Los inconscientes imprescindibles
El desparpajo de Marcelo y Di Mar¨ªa contrasta con el aire mec¨¢nico del Madrid
A Di Mar¨ªa y Marcelo los une la inconsciencia. Di Mar¨ªa obedece porque no es consciente de que la rebeld¨ªa es una posibilidad. El otro, seg¨²n sus colegas, juega sin saber muy bien donde. Le da lo mismo defender el blas¨®n de Chamart¨ªn que el de un club de Tur¨ªn, Baviera o Mosc¨², siempre que le ofrezcan un dorsal y una pelota. Marcelo cumple ¨®rdenes porque no le gusta que Jos¨¦ Mourinho le deje en evidencia ante sus compa?eros, como ha ocurrido, pero el d¨ªa que no coincida con el t¨¦cnico portugu¨¦s volver¨¢ a hacer exactamente lo que le d¨¦ la gana. En la versi¨®n mecanizada del Madrid que se prepara para recibir al Bar?a es dif¨ªcil que un futbolista se salga del sencillo guion t¨¢ctico que impone el entrenador. Pero, si eso sucede, Marcelo y Di Mar¨ªa se encontrar¨¢n implicados en la sorpresa. Entre ambos mantendr¨¢n preocupado a Alves. Juntos o por separado, son un peligro para el Bar?a. La pared que trenzaron antes del gol en la final de la Copa es el ejemplo m¨¢s perfecto.
"Soy m¨¢s agresivo", dice el brasile?o, con 238 robos del bal¨®n por 164 el a?o pasado
Marcelo sali¨® ayer a ofrecer una conferencia de prensa junto a Mourinho. Alguien le pregunt¨® qu¨¦ responsabilidad tiene el t¨¦cnico en su evoluci¨®n como jugador. "Por la responsabilidad hay que preguntarle a ¨¦l", dijo, se?alando a su acompa?ante, que miraba al suelo con cara de estar soportando un mal trago; "en cuanto a mi mejor¨ªa, creo que soy m¨¢s maduro que cuando llegu¨¦. He mejorado un mont¨®n en mi juego agresivo y todav¨ªa puedo mejorar bastante".
Es dif¨ªcil extraer conclusiones de una respuesta tan oscura, aparte de que un ser humano suele estar m¨¢s desarrollado a los 23 a?os que a los 18. Eso es lo que dijo Marcelo, cuya producci¨®n ofensiva ha ca¨ªdo a la mitad desde la temporada pasada. En la Liga, con Manuel Pellegrini, el lateral zurdo meti¨® cuatro goles, dio ocho asistencias y centr¨® 109 balones al ¨¢rea. Esta temporada suma dos goles, cuatro asistencias y 48 centros. Su energ¨ªa, sin embargo, no se ha perdido. Mourinho la ha transformado. Si el a?o pasado acab¨® robando 164 balones, ahora lleva 238. El t¨¦cnico le ha disciplinado a fuerza de dejarlo en rid¨ªculo ante sus compa?eros y culparlo continuamente por goles encajados en los que ¨¦l no siempre fue el ¨²nico responsable. Al final, Mourinho ha conseguido algo que Fabio Capello, Bernd Schuster, Juande Ramos y Pellegrini, dieron por imposible: irritar a Marcelo. Con la rabia se le desarroll¨® el instinto defensivo. Esta temporada ha sido uno de los mejores en todas las l¨ªneas.
Marcelo, jugador de nacimiento, hered¨® el car¨¢cter jovial de los cariocas. No para de hacer bromas. Es capaz de repetir el mismo chiste durante tres d¨ªas seguidos al mismo compa?ero. Carece del sentido de la oportunidad y suele acompa?ar las chirigotas con el roce f¨ªsico. Es tan cari?oso que la mayor¨ªa, cuando le ve aparecer, se desmarca. Pepe y Cristiano son los que m¨¢s le toleran. De la tolerancia ha surgido una amistad s¨®lida. Con el tiempo, hasta Mourinho, que al principio le observaba con disgusto, le ha llegado a apreciar. El mercado, por otra parte, le ayuda: Marcelo va camino de ser el mejor lateral zurdo del mundo.
Si el brasile?o se suele quedar solo por ganso, Di Mar¨ªa es un mundo aparte porque no tiene mucho que decir. Ayer sali¨® al entrenamiento alejado de cualquier grupo. Dicen sus compa?eros que es un muchacho inofensivo al que el entrenador le da todos los minutos que puede porque es capaz de correr 20 kil¨®metros hasta caer desmayado, si se lo ordenan. Normalmente, los futbolistas argentinos son rebeldes por libre albedr¨ªo. Este resulta subversivo porque no sufre el cansancio hasta que se acalambra.
A sus 23 a?os, su rendimiento corrobora el acierto del fichaje: 150 centros al ¨¢rea en la Liga, seis goles, seis penaltis provocados, el que m¨¢s en Espa?a, y 11 asistencias, solo por debajo de Messi y Alves. Si Mourinho invit¨® a Kak¨¢ a que se marchase a Brasil para ver a su hija reci¨¦n nacida no fue solo por empat¨ªa. Fue porque cree que con Di Mar¨ªa y ?zil tiene de sobra.
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