La cultura no nos cura de la superstici¨®n
Uno de cada cinco espa?oles cree en videntes o astr¨®logos sin importar el sexo, la religi¨®n o el nivel sociocultural - En un mundo tecnificado, la magia a¨²n es negocio
La consulta est¨¢ en un piso del elegante barrio de Salamanca de Madrid. Es un despacho discreto que comparte oficina con una inmobiliaria y un abogado. En la escueta decoraci¨®n, apenas un par de detalles orientalistas y un p¨®ster con las constelaciones. Sobre la mesa, ni velas negras ni bola de cristal: hay un ordenador port¨¢til y dos tel¨¦fonos m¨®viles a los que los clientes mandan mensajes para concertar sesiones de 65 euros para que les echen las cartas. "Odio la palabra vidente, yo soy una orientadora, no tengo poderes, sino una sensibilidad especial, una empat¨ªa que lleva en mi familia desde mi tatarabuela", dice la echadora, una joven holandesa. Prefiere no dar su nombre. No quiere publicidad. Desde hace 15 a?os atiende solo gracias al boca a boca. La discreci¨®n es fundamental porque por sus manos pasan pol¨ªticos, famosos, m¨¦dicos, abogados e "incluso religiosos". "Aqu¨ª viene gente de todos los estratos sociales y culturales", dice.
Toharia: "Somos a¨²n el mono listo con miedo a lo que no se explica"
Savater: "Estudiar Derecho no te explica c¨®mo funciona la materia"
"El conocimiento no es enemigo de la pasi¨®n", afirma un esc¨¦ptico
"No soy vidente, soy una orientadora", dice una echadora de cartas
La superstici¨®n tambi¨¦n se vende profusamente en la TDT
Creemos en el iPhone y en el amuleto sin entender a ninguno
A su consulta se acerca un posible cliente. No cree en "estas cosas", pero le parece "divertido", tiene amigos que lo han hecho y cuentan cosas incre¨ªbles sobre la intuici¨®n de esta mujer "que no va de bruja". Tambi¨¦n le da respeto, porque le han dicho que es "adictivo". Es un treinta?ero sofisticado, ateo y economista. Seg¨²n las encuestas, tiene todas las papeletas para ser un esc¨¦ptico, pero aqu¨ª est¨¢. No es un bicho raro: uno de cada cinco espa?oles dan cr¨¦dito a "estas cosas".
En ¨²ltima encuesta de Metroscopia para medir el Pulso Social de Espa?a se incluy¨® la siguiente pregunta: "En la actualidad, hay mucha gente que se interesa por el curanderismo, la astrolog¨ªa, el tarot o la videncia. Para unos, estas actividades son simples charlataner¨ªas, supercher¨ªas sin fundamento que no merecen ning¨²n cr¨¦dito. Otros, en cambio, consideran que pueden ser formas alternativas de explorar y explicar el mundo y que, a su manera, son tan v¨¢lidas y respetables como la ciencia. ?Con cu¨¢l de estas dos opiniones tiende usted a estar m¨¢s de acuerdo?". El 76% de los encuestados dijeron que eran inventos, pero "con todo, lo cierto es que un 20% les guarda consideraci¨®n". A¨²n mayor es la fe en amuletos y talismanes: un 48% de los espa?oles cree que tienen "alguna influencia sobre los acontecimientos que les afectan".
A Manuel Toharia, director cient¨ªfico de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia y esc¨¦ptico combativo, los datos no le impresionan. "Me esperaba que los cr¨¦dulos fueran muchos m¨¢s del 20%", dice, "aunque claro, la gente miente ante una pregunta as¨ª, contesta lo pol¨ªticamente correcto". ?Y por qu¨¦ son tantos? "En el ser humano hay una parte de racionalidad, esa que nos obliga a ir por la derecha en la carretera, que nos hace leer la letra peque?a de la hipoteca, pero tambi¨¦n hay una parte, a¨²n poderosa, de aquel mono listo que se escond¨ªa de las tormentas y que ten¨ªa miedo de todo a lo que no encontraba explicaci¨®n. Nos gusta m¨¢s pensar una soluci¨®n probable pero fantasiosa, que buscar una racional, incluso muchos esc¨¦pticos al final caen en el 'las meigas no existen, pero haberlas haylas", contesta el f¨ªsico.
