Literatura de alto voltaje
Las viviendas de los grandes de las letras rusas, en un intenso recorrido moscovita
Durante una visita a Mosc¨² no visitar la galer¨ªa Tretiakov (de arte ruso) y el Museo Pushkin (de arte occidental) ser¨ªa como ir a Madrid y no pasar tres horas en el Museo del Prado. Pero en la capital rusa adem¨¢s de esos dos grandes centros de arte hay una red de museos estupendos, f¨¢cilmente accesibles y cercanos los unos de los otros, todos en torno al anillo de los grandes bulevares, y a una distancia m¨¢xima de algunas estaciones de metro. Entre ellos destacan el Centro Nacional de Arte Contempor¨¢neo y la Casa de la Fotograf¨ªa (ver despiece), pero tambi¨¦n resultan interesant¨ªsimos las casas-museo de los grandes escritores. La literatura ha sido para el pueblo ruso un arte fundamental, y las residencias de sus principales figuras se han preservado admirablemente. Visitaremos algunas de ellas, pero no sin antes peregrinar -lo primero es lo primero- a la plaza donde se sentaba Mija¨ªl Bulg¨¢kov a imaginar El maestro y Margarita y donde tiene lugar la primera escena de esta novela: la aparici¨®n del Diablo y su corte en Mosc¨².
Bajamos del metro en la estaci¨®n de Mayak¨®vskaya, junto a la plaza presidida por una estatua monumental del rapsoda de la Revoluci¨®n, Vlad¨ªmir Maiakovski, inmortal autor de la Carta al inspector de impuestos a prop¨®sito de la poes¨ªa. Tras caminar unos minutos por la Bolshaya Sadovaya, giramos a la izquierda por la Malaya Bronnaya y entramos en los jardines del Patriarca, o Estanques del Patriarca. Es una plaza espaciosa, cuadrangular, rodeada de s¨®lidos y distinguidos edificios y de ¨¢rboles, alrededor de un estanque que le da un aire encantador. Para quitarle a la plaza la connotaci¨®n disidente que le hab¨ªa dado el culto clandestino a Bulg¨¢kov, en los a?os setenta instalaron all¨ª un gran monumento a Iv¨¢n Kril¨®v, popular¨ªsimo autor de f¨¢bulas inspiradas en el folclore ruso y en La Fontaine. En una esquina de la plaza est¨¢ el caf¨¦ Margarita, caf¨¦ diab¨®lico-musical decorado con motivos bulgakovianos.
Desandando los pasos se llega al n¨²mero 10 de la Sadovaya, donde estaba, en un piso comunal, la habitaci¨®n donde vivieron Bulg¨¢kov y su mujer durante tres o cuatro a?os, a principios de los a?os veinte, y donde se alojan el demonio Volland y su corte. Fue y todav¨ªa es punto de encuentro de disconformes y disidentes; la empinada escalera est¨¢ llena de grafitis alusivos a su novela: diab¨®licos gatos negros y muchachas et¨¦reas. En su cuarto se conserva su precioso mobiliario, amontonado en el mezquino espacio vital. Aqu¨ª escribi¨® Demoniada, Los huevos fatales...
En el mismo patio, dos puertas m¨¢s all¨¢, la iniciativa popular ha instalado un Museo Bulg¨¢kov con algunos enseres personales, documentos y fotograf¨ªas del escritor, su instrumental de m¨¦dico, su m¨¢quina de escribir, tambi¨¦n el tel¨¦fono de su famosa conversaci¨®n con Stalin. La entrada es gratuita. Hay tambi¨¦n un peque?o caf¨¦ y una tiendecita que vende diversa memorabilia, y a trav¨¦s de unas cortinas mal cerradas, espesas, rojas y teatrales, se oyen las declamaciones de j¨®venes actrices y actores que ensayan Los d¨ªas de los Turbin.
El Museo de la Literatura cuenta con 14 edificios repartidos por el centro de Mosc¨². Cinco de ellos est¨¢n dedicados a almacenar y conservar los fondos. Mantienen 12 exposiciones temporales en las casas-museo de los escritores famosos. El museo cuenta con 700.000 documentos o piezas.
