Imputados
Antes, las listas electorales eran muy entretenidas. Cuando un partido presentaba la suya, iba acompa?ada de un extenso curr¨ªculo de cada uno de los integrantes donde figuraba su actividad profesional, sus m¨¦ritos acad¨¦micos, su edad, el lugar de nacimiento y algunos otros detalles org¨¢nicos. Los periodistas busc¨¢bamos los que sal¨ªan, los que entraban, los independientes, los catedr¨¢ticos, los abogados, los que eran de una facci¨®n del partido, los que eran de otra. Y a partir de ah¨ª, se hac¨ªa un an¨¢lisis de la candidatura. Desde que la pol¨ªtica se profesionaliz¨®, todo resulta mucho m¨¢s aburrido. Las listas, ahora, s¨®lo est¨¢n llenas de pol¨ªticos, por lo que dej¨® de interesar si alguno fue un d¨ªa maestro, porque ya ni se acuerda; si cualquier otro fue abogado, porque nunca ha ejercido; o si es de una facci¨®n u otra, ya que lo normal es que haya estado en varias facciones en distintos tiempos.
Desde hace algunos a?os, lo importante de las listas es que sean paritarias. Est¨¢ asumido que resulta poco est¨¦tico una candidatura donde no figure por igual el mismo n¨²mero de mujeres que de hombres, ya que una sociedad igualitaria no puede estar representaba por listas que no sean igualitarias. Hay comunidades aut¨®nomas que lo exigen por ley y partidos que lo defienden en sus estatutos. De un tiempo a esta parte, las listas electorales han vuelto a ser entretenidas. Ahora, las candidaturas se pueden analizar desde una perspectiva novedosa: el n¨²mero de imputados que van en ellas. Por eso, ser¨ªa deseable que los partidos, en el acto de presentaci¨®n de sus candidatos, incluyeran en el curr¨ªculo la situaci¨®n procesal de algunos de ellos. Y en determinados casos, ser¨ªa conveniente hasta facilitar un certificado de antecedentes penales de alg¨²n alcaldable.
El otro d¨ªa le escuch¨¦ a un dirigente socialista un reproche ingenioso sobre las listas electorales de Valencia, donde figuran hasta 11 pol¨ªticos procesados. Dec¨ªa que hab¨ªa candidaturas en esta comunidad aut¨®noma con listas cremallera: un imputado, un no imputado, un imputado, un no imputado... A¨²n admitiendo que lo de Valencia es insuperable, el reproche tendr¨ªa m¨¢s gracia si no fuera posible poner alg¨²n ejemplo parecido de algunas listas del PSOE. Los partidos suman m¨¢s de 100 candidatos imputados en sus listas para las municipales.
El imputado, ya condenado, con m¨¢s arte del mundo es el expresidente de Melilla. Se llama Ignacio Vel¨¢zquez y ahora es el l¨ªder de una formaci¨®n pol¨ªtica que se denomina Partido Populares en Libertad, que est¨¢ en el l¨ªmite de llamarse en Libertad bajo fianza. Vel¨¢zquez ha pedido al Gobierno un indulto para no cumplir su condena y poder as¨ª presentarse a la presidencia de la ciudad aut¨®noma. Este hombre dice que los servicios jur¨ªdicos de este curioso partido piden en su escrito la suspensi¨®n de la sentencia por su poca "claridad" y aduce que se trata de un asunto que se arrastra desde 1997, cuando impidi¨® el voto a un tr¨¢nsfuga en una moci¨®n de censura. Vel¨¢zquez aleg¨®, para impedir que votara, que el tr¨¢nsfuga ten¨ªa un inter¨¦s personal en ejercer su derecho al sufragio: desbancarlo de la presidencia de la ciudad. Algo que al condenado le debi¨® de parecer extra?o en una moci¨®n de censura.
Si no fuera porque es un esc¨¢ndalo lo que est¨¢ ocurriendo en las listas electorales, hasta tendr¨ªan gracia algunos de estos ejemplos. El problema, sin embargo, hace tiempo que es preocupante. Los c¨®digos ¨¦ticos de los partidos es una de las mayores farsas de la democracia y resulta bochornoso escuchar las explicaciones de los dirigentes para salvaguardar a sus imputados. Cuando una formaci¨®n pol¨ªtica incluye a un imputado en una lista electoral, incluye adem¨¢s la necesidad de defender lo indefensible y de justificar lo injustificable. E incluso, la necesidad de acallar a los medios de comunicaci¨®n, como intent¨® hacer Camps en Valencia.
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