Dos toreros valientes
Cuatro de los seis toros de Adolfo Mart¨ªn fueron ovacionados de salida: los tres primeros y el sexto. No es que cuarto y quinto no fueran toros de bella estampa, si no que aquellos superaban con creces lo acostumbrado en esta plaza. Hermosos sobre todo por sus impresionantes perchas. El que cerr¨® plaza, veleto y cornipaso fue la guinda a pastel tan monumental.
De esa formidable pantalla a lo que realmente fueron, un trecho. Y, posiblemente, una peque?a decepci¨®n. Tuvieron hasta un fondo de nobleza, aunque tampoco fueron de perdonar el m¨ªnimo descuido. As¨ª lo pag¨® Alberto Aguilar en el espectacular sexto. De fuerzas justas, en la t¨®nica general del conjunto, se lo pensaba un poco al embestir por el lado derecho y sin acabar el viaje. Por este pit¨®n carg¨® la faena Aguilar, con mucha porf¨ªa. Cambi¨® de mano y el toro le observ¨® m¨¢s de la cuenta. Una peque?a duda de Aguilar, que no resolvi¨® a tiempo, fue suficiente para que el adolfo, asegurada la presa, lo prendiera. Visiblemente herido, con la pierna ensangrentada, Aguilar acab¨® con gallard¨ªa con el toro.
MART?N / RAFAELILLO, S?NCHEZ, AGUILAR
Toros de Adolfo Mart¨ªn. De impresionante presencia y algo parados.
Rafaelillo: pinchazo y dos descabellos (silencio); estocada (silencio).
Tom¨¢s S¨¢nchez: estocada -aviso- (oreja); pinchazo -aviso-, estocada -segundo aviso- y descabello (saludos).
Alberto Ram¨ªrez: pinchazo -aviso- y media (saludos); pinchazo y estocada (oreja).
Plaza de Valencia, 20 de marzo. Und¨¦cima y ¨²ltima de Fallas. Media entrada.
Enfermer¨ªa: Alberto Aguilar fue asistido de una cornada de 10 cent¨ªmetros en la cara tibial anterior izquierda que contusiona la arteria, de car¨¢cter grave.
El otro premio de la tarde se lo llev¨® Tom¨¢s S¨¢nchez del segundo. De considerable arboladura; dos velas astifinas por astas. Mansito, salt¨® al callej¨®n, se puso a disposici¨®n del torero con las naturales reservas. Pensador, de mirada incierta, avisaba que cualquier duda se pagar¨ªa caro. Tom¨¢s S¨¢nchez le aguant¨® la mirada. Tan firme como tranquilo, le anduvo sobre la derecha con una solvencia casi abrumadora. Seria labor. Impropia de quien torea tan poco, por eso sorprendi¨® todav¨ªa m¨¢s. Duro el toro para morir, a pesar del espadazo que le solt¨® Tom¨¢s S¨¢nchez volc¨¢ndose de coraz¨®n.
Del quinto se le escap¨® a Tom¨¢s S¨¢nchez el premio por demorarse con la espada. Buscaba el toro las zapatillas del diestro y se revolv¨ªa con peligrosas intenciones por el pit¨®n derecho. Descubierto ese secreto a voces, Tom¨¢s S¨¢nchez no perdi¨® el norte y se dispuso con la izquierda. Una serie al natural, rebozado de toro, pareci¨® poner la faena en ¨®rbita. Pero al rematar por el lado del peligro, tropez¨® y cay¨® ante la cara del toro. Nobleza de fondo de ese animal que, con la presa a su merced, no hizo nada por ensa?arse. Un m¨¦rito a?adido, en estos casos de toros tan listos, fue que S¨¢nchez alarg¨® la faena cuanto quiso y casi como quiso. L¨¢stima de espada, que esfum¨® la puerta grande.
El tercero de la tarde, con dos gatillos espectaculares por cuernos, se lo pens¨® al tomar la muleta. Mas no fue pensamiento de esconder aviesas intenciones por su lado bueno, el derecho. Dir¨ªase que se dej¨®. Con la cabeza despejada, Alberto Aguilar le puso hasta buen gusto a comp¨¢s abierto. No fue lo mismo por el otro pit¨®n. No pasaba el toro. Y miraba. De vuelta a la derecha, ya no hubo m¨¢s posibilidades.
Rafaelillo dej¨® que macharan en varas a su primero y lo acus¨® despu¨¦s. La proverbial facilidad del torero con este tipo de toros fue suficiente para superar un simple tr¨¢mite. El cuarto, como una excepci¨®n del lote, apenas se tuvo en pie. Rafaelillo abrevi¨® y aqu¨ª paz y all¨¢ gloria.
Novillada matinal
Por la ma?ana, con menos de media entrada, tuvo lugar la 10? de abono. Con novillos de Guadaira, de poco juego y fuerzas, actuaron Miguel Gim¨¦nez, Diego Silveti y L¨®pez Sim¨®n. Los dos primeros fueron ovacionados, mientras que L¨®pez Sim¨®n dio, en el tercero, la ¨²nica vuelta al ruedo del festejo.
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