El error Merkel
Por qu¨¦ los ciudadanos de un pa¨ªs est¨¢n dispuestos a integrarse voluntariamente en una alianza militar como la OTAN que restringe su soberan¨ªa, o a incorporarse a una uni¨®n con moneda ¨²nica que anula aspectos importantes de la pol¨ªtica nacional como es la posibilidad de devaluar la moneda para corregir situaciones de grave desequilibrio econ¨®mico? Probablemente porque esperan que esa autolimitaci¨®n de la soberan¨ªa nacional se vea compensada con el disfrute de alg¨²n bien p¨²blico suministrado por ese club.
En muchos casos, ese bien p¨²blico es la reducci¨®n de la incertidumbre frente al futuro. Si en una situaci¨®n extrema se dispone de una red de seguridad por pertenecer a ese club, se afrontan mejor los problemas y se reduce la incertidumbre.
El riesgo es que la crisis sea un factor desintegrador de la idea europea
Esta reducci¨®n de la incertidumbre tiene mucho que ver con la idea de progreso. Lo se?al¨® el f¨ªsico Jorge Wagensberg en un ciclo de conferencias que se est¨¢ desarrollando en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB) sobre la noci¨®n de crisis y su papel en diferentes ¨¢mbitos de la vida. Para Wagensberg, se puede hablar de progreso cuando se reduce el grado de incertidumbre en la evoluci¨®n de una especie o colectividad.
Eso es lo que ha ocurrido con los Estados nacionales a partir de la gran crisis econ¨®mica de 1929 y de la Segunda Guerra Mundial. Se produjo un progreso econ¨®mico y social considerable, ya que las pol¨ªticas econ¨®micas keynesianas redujeron la volatilidad de la econom¨ªa y las pol¨ªticas sociales redujeron la incertidumbre de las personas ante el riego de padecer una enfermedad, estar en el paro o jubilarse. Por eso decimos que hemos progresado econ¨®mica y socialmente.
Lo mismo ha ocurrido hasta ahora con la construcci¨®n de la Uni¨®n Europea.
Sin embargo, la crisis financiera de 2008 ha cuestionado esta relaci¨®n entre reducci¨®n de incertidumbre y progreso en la UE. Es as¨ª en la medida en que nos deja tres ense?anzas claras.
La primera es que la pertenencia al euro no nos ha protegido de la inestabilidad financiera. Al contrario; en algunos sentidos, la ha incrementado.
La segunda es que la zona euro no dispone de mecanismos de ¨²ltimo recurso que ayuden a los pa¨ªses ante situaciones puntuales graves, como el sobreendeudamiento. Al contrario, los que hasta ahora se han creado aumentan la inestabilidad y la incertidumbre. Por eso Portugal intenta por todos los medios no recibir ayuda. Su situaci¨®n empeorar¨ªa, como ya sucedi¨® en Grecia e Irlanda.
La tercera, y quiz¨¢ para m¨ª la m¨¢s sorprendente e inesperada, es ver c¨®mo algunos pa¨ªses de la eurozona, liderados por Alemania, son renuentes (cuando no abiertamente opuestos) a la creaci¨®n de mecanismos de seguridad que reduzcan la inestabilidad y la incertidumbre.
Escribo este art¨ªculo un d¨ªa antes de que se celebre la cumbre europea del jueves y el viernes. No conozco las decisiones definitivas, pero, aun cuando estoy seguro de que se avanzar¨¢ en la puesta en marcha de esta red de ¨²ltimo recurso a partir de 2013, permanecer¨¢ la renuencia alemana. Y esa renuencia es un factor que aumenta la incertidumbre y mina el progreso econ¨®mico y social de muchos europeos.
?Por qu¨¦ esa resistencia alemana a crear mecanismos absolutamente necesarios para la reducci¨®n de la inestabilidad financiera y la sostenibilidad del euro? Remedando a Churchill, cuando le preguntaron qu¨¦ pensaba de los franceses, no conozco a todos los alemanes y no puedo opinar con conocimiento de causa. Pero perm¨ªtanme hacer una conjetura: las nuevas ¨¦lites alemanas han reducido su compromiso con el progreso europeo porque Alemania se ha convertido en un pa¨ªs normal, como lo es Francia, Holanda o Italia. Es decir, un pa¨ªs que mira ¨²nicamente por sus intereses nacionales.
Mientras estuvieron presentes las consecuencias de la confrontaci¨®n b¨¦lica europea y Alemania permaneci¨® dividida, muchos alemanes vieron la unidad europea y la unidad alemana como dos caras de una misma moneda. Pero a partir del momento en que cay¨® el muro de Berl¨ªn y se logr¨® la reunificaci¨®n de Alemania, las ¨¦lites que sucedieron a Helmut Kohl han ido perdiendo inter¨¦s en el avance europeo.
A partir de esta conjetura se entiende mejor la actitud de la canciller Merkel: lo que hace es poner por delante los intereses de sus conciudadanos. No tengo nada que objetar. No pretendo hacer un juicio moral, sino comprender las razones de su actitud.
Sucede, sin embargo, que Merkel justifica su rechazo en un error de diagn¨®stico y en una actitud arrogante de superioridad moral. Cree que los problemas de pa¨ªses sobreendeudados como Irlanda o Espa?a son debidos a que sus ciudadanos son vagos y sus Gobiernos despilfarradores. Esto, adem¨¢s de ser un error, a?ade injuria al sufrimiento de los ciudadanos, que ven c¨®mo la crisis reduce su progreso y aumenta su incertidumbre. Olvida que su pa¨ªs incumpli¨® reiteradamente el Pacto de Estabilidad presupuestaria, y que pa¨ªses como Irlanda y Espa?a fueron virtuosos fiscalmente hasta la llegada de la crisis. Otra cosa fue el sobreendeudamiento de la banca privada irlandesa y espa?ola. Pero en ese sobreendeudamiento tuvo mucho que ver la propia Alemania.
Mientras Merkel y las ¨¦lites alemanas no se convenzan de su error y de que la responsabilidad por la situaci¨®n financiera de Europa es compartida, no impulsar¨¢n soluciones colectivas. El riesgo es entonces que la crisis sea un factor desintegrador de la idea europea.
Ojal¨¢ acaben comprendiendo que las tensiones que viven algunos pa¨ªses sobreendeudados tienen mucho que ver con la cojera del euro y los desequilibrios provocados desde la propia Alemania. En ese momento volver¨¢n a implicarse, y la crisis ser¨¢ un est¨ªmulo para avanzar en el camino de la integraci¨®n y el progreso europeo.
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