La sede central del museo se aloja en un monasterio de la calle Petrovka, muy cerca del Kremlin, un monasterio ruinoso y que va a restituirse a la iglesia ortodoxa, de manera que pronto se trasladar¨¢ a otra sede, menos c¨¦ntrica. De ¨¦sta de ahora se puede decir que es extraordinaria, no solo por el recinto -las dependencias y torres del monasterio rematadas con las caracter¨ªsticas c¨²pulas de cebollas se derraman elegantemente entre los patios- sino por el contenido: un fabuloso relicario de objetos personales de los m¨¢s importantes autores de la literatura rusa desde el siglo XVIII.
Escolares en acci¨®n
El museo no suele estar abarrotado salvo cuando recibe las visitas de un aula escolar. En cada sala se distribuyen unas cuantas vitrinas, o urnas, y cada vitrina est¨¢ dedicada a la memoria de un escritor. Pipas, plumas, dibujos, bastones, anteojos, gafas, cartas, cuadernos, pinturas, manuscritos. En la primera sala, los retratos de ¨¦poca de autores poco conocidos del siglo XVIII, de pobre factura, como los escritos tanteadores de la ¨¦poca. Luego, en las sucesivas salas y en los sucesivos tiempos, el arte y la literatura paulatinamente mejoran hasta alcanzar esas cimas tan altas que vemos desde muy abajo.
Entre las primeras vitrinas, en la dedicada a Pushkin estaban, en una exposici¨®n temporal, las pistolas del duelo fatal y un cuadro que representa un sal¨®n de su casa donde el gran poeta posa en su c¨ªrculo de amigos, hombres de letras. La vitrina que re¨²ne enseres del rico y sentimental Ti¨²tchev guarda alguna de las cuartillas que emborronaba como si estuviera distra¨ªdo con sus elegantes poemas amorosos, y que luego dejaba abandonadas por los rincones, pero luego por suerte ven¨ªa su amigo Turgu¨¦nev a rescatarlas y conservarlas.
El espacio de L¨¦rmontov emana ese aire ex¨®tico y pintoresco de su vida breve; adem¨¢s de varios retratos vestido de oficial hay una primera edici¨®n de Un h¨¦roe de nuestro tiempo y algunos ¨®leos que pint¨® -era un pintor notable-, con motivos de rom¨¢nticos paisajes monta?osos del C¨¢ucaso y batallas a las que asisti¨®, ambiente de su c¨¦lebre novela. Tambi¨¦n Biely, el autor de Petersburgo, era un competente dibujante y pintor, como demuestran sus dibujos. En la vitrina de Ajm¨¢tova, fotos en la famosa casa de la Fontanka, en San Petersburgo, y retratos que le hicieron varios pintores amigos suyos. En la vitrina de Mandelstam, la primera edici¨®n de Tristia ("he estudiado la ciencia de las despedidas..."), con la dedicatoria manuscrita "contra mi voluntad se reunieron y se imprimieron estos poemas...".
El parqu¨¦ cruje m¨¢s seg¨²n se acerca uno a la ¨²ltima sala, seguido por una celadora discreta. Ah¨ª se re¨²nen objetos de Esenin -con las fotos de sus mujeres, entre ellas, las dos ¨²ltimas, Isadora Duncan y Sof¨ªa Tolstaia, nieta de Lev- y su pluma con el tintero, recamado con una peque?a calavera como un presagio. Me llam¨® la atenci¨®n entre las reliquias de Maiakovski la min¨²scula plancha de acero que llevaba en la maleta en sus m¨²ltiples viajes; es espacialmente conmovedora la memorabilia de la desdichada Marina Tsvet¨¢ieva y la gran m¨¢quina de escribir marca Remington con la que Pasternak tradujo a Shakespeare y mecanografi¨® Doctor Zhivago.
