Hogares destinados al desguace

El desayuno estaba preparado y los ni?os estaban vestidos para ir al cole. Pero no era un d¨ªa normal para la familia de Fran Stan y su mujer, Graziere. La polic¨ªa les hab¨ªa avisado el s¨¢bado de que ayer a las ocho de la ma?ana iban a ser desalojados del autob¨²s y la caravana en la que viv¨ªan en el camino de Fuencarral a Hortaleza en Las Tablas. Los veh¨ªculos iban a ser demolidos.

La pareja lleg¨® a Espa?a desde Ruman¨ªa en 2001. Han tenido su hogar en estas infraviviendas desde que en 2008 el jefe de Stan, que ten¨ªa un negocio de veh¨ªculos que ¨¦l vigilaba, les diera un autob¨²s. En total son 14 personas. Fran y Graziere y sus ochos hijos menores viv¨ªan en el autob¨²s. Su hija mayor, Persida, de 18 a?os, su esposo, Cipri¨¢n, y sus dos hijas ocupaban la caravana de al lado.

A las 8.45 de ayer lleg¨® el jefe de Disciplina Urban¨ªstica del Consistorio, Julio C¨¦sar Santos, y tras ¨¦l, agentes de la Polic¨ªa Municipal y la Nacional, varios t¨¦cnicos, dos camiones con gr¨²a y una excavadora. Las dos familias ya hab¨ªan resistido un intento de desalojo a finales de 2010, pero esta vez el Ayuntamiento ten¨ªa una sentencia del juzgado. Stan no se resist¨ªa, pero lamentaba la decisi¨®n: "Estamos muy bien aqu¨ª, esto es muy duro", suspiraba. Mientras, ¨¦l y su familia iban sacando los enseres de sus casas para salvarlos de la destrucci¨®n.

La abogada voluntaria de la familia, Patricia Fern¨¢ndez, tem¨ªa que el Ayuntamiento les fuese a cargar los costes de la operaci¨®n. Santos, del Consistorio, no lo contemplaba. "Por desgracia, el Ayuntamiento lo paga. Deber¨ªan ser ellos", dec¨ªa.

Stan, que trabaja de chatarrero cuando puede, reclam¨® tras la demolici¨®n los restos del autob¨²s y la caravana. Calcula que pueden valer 1.500 euros. Sin embargo, Santos confirm¨® que su destino era el vertedero municipal. "Han tenido tiempo para vender los veh¨ªculos", se?alaba.

Antes de empezar con el derribo, el Samur Social recogi¨® a los padres y sus hijos y los llev¨® a campamentos de alojamiento. Stan y Graziere fueron a San Roque, situado en la misma calle. Persida y Cipri¨¢n, a Valdelatas, en la carretera de Colmenar Viejo, a 10 kil¨®metros de distancia.

Con dos empujones de la pala de la excavadora, la caravana qued¨® aplastada. Cipri¨¢n mir¨® fijamente la destrucci¨®n. Una vez retirados los restos, la m¨¢quina se dirigi¨® hacia el autob¨²s. Fue m¨¢s resistente. Aun as¨ª, el parabrisas y la parte de delante se convirtieron en chatarra en cuesti¨®n de minutos.

A las 11.00 solo quedaba la estructura baja del veh¨ªculo, que los operarios del Ayuntamiento trituraron con un soldador, y la gallina de la familia. El ave andaba desconcertada por el campo donde antes hab¨ªa dos hogares.