Aparte del porcentaje, la encuesta pone otro dato de relieve: "El mayor nivel educativo solo modula, pero en modo alguno anula, la propensi¨®n a atribuirles credibilidad: ese tipo de pr¨¢cticas constituyen ciencias alternativas para el 24% de los espa?oles con nivel de estudios m¨¢s bajo pero tambi¨¦n para el 16% de los que tienen el nivel de estudios m¨¢s elevado". "La necesidad de buscar seguridades m¨¢gicas es tan vieja como el hombre y estudiar Derecho no te explica c¨®mo funciona la materia", opina el fil¨®sofo laicista Fernando Savater. "Las creencias esot¨¦ricas no dependen de tener o no carrera porque la informaci¨®n reglada te informa, pero no te ense?a a pensar. ?Si hasta la ministra de Sanidad llevaba la pulsera del holograma!", dice Toharia refiri¨¦ndose a la Power Balance que luci¨® Leire Paj¨ªn y que fue denunciada por timo por la asociaci¨®n de consumidores Facua.
La credulidad var¨ªa seg¨²n el perfil de los encuestados, pero no mucho. Las mujeres creen algo m¨¢s que los hombres, y los j¨®venes m¨¢s que los mayores. Los votantes de Izquierda Unida son m¨¢s esc¨¦pticos que el resto (solo en tres puntos). Los cat¨®licos practicantes y los no creyentes son algo m¨¢s esc¨¦pticos (solo el 17% da cr¨¦dito a videntes y astr¨®logos) que los cat¨®licos poco practicantes (el 23% cree en ellos). "Para un cat¨®lico convencido estas cosas son pecado y para un ateo que no cree en nada, tonter¨ªas", resume Toharia, "y los cat¨®licos tibios, pues son tibios para todo".
Creso fue a ver al or¨¢culo antes de entrar en guerra con los persas. Este le dijo: "Un gran reino ser¨¢ destruido si lo haces". Creso pens¨® que ese reino ser¨ªa el de los persas y fue a la guerra. "Pero el imperio destruido fue el suyo y el or¨¢culo se cur¨® en salud gracias a la misma ambig¨¹edad que usan hoy en d¨ªa los hor¨®scopos", explica el profesor de Filosof¨ªa de la Universidad de Navarra Jaime Nubiola para apuntar que creemos, en parte, porque siempre lo hemos hecho. "El ser humano siempre ha querido saber lo que va a pasar para tomar decisiones; porque no sabemos tomarlas, por miedo, por frivolidad, por ignorancia, por infantilismo, por falta de asertividad y porque el futuro es esencialmente impredecible".
Sin embargo, Creso no viv¨ªa en una sociedad altamente tecnol¨®gica, racional y cient¨ªfica en la que existen m¨¢s herramientas para comprender el mundo y tomar decisiones. Para contextualizar sus resultados, Metroscopia recurre al fil¨®sofo y soci¨®logo alem¨¢n de principios del siglo XX Max Weber, quien se?al¨® que el proceso de racionalizaci¨®n caracter¨ªstico de las sociedades desarrolladas supondr¨ªa un proceso paralelo de "desencantamiento" del mundo. La ciencia se entronar¨ªa como "supremo e indisputable argumento final de autoridad". Sin embargo, habr¨ªa "un efecto colateral no desde?able": la sensaci¨®n, para muchos individuos, de vivir en una "jaula de hierro", un lugar ¨¢rido y falto de respuestas para "las dimensiones no estrictamente racionales de la vida". "El resultado es que, incluso en sociedades muy avanzadas, caracterizadas por un indisputado predominio de los criterios racionales y cient¨ªficos, sigue existiendo la necesidad de explicaciones no racionales (o arracionales) del mundo", concluye la encuesta.
La tecnolog¨ªa no borra la magia. "Claro que no, nuestra sociedad es muy t¨¦cnica, pero nosotros no sabemos por qu¨¦ funcionan los sofisticados instrumentos que manejamos, lo hacemos como lo har¨ªan los salvajes y eso no proporciona verdadero conocimiento", reflexiona Savater. "Seguimos sin saber, por eso creemos; en el amuleto y en el iPhone por igual, no tenemos ni idea de c¨®mo funcionan ninguno de los dos". De hecho, el pensamiento m¨¢gico fagocita en su beneficio la tecnologizaci¨®n y el desarrollo cient¨ªfico: "Ahora la superstici¨®n se disfraza, los home¨®patas fingen ser cient¨ªficos, las pulseras del holograma no se presentan como escapularios milagrosos, sino como tecnolog¨ªa", dice Savater.
