con enorme lucidez. Ese d¨ªa fat¨ªdico, las fuerzas de la naturaleza, tan venerada aqu¨ª, desencadenaron un ataque sin cuartel contra esta naci¨®n, que necesitar¨¢ a?os para recuperarse del golpe.
Eran las 14.46, y los ni?os de Sendai, Kesennuma, Minamisanriku, Otsuchi, ciudades y pueblos de la franja costera nororiental de la isla de Honshu, la m¨¢s poblada del archipi¨¦lago japon¨¦s, estaban en la escuela. Los trabajadores de los astilleros de Sakanamachi, en sus puestos de trabajo, igual que los empleados de las f¨¢bricas de pescado, en todo este litoral donde se cr¨ªan ostras y salm¨®n (Sakanamachi quiere decir ciudad del pescado), y se construyen barcos de medio tonelaje. En este Jap¨®n rural se concentra una poblaci¨®n anciana que ha sido la m¨¢s golpeada por la cat¨¢strofe.
El mar pas¨® por encima de los muros de hormig¨®n que protegen la costa
Jap¨®n requerir¨¢ a?os para superar un golpe que frena su desarrollo
La poblaci¨®n anciana, numerosa en la zona, ha sido la m¨¢s golpeada
Mariko Aizawa no duerme desde el tsunami. "No vivir¨¦ m¨¢s junto al mar"
Yoko Fujisaka, traductora, cree que no debe haber nucleares en el pa¨ªs
Las poblaciones en torno a Fukushima se han quedado sin abastecimiento
El estoicismo de los japoneses se resquebraja ante la alerta radiactiva
El banco central ha inyectado 360.000 millones de euros a la econom¨ªa
Antes de que pudieran recobrarse de la brutal sacudida del terremoto, de magnitud 9 en la escala de Richter, lleg¨® la primera ola gigantesca. El tsunami no dio respiro en las costas m¨¢s pr¨®ximas al epicentro del se¨ªsmo, situado a unos 400 kil¨®metros al noreste de Tokio, y a 10 kil¨®metros de profundidad bajo las aguas del Pac¨ªfico.
Los efectos combinados de ambos fen¨®menos se dejaron sentir en un tramo de la costa equivalente al que va de Barcelona a Alicante, aunque el golpe m¨¢s brutal se lo llevaron tres de las 47 prefecturas en las que est¨¢ dividido el pa¨ªs: Iwate, Miyagi y Fukushima.
Mucha gente no oy¨® las alertas del tsunami, porque el se¨ªsmo hab¨ªa destrozado ya el tendido el¨¦ctrico. Otros no recuerdan siquiera si sonaron. La mayor¨ªa de los ancianos (casi un tercio de la poblaci¨®n de la zona tiene m¨¢s de 65 a?os) se vieron impotentes para huir. Un trabajador de un astillero de Sakanamachi contaba que nada m¨¢s pasar lo peor del terremoto, se subi¨® al coche y condujo entre atascos hasta una colina desde la que vio horrorizado c¨®mo el mar lo arrasaba todo: casas, naves, puerto, hasta el barco en el que trabajaban un centenar de compa?eros, que fueron arrastrados por las aguas.
A Mariko Aizawa, de 59 a?os, bombera voluntaria, le pill¨® el tsunami cuando acompa?aba a varios vecinos hacia una colina. "Me asombr¨® ver que el agua era m¨¢s alta que mi cabeza", dice esta mujer que se fractur¨® la tibia en la huida. "El agua arrastraba de todo. Qued¨¦ atrapada entre un coche y una casa. Nunca imagin¨¦ que pod¨ªa ocurrir algo as¨ª". Aizawa se siente afortunada porque su familia pudo escapar a la cat¨¢strofe, aunque lo han perdido todo. En el hospital de Saka, en la localidad de Shiogama, junto a Sendai, se recupera de sus heridas, pero confiesa que no puede dormir: "Estoy demasiado nerviosa. No volver¨¦ a vivir cerca del mar".
Se¨ªsmo y tsunami se solaparon de tal forma que es dif¨ªcil inventariar los destrozos que caus¨® cada fen¨®meno. Pero todo apunta a que, pese a la brutal sacudida de la tierra que arranc¨® el tendido el¨¦ctrico, parti¨® en dos carreteras y da?¨® m¨¢s de 80.000 edificios, incluido alg¨²n rascacielos de Tokio, la mayor fuerza aniquiladora fue el agua.
Mucha gente no tuvo tiempo de ponerse a salvo. En Kesennuma, de 73.000 habitantes, un tercio de la ciudad qued¨® arrasada por la fuerza de las olas. La polic¨ªa local calculaba encontrar bajo la masa informe de barro y escombros de todo tipo no menos de 10.000 cad¨¢veres. En esta suave bah¨ªa las olas alcanzaron hasta los 15 metros de altura. Otro tanto ocurri¨® en decenas de ciudades costeras de Miyagi, como Onagawa o Minamisanriku. No tuvo mejor suerte la costa de la prefectura de Fukushima, m¨¢s al sur.