En un edificio cercano se alza la casa-museo donde viv¨ªa Anatoli Lunacharski, el comisario de Instrucci¨®n P¨²blica (o ministro de Cultura) en tiempos de Lenin, un sujeto tan caracter¨ªstico que organiz¨® un juicio a Dios y lo hizo condenar a muerte -el pelot¨®n de ejecuci¨®n dispar¨® una salva al cielo de Mosc¨²-, pero tambi¨¦n salv¨® a muchos escritores y muchos edificios bellos de Mosc¨² del fervor destructivo de otros jefes bolcheviques. Se conserva intacto su apartamento, de dise?o vanguardista, el m¨¢s elegante del Mosc¨² de su ¨¦poca (y quiz¨¢ tambi¨¦n de la actual), con el sal¨®n donde recib¨ªa a los grandes escritores y decid¨ªa de su suerte o su desgracia -no fue Lunacharski el peor de aquel r¨¦gimen-, y su exiguo y preciosamente decorado gabinete: con el tablero de ajedrez hecho adrede para ¨¦l (en el que las fichas rojas tienen la efigie de obreros y soldados, y las blancas son esclavos, curas, nobles y el rey tiene bajo la corona una calavera). Dos aparatos telef¨®nicos, uno de uso normal, otro para llamar al Kremlin. Junto a estos aparatos, en la pared, una lista con todos los n¨²meros del Kremlin.
Recuerdos de Iv¨¢n Bunin
Otra sede del Museo de la Literatura, con exposiciones temporales, se encuentra cerca de la calle Nueva Arbat, en el callej¨®n o callejuela Truvnikovski. En la parte accesible a los visitantes se celebran exposiciones especiales. Ahora, por ejemplo, la primera que se le haya dedicado nunca a Iv¨¢n Bunin, exiliado, premio Nobel de Literatura en 1933, autor entre otras obras maestras de un relato extraordinario sobre los d¨ªas de la Revoluci¨®n de Octubre. Y en la tiendecita a la entrada del museo se puede adquirir la colecci¨®n de discos compactos que el museo ha grabado con las voces de los grandes poetas recitando sus versos o fragmentos de prosa: impresiona o¨ªr las voces de Le¨®n Tolst¨®i, Ajm¨¢tova, Blok. La de Esenin era algo desgarrada e histri¨®nica. La de Mandelstam sonaba desprotegida. ?Hay que ver c¨®mo se parecen en todos los casos la voz, el rostro y el alma! Pasternak suena un poco nasal. Con parecida intensidad pronuncia una conferencia y recita versos de Shakespeare.
Otra de las sedes est¨¢ en el bulevar Rozhdestvenskii, 16, la casa donde se instal¨® en 1933 el poeta Demian Biedni, nacido con el gentilicio de Pridvorov, que significa "de la corte imperial"; ¨¦l, que era bolchevique, escritor preferido por Stalin y primer poeta oficial de la URSS, se rebautiz¨® como "Biedni", que significa "pobre", aunque la verdad es que hizo fortuna con unas f¨¢bulas populistas que tuvieron un enorme ¨¦xito. Aunque se visita, a horas convenidas previa reserva, un gabinete o memorial, la parte m¨¢s valiosa de esta sede no est¨¢ abierta a las visitas tur¨ªsticas: aqu¨ª se conserva el tesoro de primeras ediciones y manuscritos, joyas bibliogr¨¢ficas que Biedni coleccion¨® y que forman un fondo especialmente valioso del museo.
Antes de llegar aqu¨ª, Biedni viv¨ªa en el apartamento contiguo al del mismo Stalin. Un d¨ªa, Stalin le ech¨® del Kremlin y le adjudic¨® este piso, soberbio y espacioso. Sobre los motivos para esa expulsi¨®n se barajan varias hip¨®tesis. Unos afirman que tanto Stalin como Biedni sosten¨ªan continuas discusiones a gritos con sus esposas, y al dictador le desagradaba que su amigo se enterase de sus broncas conyugales. Otros dicen que en el Kremlin Stalin sol¨ªa tomar prestados los libros de Biedni, y este se quej¨® ante terceros de que los libros volv¨ªan llenos de manchas de grasa. (A esta an¨¦cdota se refer¨ªa probablemente Mandelstam cuando en su poema contra el tirano habla de "sus dedos grasientos"). Alguien le fue con el cuento al Vozdh, y el poeta fue alejado de su presencia. En su nueva casa, el poeta encarg¨® muebles y estanter¨ªas a medida para albergar su querida colecci¨®n; durante unos a?os vivi¨® all¨ª tranquilamente hasta que cay¨® definitivamente en desgracia y se le sugiri¨® que vendiese sus libros al Estado por un precio razonable. Perdi¨® el derecho tambi¨¦n a vivir aqu¨ª y mientras se le encontraba otro apartamento m¨¢s peque?o se le asign¨® una habitaci¨®n en el hotel Mosc¨², donde residi¨® durante varios a?os. De vez en cuando visitaba esta casa para contemplar sus libros y llorar su p¨¦rdida.
