Laberinto negro
La m¨¢s reciente novela de Thomas Pynchon, Vicio propio, tiene unas cuantas sorpresas. La primera de ellas, la de ofrecer un texto m¨¢s desahogado, mucho m¨¢s asequible al lector medio, pero sin abandonar ninguna de sus caracter¨ªsticas de estilo. De nuevo nos encontramos desde las primeras p¨¢ginas con su obsesivo detallismo ("la pelota de v¨®ley firmada por Wilt Chamberlain con un rotulador Day-Glo de fieltro de tinta fluorescente..."), o bien lo contrario ("el cuadro de terciopelo y todo lo dem¨¢s"); la eficiencia de sus im¨¢genes ("pero antes de que ella se diese la vuelta, Doc habr¨ªa jurado que hab¨ªa visto una luz incidiendo sobre su cara, la luz anaranjada que aparece justo despu¨¦s de que se ponga el sol y que se refleja en un rostro vuelto hacia el oeste mientras contempla el oc¨¦ano, a la espera de que alguien, con la ¨²ltima ola del d¨ªa, regrese a la orilla y a la seguridad") y su caracter¨ªstica descripci¨®n acumulativa ("as¨ª que esta parte de la ciudad era un bullicioso hervidero de buscadores de juerga, bebedores y surfistas gritando por los callejones, drogatas que hab¨ªan salido a comprar algo de comer, tipos de tierra adentro que estaban de fiesta esa noche para acosar a azafatas, damas de tierra adentro con empleos normales m¨¢s a ras de suelo deseando que las confundieran con azafatas...") todo ello al servicio de otra sorpresa: verlo meterse en una historia t¨ªpica de novela negra con un detective, Doc Sportello, que no es m¨¢s que un infeliz y desdichado fumeta atrapado en una laber¨ªntica red de maleantes y pirados de toda laya.
Vicio propio
Thomas Pynchon
Traducci¨®n de Vicente Campos
Tusquets Editores. Barcelona, 2011
424 p¨¢gs. 21 euros
Lo laber¨ªntico es otra de las especialidades de Pynchon. Las m¨²ltiples l¨ªneas de sus tramas se enredan en s¨ª mismas formando un ovillo de apariencia inexpugnable donde la erudici¨®n, el lenguaje culto y el lenguaje coloquial crean a su vez una subtrama l¨¦xica de ritmo trepidante de modo que todo el conjunto se convierte en un ir y venir parecido a audaces improvisaciones solistas que, como en el jazz, se apoyan en las armon¨ªas que los nutren. La sensaci¨®n final es que se pierde en su propio laberinto y el lector en la fascinaci¨®n que aquel provoca; una dispersi¨®n trufada de ingeniosidades que se manifiesta a partir de todos los demonios de la cultura hippy y pop de USA en los a?os sesenta y no deja t¨ªtere con cabeza en todos los campos: el crimen organizado, las conspiraciones, la polic¨ªa, la pol¨ªtica, el empresariado, la publicidad, la televisi¨®n, la m¨²sica, las pandillas, la droga, la corrupci¨®n del poder, etc¨¦tera, consiguiendo un ambiente fascinante, s¨ª, pero que m¨¢s bien se enrosca sobre s¨ª mismo; y una especie de apolog¨ªa de lo pintoresco.
Y aqu¨ª se establece la duda: la historia de serie negra se pierde a medio camino, a fuerza de vuelta y revueltas y s¨®lo vuelve a tomar presencia hacia el final. Es una historia que, en cierto modo, recuerda a la m¨ªtica Cosecha roja de Hammett, s¨®lo que esta vez el personaje no es un agente de la Continental que lanza a unos contra otros para acabar reventando Poisonville sino un desgraciado e in¨²til drogota que no da una a derechas y saca a la luz toda la mugre sin pretenderlo. El resultado es muy bueno como creaci¨®n de un ambiente que distorsiona la realidad para convertirse en una genuina ficci¨®n y posee de lleno la capacidad de Pynchon de crear ficciones m¨¢s poderosas que la realidad. Lo que no obsta para que, con toda su brillantez, resulte repetitivo y, en ¨²ltima instancia, contemplando el conjunto, una obra menos ambiciosa que, sin embargo, en buena parte se libra del alambicado manierismo de s¨ª mismo que ven¨ªan mostrando sus ¨²ltimas creaciones.
La gran ventaja es para el lector, pues aquellos que han tenido dificultades para entrar en la frondosa espesura de la creaci¨®n pynchoniana aqu¨ª van a encontrarse con un espacio mucho m¨¢s despejado, lo que convierte a este libro en una v¨ªa de entrada a esa literatura tan herm¨¦tica. Esta es una novela negra conducida por personajes de una sola pieza, marginados, delincuentes o meros desquiciados, narrada desde una perspectiva underground, muy bien enraizada en la sustancia vital de los a?os sesenta californianos, con un humor chispeante que prende en el lector, al que, a pesar de todo lo bueno que hay en ella, le queda el extra?o sabor de boca de algo que pudo ser m¨¢s hondo y fecundo de lo que es. Este libro nos muestra un mundo que cada vez nos atrapa, conduce, constri?e y mantiene bajo vigilancia dominante; una sociedad en la que el personaje central, Doc Sportello, el ¨²nico trabajado de manera compleja, emerge como un singular perdedor y al que su amigo Sparky, le confiesa: "Todo avanza exponencialmente y un d¨ªa de estos todo el mundo despertar¨¢ y descubrir¨¢ que ha estado sometido a una vigilancia de la que no puedes escapar. Los que se escaquean ya no podr¨¢n, tal vez ni siquiera haya un sitio al que escaquearse".
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