Los altos muros de hormig¨®n que protegen las dos quintas partes de la costa japonesa, de m¨¢s de 35.000 kil¨®metros de longitud, fueron superados f¨¢cilmente por las olas gigantescas. Fue como si un l¨¢tigo descomunal hubiera golpeado todas las orillas. V¨ªdeos de aficionados mostraban alt¨ªsimas cortinas de agua desbord¨¢ndose sobre edificios, locales, instalaciones p¨²blicas, arrastrando consigo todo lo que encontraban a su paso, desde mobiliario p¨²blico, a barcos y avionetas.
El Gobierno hizo frente a la crisis decretando el estado de emergencia y desplegando 100.000 soldados para restablecer las comunicaciones y los servicios y recuperar los cad¨¢veres. Las ¨²ltimas estimaciones hablan de 17.000 muertos.
El primer ministro, Naoto Kan, que atraviesa uno de los momentos m¨¢s bajos de popularidad, intent¨® desesperadamente estar a la altura de las circunstancias y hacerse int¨¦rprete de la consternaci¨®n general. Un gabinete de crisis, uniformado con mono azul, se reuni¨® para examinar la situaci¨®n y el propio Kan hizo una visita a la zona en helic¨®ptero. Para entonces, ya se hab¨ªa declarado la alarma nuclear.
La central de Fukushima I estaba en peligro, con el sistema de refrigeraci¨®n inutilizado. Tras el terremoto, fall¨® la electricidad; luego, el tsunami paraliz¨® los generadores di¨¦sel de emergencia, que se hab¨ªan conectado autom¨¢ticamente. La situaci¨®n era cada vez m¨¢s preocupante en este complejo nuclear de los a?os setenta, situado al borde del mar, que alberga seis reactores nucleares y est¨¢ a 240 kil¨®metros al noreste de Tokio. Los problemas de calentamiento no afectan solo a los n¨²cleos de los reactores, sino a las piscinas donde permanece el uranio ya usado, altamente radiactivo. El reactor n¨²mero 3 contiene adem¨¢s plutonio, m¨¢s radiactivo que el uranio.
A las 15.36 del s¨¢bado 12 de marzo (7.36 en Espa?a), se produce una explosi¨®n en el reactor n¨²mero 1 que marca el inicio de una batalla fren¨¦tica para refrigerar los n¨²cleos de cuatro de los seis reactores del complejo. El p¨¢nico se desata. El Gobierno ordena el desalojo de todas las poblaciones en un radio de 20 kil¨®metros en torno a la central, y pide a los residentes en un ¨¢rea de 30 kil¨®metros que permanezcan con puertas y ventanas cerradas.
Poco a poco, el foco de la cat¨¢strofe se desplaza de las zonas costeras arrasadas, donde casi medio mill¨®n de personas que han perdido sus casas intentan sobrevivir en refugios organizados con ejemplar orden, a la central de Fukushima I, donde entre 50 y un centenar de t¨¦cnicos y soldados luchan denodadamente por evitar que se produzca una fusi¨®n del n¨²cleo en alguno de los reactores.
Las autoridades, y los t¨¦cnicos de la empresa que explota la central, Tokio Electric Power Company (Tepco), optan desde el s¨¢bado por liberar gases radiactivos al exterior para rebajar la presi¨®n que sufre el n¨²cleo del reactor 1. A los problemas de este reactor se ir¨¢n sumando los de otros tres m¨¢s, hasta disparar todas las alertas. Se teme que el viento, cargado con part¨ªculas radiactivas, pueda soplar hacia Tokio.
La calma, el estoicismo de los japoneses que ha maravillado al mundo, empieza a resquebrajarse. Los ciudadanos de la gigantesca megal¨®polis (el ¨¢rea metropolitana de Tokio aloja 35 millones de personas), que han mantenido en pie todas sus rutinas pese a las alteraciones del transporte p¨²blico, a los primeros s¨ªntomas de desabastecimiento y a los peri¨®dicos apagones, parecen m¨¢s pr¨®ximos a sucumbir al miedo. Muchos, como Yoko Fujisaka, profesora e int¨¦rprete de ingl¨¦s y espa?ol, han despertado a un nuevo p¨¢nico. "Estamos aterrorizados por la fiereza con que el terremoto ha sacudido el noreste del pa¨ªs. Creo que todos los japoneses, y especialmente los habitantes de Tokio, nos sentimos ahora m¨¢s vulnerables. Yo me comunico por correo electr¨®nico todos los d¨ªas con mis amigas, y tenemos miedo".