"Los charlatanes saben que mienten y por ello usan el lenguaje y los conceptos de la ciencia; hacen que investigan, llevan bata y en cuanto pueden meten palabras como 'cu¨¢ntica', igual que el curandero te habla de anatom¨ªa", opina el periodista Mauricio Schwartz, miembro del C¨ªrculo Esc¨¦ptico, asociaci¨®n para la difusi¨®n del pensamiento cr¨ªtico, y autor del blog El retorno de los charlatanes, dedicado al desenmascaramiento de fraudes paranormales. La "tecnolog¨ªa-magia", la de los paraps¨ªcologos con medidores electr¨®nicos del aura, la que juega a la duda, la comprobaci¨®n y el escepticismo le molesta m¨¢s que la persigue a ciegas el milagro. Schwartz tambi¨¦n cree que los cr¨¦dulos superan al 20%: "Si no, no habr¨ªa tanta gente haciendo negocio con ello". Del fast food para el alma de los astr¨®logos telef¨®nicos de la TDT, al glamour de Anne Germaine, la medium que contacta (en ingl¨¦s) con los muertos de los famosos en Telecinco. De los bestsellers sobre el poder del pensamiento positivo a los talleres new age sobre ciencias alternativas ancestrales. Creemos porque siempre lo hemos hecho, porque tenemos miedo y por ignorancia. Pero tambi¨¦n porque nos lo venden.
Es de esperar que haya todo un abanico de suspersticiosos: desde el que va a echarse las cartas por entretenimiento, al que toma decisiones importantes seg¨²n le salga tal o cual arcano, tambi¨¦n quienes abandonan un tratamiento m¨¦dico porque lo dice el curandero. "Puede ser m¨¢s o menos grave", dice Toharia, "hay gente que pondr¨¢ su vida en peligro y otra a la que le servir¨¢ como muleta psicol¨®gica, pero en cualquier caso, abdican de su criterio propio, se convierten en juguetes".
Al margen de las consecuencias personales, "la superstici¨®n de una sociedad va en contra de su progreso", coinciden los esc¨¦pticos. ?C¨®mo evitarla? "El ¨²nico ant¨ªdoto es la cultura cient¨ªfica", contin¨²a Toharia. "No es lo mismo que ciencia; sino un conocimiento al alcance de cualquiera y solo mientras le interese, no impuesto por lo que t¨², 'el cient¨ªfico' diga". "Cada cual debe ejercer su propia curiosidad", cree Toharia.
"Hay que fomentar el pensamiento cr¨ªtico, ense?ar a pensar y hacer que se cumplan las leyes contra la publicidad enga?osa", a?ade Schwartz. "Los pol¨ªticos son indolentes, les parece el tema que da un poco igual". Tambi¨¦n, dice, es necesario acabar con esa idea falsa de que el conocimiento mata la fantas¨ªa o la imaginaci¨®n y lleva a la frialdad: "El conocimiento no es enemigo de la pasi¨®n, sino de la ignorancia". La jaula de hierro no tiene por qu¨¦ ser tal, se puede escapar sin creer lo incre¨ªble. "Claro que necesitamos una dimensi¨®n no meramente calculable, para eso est¨¢ el arte y la ficci¨®n", dice Savater. "Buscar s¨ªmbolos no te exime de saber c¨®mo funciona el mundo, cuando regalas una rosa a tu esposa no dejas de saber que son una planta y una mujer; la poes¨ªa no est¨¢ re?ida con la bot¨¢nica y la obstetricia".
La echadora de cartas tambi¨¦n cree en la ciencia. Dice que ella no tiene un "don": "?Eso, los cirujanos!". Lo que s¨ª tiene son normas: no atiende a menores, no permite que sus clientes hagan m¨¢s de una consulta al a?o -"porque esto engancha"- y se niega a atender por tel¨¦fono o a quienes "se lo creen demasiado". "Es un peligro que alguien se agarre a ti como a un clavo ardiendo", dice. A quien ve "mal", lo manda al psic¨®logo. Ella misma va, "para gestionar los terribles problemas" que oye cada d¨ªa en su consulta.
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