La fiesta del super¨¢vit acab¨® en tragedia
Zapatero abraz¨® las reformas tras tomar medidas pol¨¦micas como el cheque beb¨¦
La mirada de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero sobre el super¨¢vit p¨²blico retrata fielmente su giro copernicano en pol¨ªtica econ¨®mica. "Con un Gobierno socialista no habr¨ªa super¨¢vit mientras tengamos d¨¦ficit de familias con vivienda, de mayores con plazas residenciales, de escuelas con recursos, con becas", le espet¨® Zapatero en el Congreso al entonces ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, unos meses antes de su inesperada elecci¨®n como presidente en 2004. Siete a?os despu¨¦s, con el pa¨ªs a¨²n inmerso en una crisis de secuelas profundas, el presidente acaba de prometer en Bruselas que acotar¨¢ m¨¢s el destino del super¨¢vit, probablemente para evitar veleidades como las anunciadas aquella jornada parlamentaria. Zapatero, una vez m¨¢s, se rectifica a s¨ª mismo.
Como s¨ªmbolo del giro pol¨ªtico, el presidente cambi¨® a Solbes por Salgado
El PSOE recuper¨® el poder en la cresta de un crecimiento econ¨®mico que parec¨ªa ilimitado. La elecci¨®n de Pedro Solbes como ministro de Econom¨ªa, un gestor propenso a la austeridad aun en tiempos de bonanza, tranquiliz¨® a quienes tem¨ªan una oleada de dispendios. Pese a todo, el Gobierno revirti¨® algunos retrocesos del Ejecutivo anterior (p¨¦rdida de poder adquisitivo de los funcionarios, estancamiento de las pensiones m¨ªnimas...) e inici¨® una senda reformista que entonces equival¨ªa a avances: ley de la dependencia, permiso de paternidad, mejoras del salario m¨ªnimo, inversi¨®n en infraestructuras e I+D...
El calor que el sector inmobiliario irradiaba sobre el resto de la econom¨ªa permit¨ªa financiar todos esos proyectos sin agotar los ingresos. As¨ª, Solbes pudo exhibir en 2005 el primer super¨¢vit de la democracia. El Gobierno, los expertos y, en definitiva, los ciudadanos se creyeron la prosperidad sin cuestionar si respond¨ªa a bases s¨®lidas. De todos los indicadores que refulg¨ªan, el m¨ªnimo hist¨®rico de paro -el 7,95% a mediados de 2007- se convirti¨® en el m¨¢s prometedor y alent¨® el sue?o del pleno empleo. Hoy el desempleo azota con m¨¢s del 20% de la poblaci¨®n activa en esa situaci¨®n.
Las primeras se?ales de alarma llegaron en el verano de 2007, cuando las entonces desconocidas hipotecas subprime comenzaron a envenenar a los bancos estadounidenses. Ajeno al efecto contagio, el Gobierno se enfrentaba en pocos meses -marzo de 2008- a unas elecciones generales que anim¨® con un plan improvisado: la devoluci¨®n de 400 euros a todos los contribuyentes de IRPF. A ese cheque fiscal, Zapatero a?adi¨® otro natalicio: los 2.500 euros por beb¨¦.
Fue entonces cuando el siempre ortodoxo vicepresidente econ¨®mico Pedro Solbes empez¨® a disentir de forma expl¨ªcita. Tambi¨¦n el ministro de Econom¨ªa hab¨ªa creado alguna gotera en la caja p¨²blica con dos reformas fiscales de calado (de IRPF y sociedades) que entraron en vigor precisamente entre 2007 y 2008, cuando la crisis empezaba a asomar. Un t¨¦rmino que el propio Solbes consider¨® "enormemente exagerado" en mayo de 2008 y que Zapatero eludi¨® citar hasta julio. Como resultado de esa combinaci¨®n -merma de ingresos y aumento de gasto-, el super¨¢vit atesorado durante tres a?os se torn¨® en d¨¦ficit en 2008. A partir de ah¨ª, Zapatero intent¨® gestionar de otro modo la crisis.
Como s¨ªmbolo de este giro, sustituy¨® a Solbes por Elena Salgado, m¨¢s incondicional al presidente y, por tanto, m¨¢s dispuesta a emprender sin objeciones la senda de recortes. La prueba de fuego para el t¨¢ndem Zapatero-Salgado lleg¨® la madrugada del 9 de mayo de 2010, cuando el euro pend¨ªa de un hilo y Bruselas exigi¨® a Espa?a un volantazo econ¨®mico que la alejara de un rescate. Esa larga noche, una de peores que ¨¦l mismo admite haber pasado en La Moncloa, se tradujo en el traum¨¢tico decreto de mayo que rebajaba el sueldo a los funcionarios, congelaba las pensiones y recortaba la inversi¨®n, entre otros mazazos. Fue el final de una era que se antoja dif¨ªcilmente recuperable.
Con la aceleraci¨®n de los recortes, Zapatero adopt¨® la actitud del converso y acentu¨® lo que la prestigiosa revista The Economist denomina ardor reformista, con cambios en el marco laboral, financiero, de pensiones... Las reformas se han convertido en sin¨®nimo de recortes. Un legado opuesto al que esperaba dejar.
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