El problema sucesorio

El secretario de Organizaci¨®n del Partido Socialista, Marcelino Iglesias, asegur¨® ayer que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero no le ha comunicado a¨²n si aprovechar¨¢ la reuni¨®n del Comit¨¦ Federal del 2 de abril para despejar las inc¨®gnitas sobre su futuro. Los principales dirigentes socialistas creen, a estas alturas, que la decisi¨®n de no continuar est¨¢ adoptada y que la principal discrepancia reside en determinar el momento para hacerla p¨²blica.

La mayor¨ªa de los candidatos municipales y auton¨®micos socialistas, que se juegan su cargo el 22-M, prefiere que el anuncio sea anterior a la campa?a electoral por considerar que beneficiar¨ªa sus intereses el hecho de que el PP no pueda utilizar la cita como un plebiscito contra Zapatero. Otros dirigentes, minoritarios, consideran que es mejor posponer la decisi¨®n para despu¨¦s de las elecciones del 22 de mayo. En ese caso, si el PSOE cosecha un mal resultado electoral, el presidente deber¨ªa asumir adem¨¢s el coste de que muchos pudieran interpretar el anuncio de su retirada como una consecuencia de un mal resultado en las urnas. En medio de este debate, est¨¢ la convicci¨®n, compartida por todos en el PSOE, de que si finalmente el presidente renuncia a volver a ser candidato, merece un final "digno".

El anuncio de la renuncia, en cualquier caso, abrir¨ªa un periodo de incertidumbre que algunos desear¨ªan cerrar inmediatamente con unas primarias de urgencia con un ¨²nico candidato, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, el mejor colocado en todas las encuestas. Sobre esta posibilidad no parece que haya a¨²n la necesaria unanimidad. El desgaste para el partido ser¨ªa a¨²n mayor si la nominaci¨®n del nuevo l¨ªder originase tensiones internas por el procedimiento o el calendario.

La disyuntiva ante la que se ha colocado Zapatero y, con ¨¦l su partido, no es sencilla. Sobre todo en la eventualidad de que las municipales y auton¨®micas se salden con una contundente derrota de sus candidatos. En esa hip¨®tesis, podr¨ªan aparecer voces, y no solo fuera del PSOE, que reclamaran la disoluci¨®n de las C¨¢maras. La posibilidad de escapar a este laberinto sucesorio en el PSOE depende de las decisiones que adopten los dirigentes socialistas en los pr¨®ximos d¨ªas. Aunque el debate sobre el liderazgo no se haya abierto de forma oficial, de manera impl¨ªcita lleva tiempo consumiendo las fuerzas del partido socialista. Tal vez demasiado.