El arte del silencio
La palabra es uno de los dones m¨¢s extraordinarios que regala la naturaleza a la especie humana. En el principio era la palabra, el verbo, dice la Biblia. El mi¨¦rcoles se celebr¨® el D¨ªa Internacional de Concienciaci¨®n sobre el Ruido. Por desgracia, estos actos tienen escasa respuesta por parte de los ciudadanos, a pesar de la inmensa labor que est¨¢ realizando la Sociedad Espa?ola de Ac¨²stica.
Al margen de ruidos esten-t¨®reos que padecemos, lo que m¨¢s nos suele molestar es el ruido cansino de las palabras en boca de gente asilvestrada y montaraz. Hablamos mucho y muy alto, aunque el nivel de contaminaci¨®n ac¨²stica sea muy similar al de cualquier capital europea. En Madrid se grita con fluidez e ignorancia. Hay personas que no pisan los bares ni los estadios porque alborotan su cabeza. Suele ocurrir que en esos lugares, m¨¢s que gritar, se rebuzna. Normalmente, quien m¨¢s levanta la voz es quien menos raz¨®n lleva. No te dan opci¨®n ni para escucharte a ti mismo.
Ten¨ªa raz¨®n Hemingway: "Hacen falta dos a?os para aprender a hablar, y 60 para aprender a callar". Antes lo hab¨ªa detectado Shakespeare: "Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras". Debi¨¦ramos aprenderlo todos, principalmente los pol¨ªticos, que ahora mismo nos est¨¢n bombardeando con frases explosivas t¨ªpicas de campa?a electoral. Nunca se nos olvidar¨¢ a los espa?oles aquella genial salida de nuestro Rey: "?Por qu¨¦ no te callas?".
Jorge Luis Borges admiraba esas amistades inglesas: dos amigos pasean sin abrir la boca; se hablan con la mirada y el silencio sonoro. Con mucha frecuencia es la mejor manera de comunicarse, una de las formas m¨¢s sublimes de la comunicaci¨®n. Aunque tambi¨¦n "a veces el silencio es la peor mentira" (Unamuno).
Para hablar bien y no molestar a los dem¨¢s, es fundamental el arte del silencio.
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