?Al Qaeda sin Bin Laden?
Tiene raz¨®n el presidente Barack Obama cuando ayer dec¨ªa que la muerte de Osama bin Laden supone el logro m¨¢s significativo de Estados Unidos en sus esfuerzos por derrotar a Al Qaeda.
Tiene raz¨®n porque la estrategia de Al Qaeda es una estrategia de desgaste. No necesita ganar, sino sencillamente evitar ser derrotada. No necesita tomar el poder o reconstituir el Califato. Su m¨¦trica de victoria consiste en seguir perpetrando atentados y proyectar una imagen de indestructibilidad. Esta aparente capacidad de persistencia es para los terroristas algo pr¨®ximo o equivalente al ¨¦xito. Y el hecho de que, 10 a?os despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre, que o el icono por antonomasia del yihadismo global no hubiera sido hallado reforzaba extraordinariamente esas percepciones.
El yihadismo global subsistir¨¢ sin Osama, aunque haya ca¨ªdo cuando su grupo est¨¢ en decadencia
La multiplicidad de focos de la amenaza yihadista es su mayor legado
Haber dado con su paradero y dejar a Al Qaeda sin su l¨ªder carism¨¢tico e indiscutido es el resultado m¨¢s importante de la nueva estrategia para combatir el terrorismo adoptada por el actual mandatario norteamericano, aunque en buena medida descansa sobre avances de la anterior Administraci¨®n.
El presidente Barack Obama present¨® p¨²blicamente dicha estrategia en marzo de 2009. Al hacerlo, subray¨® cuatro cuestiones que ahora adquieren una particular relevancia. En primer lugar, afirm¨® que su principal objetivo contraterrorista era "desbaratar, desmantelar y derrotar a Al Qaeda".
En segundo t¨¦rmino, sostuvo que "casi con toda certeza", Osama bin Laden se encontraba en las monta?osas zonas tribales al noroeste de ese segundo pa¨ªs.
En tercer lugar, asegur¨® que "Pakist¨¢n debe demostrar su compromiso de erradicar a Al Qaeda y a los extremistas violentos dentro de sus fronteras".
Por ¨²ltimo, el presidente norteamericano advirti¨® que Estados Unidos "insistir¨¢ en que se act¨²e, de un modo u otro, cuando tengamos inteligencia sobre blancos terroristas de alto nivel". Estos cuatro asuntos, mutuamente relacionados entre s¨ª, ayudan a interpretar la muerte de Osama bin Laden y el contexto en que se ha producido, al tiempo que invitan a reflexionar acerca de todo ello y del futuro de Al Qaeda y del terrorismo global en su conjunto.
Desbaratar, desmantelar y derrotar a Al Qaeda era una finalidad contraterrorista m¨¢s precisa y, en cierto modo, menos ambiciosa, que la de enfrentarse a los extremismos violentos en todo el mundo formulada como guerra global al terrorismo por la Administraci¨®n de George W. Bush. Pero los medios militares y las labores de inteligencia han continuado siendo preferentes, como dif¨ªcilmente podr¨ªa ser de otro modo trat¨¢ndose de una estructura terrorista cuyosl¨ªderes se encuentran en Pakist¨¢n. A la muerte de Osama bin Laden ha llevado, por una parte, el extraordinario incremento en los ataques norteamericanos mediante misiles lanzados desde aeronaves no tripuladas contra blancos de Al Qaeda en Wazirist¨¢n del Norte.
Es veros¨ªmil que, a la vista del creciente n¨²mero de mandos de dicha estructura terrorista que iban siendo alcanzados por el impacto de esos misiles, Osama bin Laden tomase la decisi¨®n de buscar refugio en el mismo otro ¨¢mbito en el que ya lo hab¨ªan hecho otros destacados subordinados suyos. Es decir, trasladarse de las inaccesibles monta?as de las zonas tribales de Pakist¨¢n al entorno, menos proclive a la labor de los informantes, de alguna de sus densamente pobladas zonas urbanas.