Tolst¨®i y su gabinete
Cada casa-museo de un escritor tiene el inter¨¦s doble de su valor hist¨®rico como testimonio de una arquitectura y una vida dom¨¦stica determinada y el atractivo como centros de fetichismo literario. Entre ellas destaca el Museo Nacional Tolst¨®i, Lva Tolstogo, 21, en el barrio de Jam¨®vniki (metro Park Kultury), cerca de la espl¨¦ndida iglesia de san Nicol¨¢s. Es una espaciosa casa de madera (el bosque y las otras construcciones que estaban incluidos en la propiedad no se visitan), suntuosamente decorada y con retratos de la familia realizados por Repin y Serov.
En el gabinete de Tolst¨®i destaca el escritorio con balaustrada que aparece en el famoso retrato de Nikol¨¢i Gue (que puede verse en la Tretiakov), y la silla en que se sentaba para escribir, con las patas recortadas: estaba muy mal de la vista y al escribir ten¨ªa los ojos casi pegados al papel. Entre otros efectos personales est¨¢ la bicicleta que estren¨® a los 67 a?os, las mancuernas de su ejercicio diario y, bajo el piano del sal¨®n donde su hija celebraba bailes y ¨¦l le¨ªa sus manuscritos, la piel del oso, recuerdo de la cacer¨ªa de 1858 que casi le cuesta la vida.
En la casa-museo de Ch¨¦jov, en Sad¨®vaya-Kudrinskaya, 6, se visita su estudio de trabajo (facs¨ªmil a partir de fotograf¨ªas de ¨¦poca), la sala de consulta donde atend¨ªa como m¨¦dico a sus pacientes tres horas al d¨ªa, su modesta alcoba y las de sus hermanos, una colecci¨®n de documentos relativos a su reportaje sobre la isla y la penitenciar¨ªa de Sajal¨ªn, y una colecci¨®n de carteles de sus obras teatrales. El palacete de Gorki -la mansi¨®n Riabushinsky, en el 6/2 de la calle Nik¨ªtskaya- es una de las mejores construcciones de la ciudad en estilo modernista, un delirio arquitect¨®nico con una atm¨®sfera interior que se nos antoja enrarecida, especialmente en la habitaci¨®n de su secretario, que particip¨® en su asesinato, y en los magn¨ªficos salones donde Gorki pastoreaba a sus colegas, recib¨ªa las visitas de Stalin y se fijaron las reglas del estilo art¨ªstico y literario acorde con la edificaci¨®n del para¨ªso en la tierra: el realismo socialista.
? Ignacio Vidal-Folch es autor de Barcelona, museo secreto (Editorial Alcar)
Gu¨ªa
Visitas
? Galer¨ªa Tretiakov (www.tretyakovgallery.ru/en). Lavrushinsky, 10. De martes a domingo, de 10.30 a 19.30. 7,50 euros.
? Museo Pushkin de Bellas Artes (www.museum.ru/gmii/defengl.htm). Volkhonka, 12. De martes a domingo, de 10.00 a 19.00. 12,50 euros.
? Museo de la Literatura (007 495 621 38 57). Petrovka, 28. De martes a s¨¢bado, de 11.00 a 18.00.
? Museo de Historia Contempor¨¢nea (007 495 699 67 24). Tverskaya, 21. De martes a domingo, de 10.00 a 18.00. 2,50 euros.
? Museo Mija¨ªl Bulg¨¢kov (www.bulgakovmuseum.ru/en). Sad¨®vaya, 10. Mi¨¦rcoles, de 13.00 a 21.00, y de jueves a domingo, de 13.00 a 19.00. 1,25 euros.
? Museo Nacional Tolst¨®i. Lva Tolstogo, 21. De martes a domingo, de 10.00 a 18.00. Entrada, 5,70 euros.
? Casa-museo de Ch¨¦jov (007 495 291 61 54). Sad¨®vaya-Kudrinskaya, 6. De martes a domingo, de 11.00 a 17.00. Entrada, 2 euros.
? Casa-museo de Gorki (007 495 690 51 30). Nik¨ªtskaya, 6/2. De mi¨¦rcoles a domingo, de 11.00 a 18.00.
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de Mosc¨² (www.moscow.info).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.