Sin rastro del se¨ªsmo de 1995 en Kobe
La reconstrucci¨®n de la ciudad da esperanzas a los afectados por el tsunami
"Lo perd¨ª todo: mi casa y mi ¨®ptica, pero me sent¨ª afortunado porque escap¨¦ a la muerte. Ahora miro a lo que el tsunami ha hecho en el noreste de Jap¨®n y siento que en Kobe tuvimos mucha suerte", dice Toshiaki Fukuda, de 72 a?os, sentado en su nueva ¨®ptica. Est¨¢ levantada en el mismo lugar que la antigua, en el barrio de Nagata, que fue pasto de las llamas desatadas tras el terremoto del 17 de enero de 1995 y hoy est¨¢ totalmente reconstruido.
Con una magnitud de 7,2 en la escala Richter, los japoneses le llaman el gran terremoto de Hanshin, porque su epicentro fue el extremo norte de la isla de Awaji, a unos 20 kil¨®metros de Kobe. Pero esta ciudad de 1,5 millones de habitantes fue la m¨¢s afectada. Las im¨¢genes de su autopista elevada que atraviesa la ciudad volcada sobre los pilares doblados y arrancados por la fuerza del se¨ªsmo dieron la vuelta al mundo y empeque?ecieron la ficci¨®n de King Kong.
Ahora se han puesto en pr¨¢ctica nuevas normas contra la actividad s¨ªsmica
Trenes arrugados como papeles, edificios ca¨ªdos unos encima de otros o inclinados como si estuvieran borrachos. Los habitantes de Kobe se despertaron a las 5.45 de la ma?ana en la peor de sus pesadillas, pero muchos se salvaron porque a¨²n no hab¨ªan cogido el coche ni acudido a sus lugares de trabajo. El 80% de las 6.434 v¨ªctimas mortales fallecieron por aplastamiento.
"Siempre pens¨¦ que el fuego era lo peor, pero ahora cuando veo lo que ha hecho el agua, s¨¦ que me equivocaba. Nosotros tuvimos tiempo de huir, ellos no. Las llamas se propagaron porque los bomberos no pudieron ajustar las bocas de sus mangueras a las tomas de agua, ni consiguieron bombearla del mar", afirma Yasue Maeda, de 61 a?os y propietaria de una tienda de t¨¦.
Las investigaciones posteriores revelaron que no se hab¨ªan respetado muchas de las estrictas normas de construcci¨®n, introducidas a finales de la d¨¦cada de los ochenta. En la espectacular reconstrucci¨®n, sin embargo, se han extremado las medidas de seguridad y se han puesto en pr¨¢ctica nuevas normas contra la actividad s¨ªsmica.
Del terremoto de Kobe no queda ni rastro. Para que nadie olvide la furia de la naturaleza, en el barrio de Chuo, otro de los m¨¢s da?ados, se aprovech¨® la cat¨¢strofe para liberarse de una acer¨ªa y de dos f¨¢bricas y levantar en parte de los terrenos ganados un museo del terremoto. Una reconstrucci¨®n por ordenador de distintas secuencias del se¨ªsmo descompone a m¨¢s de un visitante. Adem¨¢s en el puerto, que result¨® muy da?ado, se ha dejado como recuerdo uno los espigones destrozados junto al nuevo.
A la reconstrucci¨®n de Kobe contribuyeron m¨¢s de un mill¨®n de voluntarios y miles de millones de yenes llegados de todo el pa¨ªs. El coste del terremoto se estim¨® en 80.000 millones de euros. "El dinero de las donaciones se distribuy¨® entre todos los afectados. Con lo que me dieron pude abrir esta nueva ¨®ptica pero no me llegaba para levantar la casa y nos fuimos a vivir con nuestro hijo mayor", comenta Fukuda.
Hashimoto, un cocinero jubilado, dice que ahora cuando ve en la televisi¨®n a los refugiados de esta cat¨¢strofe se acuerda de los d¨ªas que ¨¦l tambi¨¦n pas¨® con su familia en un refugio. Unas 250.000 viviendas resultaron total o parcialmente destruidas y m¨¢s de 316.000 personas se refugiaron en instalaciones p¨²blicas. Pero en 10 a?os, todo el mundo ten¨ªa su nueva vivienda y se hab¨ªan reconstruido las zonas comerciales. La autopista elevada volvi¨® a abrirse al tr¨¢fico en 1996.
Hashimoto afirma que est¨¢ pensando en irse al noreste a ayudar a la reconstrucci¨®n de la zona, aunque la incertidumbre sobre la radiactividad de Fukushima le retiene de momento. "Los japoneses somos un pueblo muy unido y siempre nos ayudamos en los momentos malos", se?ala.
Asesor de la Comisi¨®n de Urbanismo, Tsuyoshi Ogura, de 72 a?os, se encarg¨® tras el terremoto de Kobe de la distribuci¨®n de los grupos de voluntarios extranjeros que se sumaron a los japoneses en las labores de rescate. Ogura sostiene que la tarea en el noreste de Jap¨®n es "mil veces mayor", pero est¨¢ convencido de que los japoneses saldr¨¢n adelante. Resurgida de las cenizas, la ciudad de Kobe, adem¨¢s de un buen ejemplo a tener en cuenta, se ha puesto manos a la obra y hay multitud de peque?as iniciativas para recoger fondos y ayudar a los hermanos del norte.
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