Por otra parte, a la muerte de Osama bin Laden ha llevado tambi¨¦n una exquisita labor de inteligencia a cargo de la CIA. Pero es dudoso que la informaci¨®n en base a la cual haya sido elaborada dicha inteligencia provenga de aquel compromiso que las autoridades paquistan¨ªes, en palabras de Barack Obama, ten¨ªan que demostrar.
De hecho, la advertencia que el presidente de Estados Unidos incluy¨® en la presentaci¨®n de su estrategia contraterrorista, hace ahora poco m¨¢s de dos a?os, se refer¨ªa a la pasada inacci¨®n contra l¨ªderes de Al Qaeda identificados en territorio de Pakist¨¢n, cuando la operaci¨®n contra los mismos quedaba en manos de los servicios de seguridad y de los militares de dicho pa¨ªs, que en alguna ocasi¨®n incluso llegaron a alertar al propio emir de la estructura terrorista de que hab¨ªa sido detectado por la CIA o de la inminencia de un ataque contra su persona.
Aunque el discurso del presidente Obama sea conciliador a este respecto, que Osama bin Laden se hallara escondido en un recinto muy protegido y relativamente cercano a Islamabad suscita una vez m¨¢s dudas sobre la manera poco un¨ªvoca con que las autoridades paquistan¨ªes abordan el tema de Al Qaeda.
Osama bin Laden muere en un momento en el que Al Qaeda parece tener objetivamente degradadas sus capacidades operativas, cuenta con un n¨²mero de miembros propios que posiblemente no llegue al millar y ha ido progresivamente perdiendo apoyo popular en los pa¨ªses con sociedades mayoritariamente musulmanas, aunque a¨²n sea entre sustancial y notable en algunos de ellos. Esta decadencia se relaciona con el hecho de que la inmensa mayor¨ªa de las v¨ªctimas del yihadismo global sean musulmanes y que haya habido autoridades con t¨ªtulo religioso cuyas voces contrarias a Al Qaeda se han dejado finalmente sentir a lo largo del mundo isl¨¢mico. Ahora bien, ni hab¨ªa dejado de existir, como muchos aduc¨ªan sin fundamento, ni va a dejar de hacerlo a corto y medio plazo. Es m¨¢s, a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada, esa estructura terrorista ha dado muestras m¨¢s que sobradas de su habilidad para adaptarse a circunstancias adversas y ampliar su influencia. Y lo que ha permitido que sobreviva no es, como a menudo se aduce, su car¨¢cter descentralizado, sino, bien al contrario, su articulaci¨®n jer¨¢rquica.
Por eso mismo, Al Qaeda sufre un especial menoscabo con la p¨¦rdida de Osama bin Laden, el alcance simb¨®lico de cuyo liderazgo dif¨ªcilmente puede ser reemplazado. Pero Al Qaeda va a continuar existiendo y contar¨¢ con un nuevo emir, probablemente el egipcio Ayman al Zawahiri, que desde hace a?os se desenvuelve como estratega del terrorismo global, aunque quiz¨¢ no concite el asentimiento de todos los actores que constituyen este polimorfo fen¨®meno. La semana pasada fueron detenidos en Alemania tres individuos, relacionados con el n¨²cleo de liderazgo de Al Qaeda, que se preparaban para cometer atentados suicidas en dicho pa¨ªs y ese tipo de noticias seguir¨¢n siendo recurrentes en los pr¨®ximos a?os.
Adem¨¢s, continuar¨¢ existiendo el resto de los componentes de la urdimbre del terrorismo yihadista, parad¨®jicamente m¨¢s extendidos hoy que nunca antes. Esa multiplicidad de focos de la amenaza terrorista incluye escenarios en los que se ubican, a veces compartiendo una misma demarcaci¨®n y mutuamente relacionados, extensiones territoriales de Al Qaeda, grupos y organizaciones afines a la misma, as¨ª como c¨¦lulas e individuos independientes. Este es el verdadero legado de Osaba bin Laden.
Fernando Reinares es investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto Elcano y catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Rey Juan Carlos. Actualmente tambi¨¦n public policy scholar en la divisi¨®n de estudios de seguridad internacional del Woodrow Wilson Center, en Washington.
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