El tsunami ahoga los sue?os de 268.000 refugiados
El cataclismo deja en la miseria a varias provincias del noreste - Cientos de miles de hogares siguen sin luz ni agua - Hay 9.079 muertos y 12.645 desaparecidos
Yumiko Sasahara no pod¨ªa imaginar que iba a vivir este mes de marzo una cat¨¢strofe natural, que iba a situar a Jap¨®n, en algunos aspectos, en una situaci¨®n que parece m¨¢s propia de naciones en v¨ªas de desarrollo que de una de las econom¨ªas m¨¢s ricas del mundo. Cuando el pasado 11 de marzo la tierra se sacudi¨® sus tensiones con una intensidad de 9.0 puntos en la escala Richter, Sasahara, de 25 a?os, se encontraba durmiendo en la casa de sus padres en Shiogama, una poblaci¨®n situada unos 20 kil¨®metros al norte de Sendai (capital de la prefectura de Miyagi) y a m¨¢s de 300 kil¨®metros de Tokio. Estaba de vacaciones.
Los vaivenes la despertaron con violencia. Eran las 2.46 de la tarde (ocho horas menos en la Espa?a peninsular). En la vivienda, se encontraban tambi¨¦n su abuela y uno de sus hermanos. "Se fue la luz. Intent¨¦ salir por la ventana, pero estaba bloqueada; intent¨¦ salir por la puerta, pero tambi¨¦n estaba encajada. Mi hermano vino a buscarme. Desesperada, me lanc¨¦ con el hombro sobre la puerta y logr¨¦ abrirla", cuenta, a¨²n conmocionada, en un caf¨¦ junto a la estaci¨®n de tren de Shinjuku, en Tokio, a pesar de que ha pasado ya m¨¢s de una semana.
"Mis padres no han querido marcharse", se lamenta una evacuada en Tokio
Muchos japoneses comienzan a cuestionar la energ¨ªa nuclear
Minutos despu¨¦s, lleg¨® su padre en coche, recogi¨® a la familia y, en medio de las alertas de tsunami, salieron huyendo hacia la escuela de Shiogama. "Las alertas advirtieron primero de un tsunami de tres metros, luego lo cambiaron a seis metros y despu¨¦s, a 10 metros", dice. "La escuela se encuentra en un terreno elevado, y desde all¨ª vimos el maremoto".
Sasahara y su familia tuvieron suerte. No resultaron heridos, y su casa no fue engullida por las aguas como lo fueron miles en esta regi¨®n devastada por el maremoto. Pero los d¨ªas que siguieron no los olvidar¨¢ nunca. "La primera noche dormimos en el coche. No hab¨ªa electricidad, no hab¨ªa agua, no hab¨ªa se?al del tel¨¦fono m¨®vil, las tiendas se quedaron sin comida, era muy dif¨ªcil conseguir gasolina, ten¨ªamos que ir a recoger el agua para beber con cubos, y no hab¨ªa para todos. La gente estaba muy asustada", cuenta. En los hospitales, se acumulaban los heridos y faltaban las medicinas.
La situaci¨®n empeor¨® los d¨ªas siguientes con las fugas radiactivas en la planta at¨®mica de Fukushima -que result¨® da?ada por el terremoto y el tsunami- y el p¨¢nico a un cataclismo nuclear.
Sasahara lleg¨® el lunes pasado a Tokio tras un viaje de ocho horas en autob¨²s, camino de Yokohama, donde vive desde hace tres a?os y trabaja en el sector tur¨ªstico. Dej¨® atr¨¢s a sus padres, que "no quieren irse" de su ciudad, y un paisaje de destrucci¨®n y muerte, m¨¢s corriente en lugares como Indonesia, Sri Lanka o Pakist¨¢n, que en este pa¨ªs tecnol¨®gico capaz de organizar maratones de robots.
Jap¨®n est¨¢ acostumbrado a los terremotos. Y desde el 11 de marzo todos los d¨ªas ha habido r¨¦plicas. Ayer, a las 9.05 de la noche (ocho horas menos en la Espa?a peninsular), el suelo volvi¨® a moverse en Tokio y los edificios se balancearon durante varios segundos. El vaiv¨¦n hizo soltar gemidos a los muebles e interjecciones a algunas personas. A las 22.51, volvi¨® a temblar. Y a la 1.13 de la madrugada de hoy, se movi¨® una vez m¨¢s.
Cuando han pasado 11 d¨ªas de la cat¨¢strofe, unas 268.000 personas contin¨²an evacuadas en refugios, 760.000 hogares siguen sin acceso a agua corriente, y 221.000 est¨¢n sin electricidad. El n¨²mero de fallecidos confirmados es de 9.079 y el de desaparecidos, 12.645. Algunas de las principales carreteras que resultaron da?adas han sido abiertas, y los trenes hacia el norte han comenzado a funcionar.
La crisis desencadenada por el terremoto, el tsunami y las fugas radiactivas en Fukushima han llevado a algunos ciudadanos a cuestionar la conveniencia de que la energ¨ªa nuclear suponga un alto porcentaje de la capacidad de generaci¨®n el¨¦ctrica del pa¨ªs, alrededor del 30%. "La energ¨ªa at¨®mica no es segura", afirma Taro Tanaka, un ingeniero inform¨¢tico, que dice que est¨¢ preocupado tanto por la posibilidad de que se produzca un nuevo gran terremoto como por la radiaci¨®n en el aire.
Son algunas de las dudas que invaden a los ciudadanos de una de las naciones m¨¢s ricas y avanzadas del planeta, como consecuencia del mayor terremoto que ha sufrido Jap¨®n desde que comenz¨® a registrar datos hace 140 a?os.
"Me siento muy triste por lo que ha ocurrido", dice Sasahara. A continuaci¨®n, apura su vaso de t¨¦ con hielo, se coloca la mascarilla sobre el rostro, y se dirige a la estaci¨®n para tomar el tren de regreso a Yokohama, arrastrando su maleta de ruedas. A su espalda, deja un sentimiento de desolaci¨®n.
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