Nunca antes como ahora hab¨ªa visto tan claro el riesgo que pueden entra?ar las 54 centrales nucleares japonesas, en un pa¨ªs colocado en una de las zonas s¨ªsmicas m¨¢s peligrosas del mundo. "La incertidumbre sobre lo que puede ocurrir en Fukushima me preocupa mucho. El Gobierno siempre ha hecho propaganda a favor de la energ¨ªa nuclear y de lo beneficiosa que resulta para un pa¨ªs sin petr¨®leo, sin gas y sin otros recursos energ¨¦ticos, pero las plantas at¨®micas son demasiado peligrosas en un pa¨ªs como el nuestro", a?ade. El problema es que varias empresas japonesas construyen tambi¨¦n reactores nucleares. ?Qu¨¦ mensaje se dar¨ªa al mundo si se prescindiera de esta energ¨ªa?
La crisis nuclear de Fukushima se convierte en una preocupaci¨®n internacional, y reabre el debate sobre esta energ¨ªa. Pero en Jap¨®n son muchos los frentes abiertos que hay que atender.
Mientras cae la nieve en el norte, y los term¨®metros bajan, comienzan a escasear los suministros para atender las necesidades de los desplazados. Los camiones de reparto tampoco llegan a las poblaciones encerradas en el c¨ªrculo mal¨¦fico en torno a la central de Fukushima que no han sido evacuadas. Las empresas temen aventurarse con sus camiones hasta esa zona, que se supone contaminada por la radiactividad. Comienza un ¨¦xodo masivo de extranjeros que huyen del pa¨ªs, y de japoneses que buscan seguridad m¨¢s al sur. La situaci¨®n es lo bastante desesperada como para que el emperador Akihito, de 77 a?os, se decida a lanzar un mensaje por televisi¨®n a toda la naci¨®n.
Son momentos dram¨¢ticos. Hay apagones selectivos para economizar electricidad; falta la gasolina y las grandes empresas tienen que interrumpir su producci¨®n. Jap¨®n, orgulloso de sus logros, que no acept¨® ayuda externa cuando se produjo el terremoto de Kobe, en 1995, permite esta vez que equipos de asistencia de 15 pa¨ªses, empezando por Estados Unidos, le brinden ayuda. El banco central inyect¨® una suma de 360.000 millones de euros para hacer frente a la situaci¨®n.
El pa¨ªs, postrado por una larga crisis, y con una clase pol¨ªtica incapaz de superar los problemas que se arrastran desde hace dos d¨¦cadas, se enfrenta ahora a un futuro dif¨ªcil. A la fabulosa deuda externa (equivalente al 200% de su PIB), se sumar¨¢ la abultada factura de esta cat¨¢strofe, que deja el pa¨ªs exhausto, apeado de sus certezas, en una situaci¨®n que justifica plenamente la frase del Nobel O¨¦. Empieza una nueva era.
As¨ª ocurri¨®
- Viernes, 11 de marzo. A las 14.46, hora de Tokio (ocho horas menos en la Pen¨ªnsula), se produce el terremoto.
- Entre 15 y 30 minutos despu¨¦s, un tsunami se abate sobre la costa m¨¢s pr¨®xima al epicentro. En las zonas m¨¢s alejadas, las olas gigantes tardan casi una hora en llegar.
- Alerta nuclear. Terremoto y tsunami dejan fuera de servicio el sistema de refrigeraci¨®n de la central nuclear de Fukushima I. El Gobierno japon¨¦s decreta el estado de emergencia. El Ej¨¦rcito es movilizado para restablecer los servicios, atender al medio mill¨®n de personas sin techo y rescatar los cad¨¢veres.
- S¨¢bado, 12 de marzo. A las 15.36 (hora de Tokio), se produce una explosi¨®n en el reactor 1 de la central, que cuenta con seis reactores. Los t¨¦cnicos dejan salir gases radiactivos al exterior. Primeros desalojos.
- Domingo, 13 de marzo. Se evacuan todas las poblaciones en un radio de 20 kil¨®metros a la redonda en torno a Fukushima I. Se recomienda a los que viven en un radio de 30 kil¨®metros que no salgan de casa.
- Martes, 15 de marzo. Se registran explosiones en los reactores 2 y 4.
- Mi¨¦rcoles, 16 de marzo. Los t¨¦cnicos intentan enfriar los reactores arrojando agua de mar desde helic¨®pteros.
- Viernes, 18 de marzo. Las autoridades aseguran que la electricidad est¨¢ conectada de nuevo en la central e intenta hacer funcionar las bombas para refrigerar.
- S¨¢bado, 19 de marzo. Jap¨®n anuncia que hay niveles elevados de radiaci¨®n en la leche y en verduras procedentes de la zona de la nuclear.
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